El Servicio Electoral de Chile (Servel) decidió multar con 6 millones de pesos (cerca de 6.700 dólares) a Google por no detallar la procedencia de la propaganda electoral para el plebiscito constitucional del próximo 17 de diciembre, según informó Radio BioBio.
A criterio del ente electoral, Google no habría informado "la identidad de los contratantes y los montos involucrados de las personas o entidades que hayan contratado propaganda electoral para el plebiscito de salida", y no hizo "ningún esfuerzo significativo o efectivo" para cumplir con la normativa.
Frente a la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, tal cual se desarrolla desde aproximadamente 30 años, vecinos y vecinas se congregan para recordar a los familiares detenidos, desaparecidos o fusilados.
Este 11 de septiembre a las 20:00 hrs la Coordinadora por los 50 años, que aglutina a partidos políticos pertenecientes a la Unidad Popular, así como personas sin militancia orgánica, desarrollará el acto de conmemoración. Contará con la participación de Daniela Gatica y Gabriela Barnes en un desempeño de canto y danza.
En el Memorial ex Tenencia de Curacavi, reconocido como Sitio de Memoria, también se conmemorarán los 50 años. Cecilia López, miembro de la agrupación que recientemente recibió el comodato en la administración y gestión del sitio, comentó a este medio que en su oportunidad darán a conocer a través de sus redes sociales, el detalle de las actividades, así como el horario en que permanecerá abierto.
Numerosas personas, tanto hombres como mujeres fueron detenidos en la ex Tenencia, la que posteriormente fue clausurada. Las personas sufrieron no solo la detención por ser simpatizantes de la Unidad Popular, sino que también apremios y torturas. Lo más desgarrador ocurrió el 16 de septiembre cuando son fusilados en Cuesta Barriga 7 vecinos, resultado dos de ellos con heridas a las que pudieron sobrevivir.
Los hechos (1)
Según se relata en el fallo, el día 12 de septiembre de 1973, a partir de las primeras horas de la tarde Jorge Gustavo Gómez Retamales, Gastón Raimundo Manzo Santibáñez y Enrique Patricio Venegas Santibáñez fueron detenidos en sus respectivos domicilios o en las inmediaciones de estos en la comuna de Curacaví por funcionarios policiales de dotación de la Tenencia de Carabineros de Curacaví, que en esa época se encontraba a cargo del Teniente Gerardo Alejandro Aravena Longa .
Posteriormente los detenidos fueron hasta la Tenencia de Carabineros de Curacaví ubicada en Avda. Ambrosio ́ O’Higgins N° 1440 de la misma comuna , lugar en el que se les mantuvo encerrados, junto a otras personas hasta el 16 de septiembre de 1973 período en el que se les sometió a interrogatorios y malos tratos.
Luego, el día 16 de septiembre en la madrugada una patrulla al mando del Teniente Gerardo Alejandro Aravena Longa e integrada además por el Sargento Segundo Benjamín Seguel Ortiz actualmente fallecido , los carabineros Ciro Del Carmen Gonzalez Hernández, Manuel Arturo Lepe Barraza, actualmente fallecido y Arnoldo Alfredo Valdebenito Sanhueza y por funcionarios del Ejército de Chile ,trasladó a un grupo de detenidos desde la mencionada unidad policial hasta la Cuesta Barriga, lugar en que los obligó a descender del vehículo que los transportaba y acto seguido tras ubicarlos en fila y situarse frente a ellos, dispararon en su contra, abandonando los cuerpos en el lugar.
Finalmente, se señala que a consecuencias de lo acontecido resultaron fallecidos entre otros, Jorge Gustavo Gómez Retamales, a causa de una herida cráneo encefálica y Gastón Raimundo Manzo Santibáñez a raíz de una herida de bala que comprometió los grandes vasos del cuello, logrando sobrevivir Enrique Patricio Venegas Santibáñez y un tercero.
La DC y en concreto Patricio Aylwin (su presidente desde mayo de 1973) y Eduardo Frei Montalva (presidente del Senado desde aquellas mismas fechas), tienen una grave responsabilidad en el golpe de Estado del 11 de septiembre.
A fines de 1969, el senador Renán Fuentealba denunció ante el Parlamento que la CIA estaba preparando un golpe de Estado en Chile. El embajador de Estados Unidos, Edward Korry, no hablaba con el canciller Gabriel Valdés ni tampoco con el cardenal Raúl Silva Henríquez pero sí lo hacía con Eduardo Frei Montalva.
Cuando Salvador Allende se impuso por escaso margen en las elecciones presidenciales de septiembre de 1970, sin alcanzar la mayoría absoluta, el Congreso Pleno debió decidir entre él y Jorge Alessandri quién sería el nuevo mandatario. El candidato de la derecha anunció que renunciaría si era nominado y que bajo ninguna circunstancia repostularía. Era un claro mensaje a la Democracia Cristiana (DC)… la derecha apoyaría a un candidato falangista en una segunda elección para impedir la llegada de Allende al gobierno.
El 23 de septiembre de 1970, la mesa directiva, encabezada por el senador Benjamín Prado, inició conversaciones con Allende. Ese mismo día, en cambio, el ministro de Hacienda, Andrés Zaldívar, habló por cadena de radio y televisión afirmando que en la economía se observaban desequilibrios “propios de la anormalidad política que el país comenzaba a vivir”.
Bombas explotaron en diversas ciudades, numerosas familias adineradas abandonaron el país y algunas unidades militares empezaron a ser visitadas discretamente por civiles.
Políticos hasta ahora no identificados presionaron a varios generales para que los militares tomaran el poder. Grupos de ultraderecha intentaron que el general (R) Roberto Viaux diera un golpe de Estado.
El general Carlos Prats cuenta en sus Memorias. Testimonio de un soldado que el 25 de septiembre un destacado democratacristiano le planteó directamente que:
“Ante la intransigencia de (René) Schneider -el comandante en jefe del ejército- para detener a la UP, el presidente Frei estaba dispuesto a que él encabezara un movimiento que lo derrocara y lo enviara al extranjero… Había que apoderarse de noche de La Moneda, enviar a Frei al extranjero, cerrar el Congreso, suspender la vigencia de los partidos políticos, utilizar en cargos claves a gente de confianza que ellos podrían señalar y, normalizada la situación, llamar de nuevo a elecciones”.
Los intentos de golpe culminaron con la tentativa de secuestro y el asesinato del general René Schneider, una operación en la que estuvo involucrada la embajada de Estados Unidos apoyando con armas a los conjurados que perpetraron el crimen.
El proyecto reformista de la DC fue clave para los intereses estadounidenses, lo que está documentado en los tempranos vínculos entre el partido chileno y la CIA, que se profundizan durante los años siguientes hasta consumarse el golpe de Estado.
Aun cuando no está registrada la colaboración directa de la CIA en la caída de la dictadura de Pinochet, hay numerosos antecedentes para afirmar que fue también articulada en Estados Unidos. Si la DC con Patricio Aylwin a la cabeza fue crucial para impulsar el golpe de 1973, hacia finales de la década de 1980 el mismo Aylwin, representando al reformismo conservador, dirigió la transición neoliberal que mantuvo el modelo y la Constitución de Pinochet.
Muchos líderes de la Democracia Cristiana han levantado una cruzada moral y su respeto por los derechos humanos. Desde los albores del gobierno de Eduardo Frei Montalva, el doble rasero de la DC se hizo evidente: en 1966 ese gobierno masacró a los mineros del yacimiento de cobre de El Salvador y poco después, en 1969, a los pobladores de Pampa Irigoin, en Puerto Montt.
De acuerdo al historiador Luis Corvalán Márquez:
“Lo que la directiva de la Democracia Cristiana intentó luego del golpe no fue otra cosa que disputarle a la extrema derecha el ascendiente sobre los uniformados, buscando cooptarlos y hacerlos funcionales a sus propios fines”.
Es cierto que este proceso tiene matices, como también lo tiene este partido con líderes no solo impactados ante las violaciones a los derechos humanos, sino también víctimas del terrorismo de Estado, como Bernardo Leighton y su esposa, Anita Fresno, o valientes defensores de los perseguidos, como Andrés Aylwin.
El paradigma reformista propulsado por Estados Unidos requería de los vínculos con la DC, los que se inician, según el Informe Church, hacia comienzos de la década de 1960, cuando EE.UU. empezó a hacer importantes aportes financieros a dicha colectividad política. El año 1962, dice el Informe, “el Grupo Especial aprobó 50.000 dólares para fortalecer al Partido Demócrata Cristiano (PDC)”. Agrega que “el 27 de agosto del mismo año, el Grupo Especial aprobó el uso de un canal de financiamiento a través de un tercer país, presupuestando ciento ochenta mil dólares para los democratacristianos chilenos durante 1963 (…) La elección presidencial de 1964 -dice el Informe- fue el principal ejemplo de un proyecto electoral de gran envergadura. La CIA gastó más de dos millones seiscientos mil dólares en apoyar la elección del candidato democratacristiano (Eduardo Frei Montalva, en parte para impedir el ascenso al poder del marxista Salvador Allende”.
Además del apoyo brindado a los partidos políticos -continúa el Informe-, la CIA montó una masiva campaña de propaganda anticomunista. Fue una “campaña del terror que hizo abundante uso de imágenes de tanques soviéticos y pelotones de fusilamiento cubanos, y que estuvo dirigida especialmente a la mujer”. Durante la tercera semana de junio de 1964, un grupo financiado por la CIA producía diariamente veinte spots radiales para Santiago y 44 para estaciones de provincia, además de programas noticiosos de doce minutos de duración -cinco veces al día- en tres radios de Santiago y 24 de provincia.
El Informe Church es elocuente sobre esta materia. En febrero de 1965 -dice- el Comité 303 aprobó 175.000 dólares para un proyecto de acción política de corto plazo, orientado a brindar apoyo clandestino a candidatos preseleccionados que participarían en las elecciones parlamentarias chilenas de marzo de 1965. Según la CIA, veintidós candidatos fueron seleccionados por la oficina local de la CIA y el embajador; de ellos, nueve fueron elegidos. Hacia 1970, agrega el Informe, la CIA había gastado en total casi dos millones de dólares en operaciones secretas en Chile.
La campaña presidencial de 1970 tuvo ciertas diferencias para la CIA. Esta vez decidió no apoyar a ningún candidato en particular, en tanto centró sus esfuerzos en desprestigiar la candidatura de Salvador Allende. Tal cosa debía llevarse a la práctica a través de lo que la Agencia denominó “una campaña de sabotaje”. En total, señala el Informe, “la Agencia gastó de ochocientos mil a un millón de dólares en acciones clandestinas para influir en el resultado de la elección presidencial de 1970”.
“La campaña del terror -dice el Informe-, contribuyó a la polarización política y al pánico financiero posterior al 4 de septiembre. Temas que se habían desarrollado para la campaña electoral recién concluida -agrega- fueron explotados por la CIA con más intensidad durante las semanas posteriores al 4 de septiembre, en un esfuerzo por causar pánico financiero e inestabilidad política suficientes para provocar que, en función del golpe, se movilizara el presidente Frei o los militares chilenos”.
El 15 de septiembre de 1970 se celebró en la Casa Blanca una reunión en la que participó el presidente Nixon, el asesor para asuntos de Seguridad, Henry Kissinger, el director de la CIA, Richard Helms y el procurador general John Mitchel. En ella Nixon planteó que “un gobierno de Allende en Chile no era aceptable para EE.UU.”. Con este predicamento procedió a ordenar a la CIA que tomara medidas para impedir que Allende accediera al poder. “No importan los riesgos involucrados –dijo-; diez millones de dólares disponibles, más si es necesario; trabajo a tiempo completo de los mejores hombres que tengamos; plan de acción: hacer que la economía chilena aúlle; 48 horas para el plan de acción”, ordenó Nixon.
El plan de Estados Unidos contaba con el apoyo de las ideologizadas Fuerzas Armadas y de los medios de comunicación, principalmente El Mercurio, al que le entregó más de un millón y medio de dólares. Pero el papel del PDC fue fundamental.
Según el ya citado Corvalán Márquez:
“Este partido podría haber jugado durante la UP el rol de un verdadero centro, como muchos de sus integrantes lo intentaron. No obstante, la colectividad terminaría plegándose a la polarizadora política norteamericana. ¿Debido a qué? En medida importante al gran peso de su sector conservador, que finalmente pasará a controlar el partido, todo ello correlacionado con la radicalización de su base social, en gran parte clases medias, derivada del inducido deterioro económico del país y de la campaña del terror”.
La campaña -señala el Informe Church- fue de enormes proporciones. Ocho millones de dólares se gastaron en los tres años que van desde la elección de 1970 hasta el golpe militar de septiembre de 1973. Se entregó dinero a los medios de comunicación, a partidos políticos de la oposición y, en cantidades más limitadas, a gremios del sector privado.
Los aportes que EE.UU. hiciera a los opositores no se repartieron por igual. Beneficiaron principalmente al Partido Demócrata Cristiano y al Partido Nacional, en ese orden. Los documentos norteamericanos desclasificados, así como también el Informe Church, son categóricos al respecto. Durante el gobierno del presidente Allende, EE.UU. continuó proporcionando enorme apoyo financiero al PDC, que excedía al que entregaba a los otros partidos, respaldo que ahora ya no buscaba potenciar una alternativa modernizadora frente a la revolución cubana y que impidiera un triunfo electoral de la izquierda, como en la década anterior, sino el derrocamiento de Salvador Allende.
Si el PDC llegaba a algún tipo de entendimiento con Allende sería muy difícil la implementación del golpe de Estado que buscaba EE.UU., pues en ese caso las fuerzas golpistas quedarían aisladas, como sucedió luego del 4 de septiembre de 1970 y todavía durante 1971. Si la DC se plegaba al golpe -como a la larga terminó ocurriendo-, todo se allanaría. Esto explica por qué la potencia del norte consideraba que este partido era una de las “fuerzas internas” más importantes a los efectos de provocar el derrocamiento de Allende.
El apoyo financiero que la CIA entregara al PDC, en todo caso, se canalizó hacia su ala más conservadora. El Informe Church lo confirma cuando se refiere a la resolución que el 8 de septiembre de 1970 tomara el Comité 40 aprobando un fondo de 250.000 dólares para que, con el fin de impedir el ascenso de Allende, Frei y su equipo de confianza lo utilizara. Bien sabemos que la orientación anticomunista y antiizquierdista que caracterizaba a ese sector no era, sin embargo, compartida por otros segmentos de la colectividad, como la encabezada por Renán Fuentealba.
El PDC distó mucho de jugar el rol de un verdadero centro político, es decir, el rol de fuerza abierta a la negociación y al acuerdo. Por el contrario, convergiendo con una extrema derecha que había retomado sus tradiciones golpistas, cumplió una acentuada función polarizadora. Fue así como en 1971 comenzó a apoyar los paros gremiales. Luego, en diciembre de ese año, participó con el Partido Nacional (PN) y el Frente Nacionalista Patria y Libertad en la llamada “marcha de las cacerolas vacías”.
“A comienzos de 1971 –sostiene el Informe- fondos de la CIA permitieron que el PDC y PN compraran sus propias estaciones de radio y diarios”, precisamente por cuanto serían los mensajes comunicacionales los que debían sembrar un estado de anormalidad psicológica en la población, generando, a través de las campañas del terror, miedos irracionales al “totalitarismo marxista”.
Para el periodo 1970-1973, el Informe Church registra periódicas entregas de dinero al PDC por parte de la CIA. Un detalle es el siguiente: “13 de noviembre (de 1970): el Comité 40 aprueba 25.000 dólares para apoyar candidatos de la Democracia Cristiana; el 22 de marzo (de 1971): el Comité 40 aprueba 185.000 dólares adicionales para apoyar al Partido Demócrata Cristiano; el 10 de mayo (1971): el Comité 40 aprueba 77.000 dólares para la compra de una imprenta para el diario del Partido Demócrata Cristiano. La imprenta no se compra -añade el Informe- y los fondos son utilizados para apoyar el diario; el 26 de mayo (1971): el Comité 40 aprueba 100.000 dólares para ayuda de emergencia que permita al Partido Demócrata Cristiano pagar deudas de corto plazo”.
Con los compromisos adquiridos por el PDC con la CIA los eventos tomaron una sola dirección. Así, el llamado al diálogo que hiciera Salvador Allende el 1 de mayo cayó en el vacío. Tanto o más cuando el 3 de ese mes el sector conservador de la DC asumiera el control formal del partido, cuya presidencia quedó en manos de Patricio Aylwin, quien se caracterizaba por su incondicionalidad al expresidente Frei. El 5 de julio cayeron las máscaras, cuando Aylwin hizo una declaración en la que afirmó que “la mejor garantía para el restablecimiento de la normalidad democrática (era) la incorporación institucional de las Fuerzas Armadas al gobierno, con poderes efectivos para realizar las rectificaciones…”.
En el texto La crisis de la dictadura y la mano de EE.UU. en la imposición de un recambio neoliberal se retoma, a partir de la mitad de la década de 1980, la presión de Estados Unidos sobre la política chilena. Como el Departamento de Estado negocia el fin de la dictadura, acude a las mismas figuras que usó para sacar a Allende. El PDC vuelve a ser funcional a EE.UU., es el comodín contra la izquierda y contra una dictadura que ya estaba obstaculizando el desarrollo del modelo neoliberal.
De acuerdo a Paul Walder:
“A partir de entonces, la historia es más cercana pero igualmente oscura. Aun cuando hay tantos antecedentes sobre los vínculos entre Estados Unidos y la oposición de entonces, mantenemos nuestra perplejidad al observar el giro que dio la Concertación, al apoyar las privatizaciones, la desregulación de los mercados, al abrazar el modelo neoliberal y la Constitución de 1980. En los múltiples trabajos e investigaciones sobre esa época, aún no hay una respuesta clara de la elite de la Concertación que explique este giro, que tiene características de traición. Tal vez podamos concluir que las relaciones del PDC con EE.UU. y la CIA hacen de aquella voltereta algo innombrable”.
Dos años de apoyo e intentos de colaboración de la DC que chocaron con la decisión de Pinochet y los militares de no devolver el gobierno a los civiles y realizar una refundación capitalista neoliberal, en la cual no se consideraba a la DC. Dos años que culminaron en la decisión del régimen -que no vaciló en reprimir a militantes de la DC-, de censurar y finalmente clausurar la radio Presidente Balmaceda, encarcelar y expulsar del país a algunos dirigentes y exparlamentarios e intentar asesinar en Italia a Bernardo Leighton y su esposa, Anita Fresno. Ante las protestas vino la proscripción. Aylwin y Frei se convirtieron en opositores a los mismos a los que un día saludaron como salvadores de Chile.
Aylwin y Frei Montalva
En una declaración pública a la prensa extranjera, el 17 de septiembre de 1973, Aylwin dijo que: “el gobierno de Allende había agotado, en el mayor fracaso, la ‘vía chilena hacia el socialismo’, y se aprestaba a consumar un autogolpe para instaurar por la fuerza la dictadura Comunista”.
El exPresidente también afirmaba que la Unidad Popular había internado en el país miles de armas, con las que podría desarrollar un ejército paralelo:
“Un poder de fuego equivalente a 12 regimientos regulares y con la presencia activa de más de diez mil extremistas extranjeros”, señaló el por ese entonces presidente de la Democracia Cristiana.
Por estas razones, Aylwin justificó lo ocurrido el 11 de septiembre de 1973: “La acción de la FF.AA. simplemente se anticipó a ese riesgo (autogolpe) para salvar al país de caer en una guerra civil o una tiranía comunista”.
Lo anterior demuestra a un Aylwin citando casi textualmente los lineamientos principales del “Plan Z”, inventado por la dictadura por esos días para justificar la matanza.
En el minuto 1:47 de su entrevista a la prensa internacional, que está en YouTube,, el futuro mandatario entrega un dato sorprendente, que solo existe en su mente pero que él cita con total seguridad. Ante la pregunta del periodista “¿Cree usted que el resentimiento de algunos sectores, por ejemplo, el 44% de la última votación puede impedir la restauración nacional, la reconstrucción nacional?”, Aylwin respondió:
“Sobre ese particular, en primer lugar, yo le aclararía que de ese 44% que votó por la Unidad Popular en marzo último en unas elecciones en que indudablemente hubo fraude electoral y, en consecuencia, ese porcentaje electoral debe ser menor (…) No permanecían a esta altura adictos a la Unidad Popular arriba de un 30%”.
¿De dónde sacó esa cifra Aylwin? No se sabe. El 44% es oficial y real, pero ese 30% ¿de dónde salió? La respuesta es simple: de su mente. Se la inventó no más, así, al boleo, al igual que su teoría del fraude en las parlamentarias de marzo de 1973… Nunca hubo ninguna prueba de aquello.
Por otro lado, otra infortunada frase declarada por Aylwin fue cuando afirmó que prefería una dictadura liderada por militares chilenos a una marxista…
“Entre una dictadura marxista y una dictadura de nuestros militares, yo elegiría la segunda”, señaló a The Washington Post.
La DC y en concreto Patricio Aylwin (su presidente desde mayo de 1973) y Eduardo Frei Montalva (presidente del Senado desde aquellas mismas fechas), tienen una grave responsabilidad en el golpe de Estado del 11 de septiembre. Ya a mediados de septiembre de 1970 Frei envió mensajes muy claros a la Casa Blanca sobre el peligro que para sus intereses geoestratégicos representaría el futuro gobierno de Allende, mientras personas de su círculo más próximo promovían un especie de “golpe blando” que detuviera el proceso institucional que iba a derivar en la elección de Allende por el Congreso Pleno, con el apoyo oficial por cierto de la DC, presidida entonces por Benjamín Prado. Además, cuando en diferentes oportunidades el presidente Allende y la dirección de la DC encabezada por Renán Fuentealba buscaron un acuerdo político que allanara el cauce institucional a la “vía chilena al socialismo” y detuviera la polarización del país, el sector afín a Frei logró abortar aquel entendimiento. Por ejemplo, en junio de 1972. Y, como el propio Frei aseguró en privado en diversas ocasiones (ante Gabriel Valdés y Bernardo Leighton, por ejemplo), algunos de los oficiales de las Fuerzas Armadas que preparaban el golpe le mantenían al corriente de aquellos preparativos.
Por su parte, Aylwin fue elegido presidente de la DC en mayo de 1973 con la consigna de no dejar pasar una al gobierno de la UP. Y así fue. Cuando a fines de julio, respondiendo al dramático llamado del cardenal Raúl Silva Henríquez, se abrió el último diálogo entre Allende y Aylwin, este le exigió una capitulación en toda regla, le demandó que cediera el poder político a las Fuerzas Armadas. A cambio de una tregua, reclamó a Allende que se convirtiera en González Videla, que traicionara a los partidos que sustentaban su gobierno y al movimiento popular. En aquellos días existieron contactos indirectos entre Aylwin y los generales que preparaban el golpe desde el llamado “Comité de los 15”.
Cerrada la vía del diálogo por Aylwin (no por el presidente Allende), la DC decidió “golpear” las puertas de los cuarteles (como insistentemente hacía Patria y Libertad desde 1971 y demandaba el Partido Nacional desde octubre de 1972) con la declaración aprobada por la oposición en la Cámara de Diputados del 22 de agosto de 1973, cuya redacción final pulió Aylwin aquella misma mañana. Como se sabe, aquella declaración llamaba a los comandantes en jefe (integrantes entonces del gobierno) a desconocer la autoridad del presidente de la República.
Además, el 10 de septiembre de 1973, tanto Frei como Aylwin fueron informados de que en cuestión de horas las Fuerzas Armadas se sublevarían contra el gobierno constitucional. No informaron, como era su deber republicano, al presidente Allende, quien sí estuvo al lado de Frei cuando el general Roberto Viaux se sublevó el 21 octubre de 1969 (Tacnazo). El 12 de septiembre apoyaron públicamente el golpe de Estado con la declaración oficial de la DC, de la que solo se desmarcaron finalmente trece dirigentes, que encabezados por Bernardo Leighton suscribieron otra de condena del golpe y de respeto a la memoria de Allende (13 de septiembre). El documento también había sido firmado originalmente por José Piñera Carvallo (padre de Sebastián Piñera), sin embargo, al mediodía de la misma fecha pidió retirar su firma del documento, lo cual quedó solucionado mediante un trozo de papel que cubre la firma de Piñera en el extremo inferior derecho de la declaración.
Los Documentos Secretos de la ITT, los informes de la Comisión Church, los documentos desclasificados bajo la ley FOIA, el Informe Hinchey y otros textos oficiales, demuestran que Estados Unidos orquestó el golpe, y no fue con los militares (porque ni René Schneider ni Carlos Prats ni varios otros militares quisieron involucrarse); fue con la Democracia Cristiana, con la que tenía viejos nexos a través de la CIA, con otros partidos de derecha y ultraderecha (como Patria y Libertad) y con Agustín Edwards que, con la tribuna de El Mercurio y otros medios, encauzaron todo hacia el golpe militar.
Tomemos en cuenta que ninguno de estos textos tiene como objetivo desprestigiar a la DC, sino desvelar el papel de Estados Unidos en los hechos ocurridos en Chile. Y si ellos mismos han reconocido que derrocaron a Allende ¿por qué Aylwin se negó a creerlo?
Cuando las pruebas son abrumadoras, como lo son en este caso, se hace imposible seguir mintiendo, que es lo que hizo Aylwin:
“En el golpe de Estado, la DC no tuvo ninguna participación. Eso puedo asegurarlo de manera absoluta, en conciencia”.
Por supuesto que miembros del partido Demócrata Cristiano participaron, lo instigaron y, peor, lo celebraron. Querían a Allende derrocado. Lo que posiblemente no esperaron es que ocurriría lo que pasó posteriormente. Es más, está demostrado que entre 1963 y 1973, Estados Unidos le dio a la DC 20 millones de dólares. Que Aylwin persistiera en repetir que no fue así o que él no lo supo, es incomprensible, porque ni siquiera en su propio partido lo han podido negar. Ya en el año 2000, cuando Aylwin dijo algo parecido, Adolfo Zaldívar señaló que “puede ser que él no haya sabido, pero yo creo que nadie en la Democracia Cristiana puede sostener seriamente que la DC no recibió, al igual que otros partidos que estaban en la oposición, en la situación que nos encontrábamos, apoyo de fuentes o de organismos como éste [CIA] y otros”.
Aylwin no pudo borrar su conexión con hechos muy oscuros de la historia de la DC simplemente alegando ignorancia, porque ¿qué clase de presidente de partido fue que no sabía nada?
La actuación de la DC, dirigida por Patricio Aylwin profundamente ligado a Eduardo Frei Montalva, fue determinante para el golpe militar. Aylwin se convirtió en presidente del partido reemplazando a Renán Fuentealba con apoyo del freísmo y bajo el lema “no dejar pasar una al gobierno”. Expresaba la opinión mayoritaria del partido, ganada por la influencia sediciosa de la derecha golpista. El freísmo jugaba al golpe militar apostando a que una vez derrocado el gobierno constitucional, los militares le entregarían el mando del país. El anticomunismo y las maniobras desestabilizadoras del gobierno norteamericano tuvieron sin duda mucha importancia, y aún no se conocen en detalle. A la corriente mayoritaria de Frei y Aylwin se oponía una minoría encabezada por Bernardo Leighton y Renán Fuentealba, que se mantuvo firme y no pudo ser silenciada.
Renán Fuentealba estimaba que los aparentes intentos de los últimos meses para buscar una salida a la crisis institucional que amenazaba a la democracia chilena, habían sido una farsa. La directiva DC y Patricio Aylwin no tenían ningún interés en evitar el golpe. Así lo dijo en una misiva que envió a Gabriel Valdés a fines del año l973:
“Nunca hubo la intención clara y determinada de hacer un esfuerzo máximo para buscar una salida democrática. Más bien hubo una farsa de conversaciones, cuyo éxito no se deseaba realmente. Los hechos demuestran que hay muchos comprometidos en el ‘pronunciamiento’, el cual se trata de justificar enviando al extranjero delegaciones”.
En 1975 Radomiro Tomic señalaba para la revista Chile-América, publicada por exiliados chilenos en Roma, que algunos elementos esenciales en la responsabilidad de la DC en su apoyo al golpe militar y a la junta de gobierno eran los siguientes: el 9 de agosto de 1972, de acuerdo a una petición de Patricio Aylwin, el presidente Allende había formado un gabinete con participación institucional de militares. A los pocos días, la DC se desligó del compromiso y empezó a exigir la renuncia de los uniformados. En segundo lugar, el “apoyo frontal” de la DC a la huelga de los camioneros y otros sectores de claro carácter “ilegal y absolutamente inmoral a la luz de la moral cristiana”. Tercero, la declaración de la Cámara de Diputados, controlada por la DC, “ilegalizando” al gobierno; finalmente, la declaración de la directiva nacional del PDC del 12 de septiembre de 1973 en apoyo al golpe militar. Y “el silencio del Congreso Nacional, poder constitucional cuyas dos ramas estaban bajo el control de la Democracia Cristiana, que se negó a todo pronunciamiento de solidaridad con el gobierno a raíz de la tentativa de golpe de Estado del 29 de junio y que aceptó sin protesta la clausura el 11 de septiembre”.
Siguiendo a Roberto Ortiz, el compromiso de la DC con la extrema derecha y la orientación golpista se acentuó con la frustración del bloque opositor ante el resultado de las elecciones parlamentarias del 4 de marzo de 1973. El 44% de la votación obtenida por la Unidad Popular cerraba la posibilidad de derribar al gobierno mediante la declaración de inhabilidad del presidente de la República. Solo quedaba el camino del golpe de Estado. Ante esa opción, la DC se inclinó por la ruptura institucional mediante un alzamiento militar.
Repasando responsabilidades, Tomic expresó:
“La Democracia Cristiana no puede pedir para sí el papel de Poncio Pilatos en el desastre institucional. La gravitación de lo que se hace o se deja de hacer cuando se controla el cuarenta por ciento del Congreso Nacional, el treinta por ciento del electorado nacional, el treinta y dos por ciento de los trabajadores organizados en la CUT, el cuarenta por ciento del campesinado y las organizaciones juveniles chilenas, diarios, radio y TV, cinco de las ocho universidades del país, la gravitación, digo, de una fuerza de tal envergadura, tiene efectos decisivos por sus acciones o por sus omisiones”.
Seis diputados democratacristianos: José Monares, Baldemar Carrasco, Gustavo Ramírez, Eduardo Sepúlveda, Lautaro Vergara y Arturo Frei elaboraron junto a tres diputados derechistas el proyecto de acuerdo de la Cámara de Diputados que acusaba al presidente Salvador Allende de estar violando la Constitución. Los parlamentarios actuaron por instrucciones de sus partidos. La declaración aprobada fue calificada por el general Carlos Prats como “un hachazo decisivo, con el que se cercena en dos partes el tronco de la comunidad nacional”.
En concreto, Aylwin y Frei en sendos documentos (el expresidente en la famosa carta a Mariano Rumor, primer ministro italiano y presidente mundial de la DC, y en una entrevista al diario español ABC, titulada Los militares han salvado a Chile), defendieron el golpe militar que sacaría al país del caos y evitaría que cayera bajo una tiranía comunista. Democratacristianos comisionados por la directiva integraron delegaciones que viajaron a Estados Unidos, Europa y América Latina a justificar lo injustificable. A España, Francia y otros países viajaron el exministro de Justicia de Frei, Pedro J. Rodríguez y Alejandro Silva Bascuñán, académico y presidente del Colegio de Abogados. El propio Frei viajó a dar explicaciones a Europa y Estados Unidos.
Todo esto financiado por la CIA, como reveló Jack Kubisch, integrante del Comité de los 40. Según él, en octubre de 1973 habría autorizado el financiamiento de un viaje a Europa y América Latina para explicar el apoyo del PDC al golpe militar. Hasta julio de 1974 la CIA entregó fondos a la DC para financiar su funcionamiento en apoyo de la dictadura. No era novedad. Como se abordó antes en este artículo, desde la década de 1960 la DC recibía aportes de la CIA para cerrar el paso al comunismo y, en especial, para derrotar las candidaturas presidenciales de Salvador Allende.
Los parlamentarios Enrique Krauss, Juan Hamilton y Juan de Dios Carmona viajaron por América Latina. En noviembre de 1973, luego de la condena por la Asamblea General de Naciones Unidas a la dictadura por sus violaciones a los derechos humanos, cinco exministros, seis exsenadores y seis diputados DC junto a exministros y exparlamentarios de derecha, rechazaron el acuerdo de Naciones Unidas, reiteraron su “confianza en las fuerzas armadas” que harían “honor a su tradición heroica y a su compromiso con el país”, y atribuyeron a “errores y excesos” la situación de emergencia que vivía el país. Entre los exministros y parlamentarios DC firmaron Modesto Collados, Carlos Figueroa, Ramón Valdivieso, Sergio Ossa Pretot, Jorge Lavandero, José Musalem, Enrique Krauss, Alejandro Noemí y otros.
La DC aportó a la dictadura técnicos y especialistas, también políticos. En sus manos estuvo el Ministerio de Justicia en el primer gabinete de la dictadura, con el ministro Gonzalo Prieto Gándara y el subsecretario Max Silva, de larga trayectoria como dirigente universitario. En el Ministerio de Relaciones Exteriores, conducido férreamente por el vicealmirante Ismael Huerta, hubo un subsecretario DC, Enrique Carvallo, y de esa misma filiación fueron los subsecretarios de Economía y del Trabajo.
Asimismo, la DC participó con economistas partidarios del neoliberalismo como Juan Villarzú, que se convirtió en director del Presupuesto, Andrés Sanfuentes y Álvaro Bardón, que ocuparía cargos importantes en el aparato económico de la dictadura, descollando Jorge Cauas, que fuera ministro de Hacienda de Frei Montalva y después en la dictadura, aplicando la política de shock que abrió camino a los “Chicago Boys” capitaneados por Sergio de Castro. Cauas contó con la asesoría de otro DC, Carlos Massad, que servía en organismos internacionales.
Dos personeros destacados de la DC con raíces en la Falange, William Thayer Arteaga, exministro del Trabajo, y Juan de Dios Carmona Peralta, exsenador y exministro de Defensa, renunciaron a la DC y se pusieron al servicio de la dictadura. Carmona había sido pieza clave en la conspiración, actuando como nexo con el general Óscar Bonilla, exedecán militar de Frei Montalva, así como lo fue el también exministro de Defensa, Sergio Ossa Pretot.
Finalmente, la participación de la Democracia Cristiana en la conjura que llevó al golpe de Estado -y luego su apoyo y colaboración con la dictadura-, sirven para identificar una política cómplice con la violación de los derechos humanos. Se dirá que fue por poco tiempo, pero fue el período más brutal y sangriento.
Para conmemorar los 50 años del golpe de Estado puedes acceder de forma gratuita a lo mejor del cine y series chilenas que recuerdan ese hito y sus fatídicas consecuencias. Por ejemplo, en OndaMedia existe un especial de 50 películas, y en Riivi se puede ver la miniserie de TVN, Los Mil Días de Allende.
A pocos días de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, hay varias actividades para conmemorar el hito desde las artes, el teatro, el cine, exposiciones. Aunque no puedas a asistir a estos eventos de forma presencial, siempre existe la posibilidad de participar desde el hogar a través del streaming.
Un ejemplo de esto, es la plataforma de cine chileno del Ministerio de las Culturas, OndaMedia, que se suma al calendario de actividades con “50 películas para conmemorar 50 años”, ciclo gratuito que estará disponible durante todo septiembre para los usuarios dentro y fuera de Chile.
Las 50 producciones están ordenadas cronológicamente según la sucesión de hechos ocurridos desde la década del ‘70 hasta la actualidad. Comienza con “La Batalla de Chile” l, II y III, de Patricio Guzmán, realizador reconocido recientemente con el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales.
En adelante están dispuestas por década, pasando por títulos como “29 de noviembre”, de Carla Toro y Mauricio Villarroel; “Quilapayún más allá de la canción”, de Jorge Leiva; “Hoy y no mañana”, de Josefina Morandé; “Como me da la gana”, de Ignacio Agüero; “La mirada incendiada”, de Tatiana Gaviola y “La ciudad de los fotógrafos”, de Sebastián Moreno.
“Caluga o menta” y “Amnesia”, de Gonzalo Justiniano, son parte de la selección de la década del ’90. En los 2000 se cuenta “Volver a vernos”, de Paula Rodríguez Sickert; “El pacto de Adriana”, de Lisette Orozco, y “El Negro”, de Sergio Castro. Destaca además “Punto de encuentro”, documental de Roberto Baeza que revela el proceso de dos cineastas que reconstruyen el momento en que sus padres cruzan sus vidas en Villa Grimaldi.
El cierre del catálogo incluye el estreno exclusivo de “Maten a Altamirano”, documental del sociólogo y cineasta Juan Carlos Altamirano, donde presenta el registro realizado durante 20 años a su padre, el político Carlos Altamirano Orrego.
Puedes acceder a Onda Media a través de www.ondamedia.cl. App disponible para Smart TV Samsung y LG o para dispositivos móviles con sistema IOS y Android
Los Mil Días de Allende
A través de Riivi, plataforma de streaming gratuita dedicada 100% al cine y series latinoamericanas, ya se puede ver la miniserie de TVN, Los Mil Días de Allende.
El segmento transaccional de Riivi se inaugura con el estreno absoluto de la serie “Los Mil Días de Allende», que ya se encuentra disponible en Riivi Estrenos, para su alquiler digital en el territorio chileno. “Los mil días de Allende”, una mini serie que narra la vida del expresidente de Chile, Salvador Allende, desde su toma de posesión el 4 de septiembre de 1970 hasta su suicidio el 11 de septiembre de 1973.
Bajo la dirección de Nicolás Acuña, es protagonizada por Alfredo Castro como Salvador Allende y Benjamín Vicuña como Fidel Castro, Aline Kuppenheim, Daniel Alcaíno, Susana Hidalgo, Francisca Gavilán y gran elenco. Es una coproducción entre Parox de Chile, Mediterráneo Media Entertainment de España y las argentinas Aleph, Mente Colectiva y HD Argentina, con el apoyo de la emisora pública chilena TVN.
Una plataforma a la que puedes acceder a través de navegadores web, sistemas IOS y Android, Smart TV y Roku.
¿Será posible algún día llegar a una mirada compartida respecto a lo sucedido? Creo que eso será imposible mientras sigamos aún vivos los actores de esa tragedia. Sin embargo, analizando la información corroborada que hoy tenemos disponible, creo que es posible avanzar hacia una interpretación menos ideologizada de la historia vivida por nuestra patria.
Recordar los sucesos acaecidos en Chile hace 50 años, ha abierto innumerables puertas de que aparecían cerradas hasta ahora. Actitudes y valoraciones que se suponía habían sido ya largamente superadas.
Heridas aún abiertas y no cerradas. Ausencia absoluta de empatía hacia quienes aún demandan la aparición de sus deudos desaparecidos. Versiones de oídas muy «antojadizas» de parte de muchos de quienes no vivieron los acontecimientos. Declaraciones van, declaraciones vienen.
¿Será posible algún día llegar a una mirada compartida respecto a lo sucedido? Creo que eso será imposible mientras sigamos aún vivos los actores de esa tragedia. Sin embargo, analizando la información corroborada que hoy tenemos disponible, creo que es posible avanzar hacia una interpretación menos ideologizada de la historia vivida por nuestra patria.
Distinguiré para este análisis, hechos, juicios e interpretaciones.
A. Hechos
Los hechos son realidades indesmentibles. Existe información que corrobora lo que se afirme al respecto. Son datos duros en un sentido estricto.
1. La intervención norteamericana. El intento de secuestro y asesinato del general Schneider. El pródigo financiamiento para hacer «crujir» la economía chilena. 2. La implicación de Agustín Edwards y El Mercurio. 3. El desarrollo de una conspiración. golpista. El acaparamiento y el mercado negro. El financiamiento del paro de los camioneros y de la huelga de El Teniente. 4. La traición militar, el Tacnazo, el asesinato del edecán naval y el engaño de Pinochet a Prats y Allende. 5. Los asesinatos selectivos y el papel de la DINA: José Toha, General Prats, Orlando Letelier, Bernardo Leighton, ¿y el General Lutz y el General Bonilla? Todos ellos para ocultar la traición de Pinochet. 5. La violación de la Constitución vigente (1925) por parte de los altos mandos de las fuerzas armadas. Auto nombramientos como Comandantes en Jefe: Merino en la Armada; Mendoza en Carabineros. 6. La criminal violencia ejercida sobre miles de ciudadanos civiles y desarmados. 7. Los asesinatos de campesinos en venganza y revancha de los agricultores expropiados. 8. Las violaciones sistemáticas de los derechos humanos durante 17 años. 9. Los robos de Pinochet y sus familiares. 11. El enriquecimiento sorpresivo de cercanos a la casta militar (el caso Ponce Lerou), la repartija del Estado y de las empresas públicas.
B. Juicios
Los juicios son afirmaciones que implican una valoración o interpretación respecto a hechos o sucesos acaecidos. Suponen un adecuado conocimiento respecto a ellos.
1. El contexto de la Guerra Fría existente en el mundo condicionó, «a priori», el fracaso de la experiencia de la Unidad Popular. 2. El gobierno de Allende careció siempre de una base suficiente de apoyo para realizar transformaciones tan profundas como las que pretendía. 3. Las tensiones internas, y nunca resueltas, de la Unidad Popular por la permanente pugna entre quienes buscaban «avanzar sin transar» y «crear poder popular» y quienes buscaban el cumplimiento de las medidas del programa de gobierno ofrecido. 4. La inadecuada consideración del «tiempo político». Decisiones que al ser postergadas generaron mayor incertidumbre y conflicto: las 40 y 80 hectáreas de riego básico, la creación del área social, etc. 5. El error de Prats y Allende al confiar en la «lealtad» de Pinochet.
C. Interpretaciones
Las interpretaciones son intentos de proveer de sentido, de dirección y de contexto, a los hechos ocurridos y a los juicios, emitidos al respecto, buscando realizar aprendizajes de ello.
1. Realizar cambios profundos requiere siempre de mayorías, y que éstas sean sólidas. 2. La política requiere siempre de diálogo, diálogo y diálogo. La polarización extrema puede conducir a tragedias inevitables. 3. La democracia es como el amor, hay que cuidarla y profundizarla cada día más, y se construye en cada minuto, en cada conducta y en cada metro cuadrado. 4. La defensa de la democracia debe ser siempre, con más y más democracia. 5. El respeto irrestricto a los derechos humanos debe ser absoluto y exigible a todos los Estados. 6. Las Fuerzas Armadas y quienes detentan armas en nombre del Estado, deben, siempre, ser absolutamente prescindentes del debate político. Nunca, jamás, deben ser incumbentes. 7. Los Tribunales de Justicia deben siempre, y en cualquier circunstancia, velar por el respeto de los derechos humanos por parte de los gobiernos.
El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, junto a ADN Radio, presentaron una inédita serie sonora que, a partir de la recopilación de archivos, fallos judiciales, cartas y testimonios reales, invita a revisitar el pasado y a resignificar uno de los períodos más importantes de la historia de Chile.
Con el fin de conmemorar el golpe de Estado ocurrido en Chile el 11 de septiembre de 1973, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y ADN Radio -parte del conglomerado Prisa Media Chile-, han creado “Historias de Golpe”, una serie sonora de 32 capítulos que contienen historias basadas en hechos reales de episodios ocurridos durante la dictadura.
Adaptadas y dramatizadas por un selecto grupo de guionistas, actores y actrices, estas historias narran casos emblemáticos como el asesinato de Tucapel Jiménez; el día en que Christopher Reeves, Superman, visitó Chile para apoyar a un grupo de 77 actores amenazados de muerte; la historia de la periodista y militante del MIR Diana Aron, detenida y hecha desaparecer por la DINA, o la del sacerdote español Joan Alsina, asesinado pocos días después del golpe.
Para la directora ejecutiva del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, María Fernanda García, “a través del proyecto Historias de Golpe queremos acercar al público historias dolorosas pero llenas de mucha humanidad, compañerismo y resiliencia, como una manera de visibilizar y dignificar a las víctimas de violaciones humanos durante la dictadura y a sus familiares. Especialmente para que las conozcan las nuevas generaciones, porque nos parece que esa es la mejor manera de lograr un compromiso como sociedad para el Nunca Más”.
Más de 60 actores y actrices convocados por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos se sumaron a este proyecto, y desde marzo han estado grabando y adaptando los relatos que nos conectan con víctimas y dolores del quiebre democrático. Entre los actores y actrices que protagonizan la serie se encuentran Paulina Urrutia, Alejandro Trejo, Gloria Munchmayer, Amaya Forch, Jorge Alis, Mario Horton, Cristian Campos, Gloria Laso, Catalina Saavedra, Daniel Muñoz, el catalán Pablo Capuz, la compañía de Teatro Ictus, entre muchos otros.
La redacción de guiones estuvo a cargo de Francisca Bernardi, junto a un equipo integrado por José Fonseca y Arnaldo Madrid. Se suma a este equipo la dirección de Braulio Martinez y la música original de Camilo Salinas.
“Historias de Golpe” fue postproducida por el equipo de ADN Radio, y se enmarca en las actividades que realizará la emisora y Prisa Media Chile en el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe civil militar. Sus capítulos se irán estrenando diariamente a partir del 17 de agosto. Éstos podrán ser escuchados y descargados desde el sitio oficial www.historiasdegolpe.cl, la web del Museo (www.mmdh.cl), la podcastera Podium Podcast y Spotify.
Este jueves, Radio ADN, a través de su programa “País ADN” conducido por Aldo Shiappacasse e Isabel Tolosa, lanzó oficialmente este especial de los 50 años del golpe de Estado.
“Trabajar con documentos históricos que nos ayudan a comprender los horrores de un período oscuro de Chile, ha sido un privilegio para el equipo de ADN Radio. Se armó un grupo diverso de periodistas, guionistas, artistas, músicos, actores y actrices, expertos en temas sonoros, además de diseñadores, expertos digitales y realizadores audiovisuales, para armar un proyecto que nos ha permitido reflexionar sobre cómo queremos avanzar en democracia. Recordar a las víctimas es un ejercicio de memoria importante para poder reconciliarnos como sociedad. Sentimos que como radio debíamos aportar a estos 50 años recordando, pero también abriendo puertas para la conversación de las nuevas generaciones que muchas veces no dimensionan lo que significó este quiebre democrático”, comenta Isabel Tolosa, periodista y conductora de País ADN.
En vivo y durante un mes, desde el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos ambos periodistas entrevistaron a los protagonistas de esta serie podcast, para contar desde su propia perspectiva el significado y proceso vivido durante este proyecto.
Este 18 de agosto se inaugura en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos “Rebobinar, reimaginar, reportar”, la primera exposición en Chile que reúne el trabajo del reconocido fotógrafo neerlandés Chas Gerretsen en los meses previos y posteriores al golpe de Estado.
Una vida marcada por la errancia. Ches Gerretsen llegó a Chile en 1973, después de haber fotografiado las guerras de Vietnam y Camboya.
Durante su periodo en Chile capturó lo que ocurría en las calles, las masivas manifestaciones en favor de la Unidad Popular, así como las protestas en contra del gobierno, el bombardeo de La Moneda y las semanas inmediatamente posteriores.
“El trabajo fue una labor de amor en nuestra creencia de que Chile y otras partes del mundo podrían beneficiarse de la historia de su país”, afirmó en entrevista con El Desconcierto sobre el trabajo fotográfico realizado en esa época.
Una parte importante de esas imágenes nunca han sido exhibidas en Chile, y se encuentran resguardadas en el archivo del Nederlands Fotomuseum de Rotterdam (Museo de Fotografía de Holanda).
50 años después, más de 800 de estas fotografías retornan a nuestro país para ser por primera vez expuestas en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, en el marco de una nueva conmemoración del golpe de Estado.
Para el fotógrafo «es un honor que el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos haya decidido mostrar la parte de Chile de la retrospectiva que estuvo en el Nederlands Fotomuseum. Mi deseo es que estas imágenes pasen a formar parte de la memoria histórica y política de Chile, y que mi libro “Chile. El archivo fotográfico 1973-1974” sirva como recordatorio del pasado y ayude a las futuras generaciones a no cometer los mismos errores.»
Chas Gerretsen
“Rebobinar, reimaginar, reportar” toma como punto de inicio la muestra “Starring Chas Gerretsen” (“Protagonizado por Chas Gerretsen”), curada por Iris Sikking, que se llevó a cabo en el Fotomuseum de Rotterdam entre octubre de 2021 y mayo de 2022, que incluyó las diversas facetas de su trabajo.
La muestra en Chile se centra en las fotografías tomadas en nuestro país, y amplía esa selección para incorporar tiras de contacto, además de material de archivo de la colección del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
Hitos como la huelga de los mineros de El Teniente, las celebraciones de la Unidad Popular, diversas manifestaciones ciudadanas, el Tanquetazo y el bombardeo de La Moneda forman parte del recorrido histórico que propone la muestra.
El fotógrafo también retrató una serie de eventos oficiales de las nuevas autoridades tras el golpe, lo que se suma a retratos de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende, además de los integrantes de la Junta, incluyendo al general Augusto Pinochet.
Chas Gerretsen
“Para el museo es muy importante tener a un testigo directo de los días del golpe, considerando que tras cinco décadas muchos y muchas ya no están. Es muy significativo que Chas Gerretsen cubrió no sólo el horror de lo que ocurría en el espacio público, en las calles, sino que también accedió a espacios más íntimos, fotografiando a integrantes de la Junta Militar que le permitieron retratar espacios domésticos, y ahí logró captar imágenes que contrastan con las violaciones a los derechos humanos que estaban sucediendo bajo sus instrucciones”, comenta la directora ejecutiva del Museo de la Memoria y los DDHH, María Fernanda García.
La exposición se complementará con una amplia programación de actividades paralelas, que buscan establecer vínculos entre la fotografía y la memoria visual, considerando la perspectiva de género. Estas actividades, que incluirán talleres, y el lanzamiento de un fotolibro, comenzarán con un “Diálogo de la Memoria”, previo a la inauguración de la muestra.
Coordenadas
“Rebobinar, reimaginar, reportar” está organizada en colaboración con la embajada de Países Bajos y el Nederlands Fotomuseum de Rotterdam. Se inaugura este 18 de agosto a las 13.30 horas en el tercer piso del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y estará abierta al público de manera completamente gratuita hasta el 29 de octubre.
Esa misma jornada y previo a la inauguración, a las 12.00 horas, Gerretsen participará en un nuevo Diálogo de la Memoria, espacio en el que profundizará en su experiencia en Chile.
La experiencia chilena estremeció a la izquierda europea y la llevó a replantear la idea de la democracia, dice en conversación con DW el historiador español Joan del Alcázar, en el cincuentenario del golpe de Pinochet.
La dictadura militar en Chile, que comenzó con el golpe de Estado de Augusto Pinochet, son temas que ocupan desde hace muchos años a Joan del Alcázar. El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia incluso aportó un peritaje a la Audiencia Nacional española, en el marco del proceso que abrió en su día el juez Baltasar Garzón contra Pinochet y que llevó a su detención en Londres, en 1998. Con él conversamos sobre lo que significó en Europa lo ocurrido en Chile en 1973.
DW: ¿A qué atribuye el impacto internacional que tuvo el golpe de Pinochet?
Joan del Alcázar: La vía chilena al socialismo fue, para buena parte de la izquierda mundial, por lo menos para la occidental, una especie de alternativa, surgida casi de la nada, pero con una enorme carga simbólica que despertó esperanzas, interés, apoyo, y que, sin embargo, se vio dramáticamente truncada cuando los cazas de combate bombardearon ni más ni menos que el palacio presidencial, y al mismo tiempo acabaron con el proyecto chileno.
¿Qué diferenció al caso chileno de otros?
La experiencia chilena fue novedosa. Tiene una singularidad: es una "revolución” institucional. Allende y la coalición que lo sustenta renuncian a la lucha armada y anuncian a quien quiera escucharlos que ellos van a avanzar hacia el socialismo, sin abandonar los cauces republicanos, institucionales. Pero, al mismo tiempo, hay una enorme contradicción, porque Salvador Alende recibe a Fidel Castro en noviembre de 71 llamándole 'comandante de la esperanza revolucionaria latinoamericana', y anuncia que lo que él y la Unidad Popular pretenden es llegar al mismo lugar al que ha llegado Cuba, solo que por otra vía. Y eso horroriza a los estadounidenses. Torpedean todo desde el comienzo. Pero no se puede olvidar que en Chile existe un importante sector social y político que no sintoniza en absoluto con la propuesta de Allende. Cuando Allende triunfa en las elecciones presidenciales del 70, obtiene el 36,4 por ciento de los votos. El casi 64 por ciento restante no vota por Allende.
Durante el gobierno de Allende, el país se polariza cada vez más, hay problemas de inflación, hay problemas de orden público, hay problemas de producción, hay huelgas permanentes, manifestaciones diarias, por lo tanto, el golpe no es una sorpresa. Pero sí lo es en su brutalidad. Tiene una brutalidad absolutamente inconcebible e inesperada. Este golpe militar fue un punto y aparte, por su salvajismo, por su extrema virulencia, por su brutalidad, que luego fue siendo confirmada por las detenciones, las desapariciones, las torturas, los centros clandestinos.
¿Qué diferenció a la dictadura de Pinochet?
Las dictaduras militares en América Latina, no en Chile, pero sí en el conjunto del continente, habían sido moneda frecuente hasta los años 60, 70. A partir de entonces, lo que se producirá será un cambio en la tipología de la dictadura militar. Y serán lo que, a partir de entonces, se llaman dictaduras de seguridad nacional. Entienden que hay un enemigo interior, que es el comunismo. Ese será un cambio muy significativo.
¿Tuvo consecuencias en Europa?
Hay una cuestión de extrema relevancia, que tiene que ver con la concepción de lo que es un sistema democrático. Lo que es la democracia, vista desde la izquierda, en los años 60 y 70. Me cuento entre aquellos que piensan que la experiencia chilena significó un replanteamiento completo, absoluto, de la izquierda a propósito de la idea de la democracia. La primera explicación, y a mi juicio la más razonable, viene de los comunistas italianos. Enrico Berlinguer será el que revalorizará la idea de democracia, como un objetivo en sí mismo. Ese es un cambio radical en la izquierda. Lo que ocurre en Chile enseñó que no es suficiente avanzar, si ese avance no genera los consensos necesarios como para que no sean reversibles. Y creo que esa es una gran aportación de la experiencia chilena a la política internacional y, particularmente, a la europea.
¿Qué impacto tuvo en la España de las postrimerías del franquismo?
El golpe de Chile fue un mazazo. Lo que puedo decirle es que, tras la estupefacción inicial, el Chile de la resistencia fue un punto de conciliación entre las izquierdas hispanas, y, además, un motor en la lucha por la democracia y por llevar la transición española a buen puerto. Quilapayún, Inti Illimani, Víctor Jara, Violeta Parra, Pablo Neruda, los versos, las canciones, se convirtieron de alguna manera en la banda sonora de la lucha antifranquista de aquellos años.
¿Cuál fue su papel en la causa que, a fines de los 90, se abrió en la Audiencia Nacional de España contra Pinochet?
Fue una cosa fortuita. Cuando Pinochet llegó a Londres, el juez Baltasar Garzón decidió enviar una orden de detención al gobierno británico. Se inició un proceso judicial, en el que había una acusación de crímenes de lesa humanidad. La defensa del general Pinochet argüía una figura de la legislación británica, que es la llamada inmunidad soberana. La acusación rebatía que el golpe fue protagonizado y dirigido no por el general Pinochet sino por una junta militar de la que formaba parte. Por lo tanto, no era presidente de la República y no se le podía aplicar ningún tipo de inmunidad soberana.
Yo tenía una serie de documentos. Entre otras cosas, el discurso de toma de posesión de Pinochet, en el que decía, de manera taxativa y explícita, en junio de 1974, ‘desde hoy asumo el mando supremo de la Nación'. Si lo asumía, era porque antes no lo tenía. Eso llegó a conocimiento del juez Garzón, porque yo envié una carta al diario El País. Me pidieron un peritaje, en el que yo expliqué el tema, como lo hacemos los historiadores, basándome en las fuentes, y muy especialmente en ese discurso, y fui convocado a la Audiencia Nacional. El Juez Garzón me tomó declaración, el informe se tradujo al inglés y se trasladó a Londres. Esa fue mi participación en el proceso.
¿Qué sintió usted con este caso y la impunidad final de Pinochet?
Tuve en su momento, y lo conservo todavía, un sabor agridulce. No hay que olvidar que Augusto Pinochet permaneció 503 días detenido en Londres, lo que significó un golpe irrecuperable para su soberbia. Era una persona muy soberbia, muy autoritaria, que se creía por encima del bien y del mal, que se consideraba el salvador de Chile y una especie de campeón mundial del anticomunismo. Por lo tanto, esos 503 días no se los quitó nadie. La segunda idea importante es que, cuando sus abogados perdieron los sucesivos recursos, debieron recurrir a alegar que el general Pinochet prácticamente era un enfermo, con unas capacidades mentales muy disminuidas, y eso también significó una humillación de gran tamaño.
“El exilio es algo muy universal. Lo que vivieron los hijos de los exiliados chilenos lo viven hoy millones de refugiados en el mundo. Los padres de los niños chilenos eran todos muy jóvenes cuando tuvieron que abandonar su país. Sus carreras acababan de empezar cuando tuvieron que dejarlo todo atrás. Sus hijos siempre estaban ahí, pero nunca en primer plano. En nuestra película, se les da voz propia, no como representantes de la oposición a Pinochet, sino como afectados indirectos”, señala Thomas Grimm. Su película documental “9/11 Santiago – Escape from Pinochet” será exhibida en el canal germano ARD el mismo 11 de septiembre. Asimismo, el Goethe-Institut Chile proyectará la cinta el 20 de septiembre a las 20:00 horas en la Cineteca Nacional, seguida de un coloquio con el director y algunos de los protagonistas.
Desde hace tres décadas, Thomas Grimm realiza películas de motivación biográfica e histórica que documentan la realidad bajo la premisa de la “memoria como responsabilidad”.
Su nuevo documental, 9/11 Santiago – Escape from Pinochet, retrata los destinos de la segunda generación de exiliados chilenos.
Habiendo huido con sus padres a la República Federal de Alemania (RFA) y a la República Democrática Alemana (RDA) siendo niños, tuvieron que enfrentarse a preguntas sobre su propia identidad a una edad temprana: ¿Quién soy, dónde me siento en casa, cómo deben transmitirse los recuerdos, cuáles de las historias de terror y huida de sus padres deben transmitirse, qué debe conservarse y qué debe superarse, cuáles son las razones para quedarse en Alemania o regresar a Chile?
El Goethe-Institut Chile proyectará la película de Grimm el 20 de septiembre, a las 20:00 horas, en la Cineteca Nacional, seguida de un coloquio con el director y algunos de los protagonistas.
Grimm es director de cine y escritor. Estudió Filosofía y Estética en la Universidad Humboldt de Berlín. Desde 1989 dirige la productora cinematográfica Zeitzeugen TV, con la que ha estrenado un gran número de documentales históricos contemporáneos. Sus películas más conocidas relacionadas con Chile son Roberto, el nieto de Erich Honecker (90 min., 2013) y El escape – El último viaje de los Honeckers (90 min., 2019). El libro El último Ciudadano de la RDA, la historia de vida de Roberto Yáñez y su familia en la RDA, fue publicado por Insel/Suhrkamp Verlag en 2018.
-Thomas Grimm, usted hizo una película sobre los hijos de chilenos exiliados y su crecimiento en Alemania. El factor decisivo para su huida fue el golpe militar, la toma del poder por Pinochet y la represión que la acompañó, que afectó especialmente a los partidarios del anterior Presidente, Salvador Allende. ¿De dónde viene el interés de un cineasta alemán por Chile?
-A principios de los 2000, empecé a trabajar en el cine sobre la familia Honecker. Como saben, Erich Honecker, antiguo Jefe de Estado de la RDA, huyó a la embajada chilena en Moscú tras el colapso de la Unión Soviética a finales de 1991. Tras ser juzgado por un tribunal alemán, en 1993 se exilió voluntariamente en Santiago junto a su esposa Margot y su hija Sonja. A través de este rodaje conocí a Carlos Puccio, que había estudiado cámara de director en la academia de cine “Konrad Wolf” de Potsdam, y, a través de esta colaboración, a muchos otros chilenos que estuvieron exiliados en Alemania Occidental y Oriental o que aún viven allí. Por desgracia, Carlos falleció prematuramente en 2014. Ya entonces deliraba con la idea de hacer una película extensa sobre los niños exiliados, pues este tema ya lo había descubierto por sí mismo artísticamente en sus películas de estudiante a finales de los años ochenta.
-Algunos de los exiliados vinieron a Alemania Occidental, otros a la RDA. ¿Cómo se decidió quién vino a qué Alemania?
-Por lo que sé, los partidos chilenos tomaron las decisiones al respecto. Los países socialistas, especialmente la RDA, ofrecían un clima favorable a la dirección de los partidos de izquierda chilenos. Como organización política, los funcionarios del partido, en los llamados “Estados hermanos” en particular, recibían apoyo, no solo financiero. Resulta interesante que en la RDA no existiera hasta entonces una legislación propiamente dicha al respecto, a diferencia de la RFA, donde el derecho de asilo ya estaba consagrado en la Ley Fundamental. Ya había personas que habían huido de la represión desde Grecia o España a la RDA, pero con los cerca de 2 mil refugiados procedentes de Chile hubo que crear una nueva situación jurídica con bastante rapidez. La inmigración chilena fue una especie de prueba para ver hasta qué punto se podía permitir que un grupo de exiliados más numeroso se autogobernara en su propia organización política. Así surgió la oficina “Chile antifascista” (CHAF), una autoorganización que más tarde sirvió de modelo para el CNA (Congreso Nacional Africano) y la SWAPO (Organización Popular del África Sudoccidental) en la RDA, entre otros.
-¿Podría identificar diferencias entre los que crecieron en Alemania Oriental durante un tiempo y los que vivieron en la RFA durante otro?
-No hay diferencias en los elementos básicos: aprender el idioma, enfrentarse al inicio de la pubertad, separarse de los padres y sus continuas luchas por la patria. En la RDA en particular, sin embargo, se fomentaban mucho las organizaciones juveniles, lo que significaba que todos se reunían de vez en cuando. Desde muy pequeños, solían estar en campamentos de pioneros o en actos solidarios, por lo que los niños chilenos mantenían un contacto regular, razón por la que todos se conocen relativamente bien.
-El punk –la música, pero también el estilo de vida– fue importante en el crecimiento de algunos de los hijos de los exiliados, entre ellos, Claudia González Espíndola y su hermano Rod González, que ahora es miembro de la banda de rock alemana Die Ärzte. ¿Puede explicar por qué el punk en particular?
-Eso también fue una sorpresa para mí: para algunos de esos chicos, el punk era un movimiento musical y una subcultura que les liberaba del corsé de sus padres y de la presión del trabajo solidario, y eso desempeñó un papel tanto en Alemania Occidental como en Alemania Oriental. Si quieres liberarte, necesitas algo con lo que conectar. El punk era una forma estupenda de escapar por completo de las convenciones, tanto paternas como de la sociedad de acogida, porque entonces a los punks se les miraba con recelo desde todos los frentes.
-Su película 9/11 Santiago – Huida de Pinochet se proyectará con motivo del 50 aniversario del golpe militar que tuvo lugar el 11 de septiembre de 1973. ¿Fue este día, que tuvo una influencia muy formativa en la sociedad chilena, decisivo para su interés en realizar esta película?
-El tema llevaba tiempo en mi agenda cinematográfica. Pero el 50 aniversario del golpe de Estado era una buena ocasión, también porque a menudo se necesita una para conseguir la aprobación de los proyectos y el consiguiente apoyo financiero.
-¿Cómo cree que fue la inmigración de chilenos a Alemania?
-Antes del golpe, la RDA estaba muy implicada en Chile, económicamente, pero también en forma de programas de intercambio para estudiantes, por ejemplo. Era un gran acontecimiento que también se fuera a crear un Estado socialista en el lejano sur, en el otro extremo del mundo, por así decirlo. No acababan de entender que el Estado chileno se basaba en principios democráticos y no en una dictadura centralista como la de Alemania del Este. Pero eso no importaba a la hora de prestar apoyo; la población de la RDA era abierta y reaccionó solidariamente con los exiliados. En la RFA también hubo una gran disposición a ayudar –en el libro que publicará la Agencia Federal de Educación Cívica para acompañar la película, los ayudantes alemanes también dan su opinión, describiendo la situación desde su punto de vista–. En Occidente, sin embargo, también había estados federales donde estos “revolucionarios, comunistas y socialistas” no eran bienvenidos.
-Sin embargo, en su película aparece una imagen positiva de la inmigración. ¿Quería también, en cierto modo, dar una señal para el presente y el futuro?
-La cuestión de los refugiados se ha convertido en un tema central y, en mi opinión, a menudo se debate sin tener en cuenta a las personas. Se habla de cuotas, de alojamiento, de repatriación… pero se presta muy poca atención a lo que esto significa para los afectados. Por eso me centré en los niños, porque con grandes cuotas de refugiados, también llegan al país muchos jóvenes, niños. Quería mostrar lo que significa crecer en una cultura diferente y al mismo tiempo tener la cultura de tus padres a tu alrededor todos los días. Es un doble proceso de emancipación, por así decirlo. Los niños del exilio tuvieron que crecer muy deprisa porque, por ejemplo, a menudo tenían que ayudar a sus padres en el supermercado, en el médico o en las oficinas, porque tenían que aprender la lengua alemana más rápidamente.
-“El exilio es algo para toda la vida, no se acaba”, dice uno de los protagonistas. Tanto si se quedaron en Alemania como si volvieron a Chile, los hijos de los exiliados parecen seguir siendo “los otros” en ambos países. En su opinión, ¿qué le hace eso a una persona?
-El exilio es algo muy universal. Lo que vivieron los hijos de los exiliados chilenos lo viven hoy millones de refugiados en el mundo. Los padres de los niños chilenos eran todos muy jóvenes cuando tuvieron que abandonar su país. Sus carreras acababan de empezar cuando tuvieron que dejarlo todo atrás. Sus hijos siempre estaban ahí, pero nunca en primer plano. En nuestra película, se les da voz propia, no como representantes de la oposición a Pinochet, sino como afectados indirectos. Debemos aceptar que los niños tienen su propia experiencia del exilio, diferenciada de la de sus padres. En particular, están marcados por la contradicción entre, por un lado, el deseo de sus padres de volver a Chile lo antes posible y, por otro, la necesidad de construir sus propias vidas en el país del exilio. Sobre todo, el largo periodo de exilio requiere mucha fuerza por parte de los hijos del exilio, ya adultos, para determinar su propia identidad entre el país del exilio y el país de nacimiento. Por cierto, este es un punto importante de nuestra película que va mucho más allá del tema chileno. Porque el problema del exilio y de la inmigración no puede considerarse únicamente según categorías cuantitativas, sino que debe considerarse también según las condiciones cualitativas del país de acogida.
-Para algunos de los retratados, el regreso a Chile se produce de forma tan abrupta como la huida a Alemania. Para los que volvieron a Chile desde la RDA, a veces fue incluso peligroso. ¿Por qué?
-Pinochet ya dijo en una entrevista, el día del golpe de 1973, que erradicaría el pantano marxista de Chile. Era un opositor absoluto del comunismo y, en consecuencia, de los Estados socialistas. Por consiguiente, las personas que se exiliaron en la RDA eran una espina clavada en su costado. Desde su punto de vista, todos los que regresaban del exilio en un Estado socialista eran comunistas y, por tanto, traidores. Por eso, a estos retornados se les mantenía después bajo vigilancia especial. Por eso, muchos se callaban dónde habían estado exactamente y solo respondían “Alemania” cuando se les preguntaba.
-Algunos, de hecho, volvieron a emigrar al exilio alemán tras regresar a Chile.
-Sí, en los años ochenta la situación política en Chile se había calmado un poco al principio. Hasta que en 1986 se produjo un atentado contra el dictador Pinochet. Este atentado, que se saldó con la muerte de personas inocentes, desencadenó otra oleada de represión, que agravó de nuevo la situación de los activistas de la oposición. Esto afectó especialmente a las personas que habían regresado del exilio, sometidas a vigilancia desde su reingreso en Chile. Dos protagonistas de la película vivieron esta situación extrema cuando eran niños. En un caso, la madre fue interrogada por personal de la DINA en la habitación contigua a la de los niños durante varias horas. En otro, la madre fue agredida y golpeada varias veces en la calle. En ambos casos, la única opción que les quedaba a las familias era huir de nuevo a Alemania, en un segundo exilio.
-Una última pregunta: hacia el final de la versión corta de su película, los niños exiliados que ahora viven en Chile vuelven a insinuar que viven en una democracia frágil. ¿Podría explicarlo?
-Intentaré responder a esto desde una perspectiva filosófica: no existe ningún orden social que permanezca estable y en su cenit civilizatorio a largo plazo. Esto significa que en cuanto las sociedades existen durante un periodo de tiempo más largo, acaban por pasar el cenit de su orientación civilizatoria y empiezan a volverse más inestables. Hemos podido observar esto desde la Antigüedad y podemos verlo hoy en Estados Unidos o en la República Federal de Alemania, que experimentó un rápido empuje neoliberal tras la unificación que antes habría sido impensable. Así es como cambian las sociedades, y yo diría que en este momento tenemos que prestar atención a la aplicación de los valores democráticos en todo el mundo, para que no sean sacrificados por una lógica inhumana de lucro. Así que esto no puede aplicarse solo a Chile. Sin embargo, Chile es, por supuesto, un país que parece haber permanecido dividido desde el golpe de 1973. Superar esto, sin embargo, es tarea del pueblo chileno y no un tema para un director de cine extranjero. Con “buenos” consejos, los alemanes se han excedido a menudo en la historia. Además, incluso después de más de 30 años, aún no hemos conseguido superar la división entre Alemania Oriental y Occidental.
Exposición encuentro zona centro a partir del viernes 4 de agosto en el Centro Cultural Tío Lalo Parra en Cerrillos.
Artesanía a 50 años del Golpe: la memoria en nuestras manos”
UNAR Artesanos de Chile junto al Centro Cultural Tío Lalo Parra, difunden la siguiente información: “Queremos invitar a toda la comunidad el día viernes 4 de agosto a las 18:00 horas a la inauguración de la exposición “Artesanía a 50 años del Golpe: la memoria en nuestras manos” en el Centro Cultural Tío Lalo Parra. @culturacerrillos”.
Agregan: “Esta exposición será el pie inicial de una serie de actividades de mediación en la Zona central del País, en el marco de este proyecto conmemorativo a los 50 años del Golpe de Estado”.
También indican: “La exposición reúne más de 80 obras de artesanos de distintos territorios del país, los cuales fueron invitados a realizar una obra que abordara la temática desde su experiencia personal (…) Los esperamos en Av. Camino a Lonquén #7518, Cerrillos, RM. (Estacionamientos por Fernández Albano)”.
Rodrigo Palma (8) y Jimmy Christie (9) desaparecieron de su barrio en Guayacán mientras jugaban la tarde de 24 de diciembre de 1973. Cuatro años después, sus cuerpos fueron encontrados por otros niños, enterrados en un lugar cercano a sus casas y sus cuerpos revelaron que murieron como consecuencia de impactos de bala de grueso calibre.
El Informe Rettig certificó en 307 los casos de menores de 20 años de edad que fueron ejecutados en dictadura. Las víctimas van desde niños de seis meses hasta la adolescencia, con 75 de ellos detenidos desaparecidos. Además, el Informe Valech sumó 102 casos en un anexo titulado Menores de edad detenidos junto a sus padres o nacidos en prisión. A la vez, la Comisión Valech acreditó que 2.200 niños y niñas sufrieron prisión política o tortura durante la dictadura.
Durante la tarde del 24 de diciembre de 1973, tres niños jugaban en las cercanías de la instalación cercana a los estanques para el almacenamiento de combustible en Guayacán, Coquimbo. Rodrigo Javier Palma Moraga (8), Jimmy Christie Bossy (9) y Nelson Patricio Díaz Gajardo jugaban hasta que el padre del último regresó del trabajo y se llevó al pequeño a su casa. Los otros dos niños se quedaron ahí y no regresaron nunca más a sus hogares.
Los vecinos se organizaron por parejas para buscarlos. Se vieron obligados a infringir el toque de queda que ese día por ser Navidad se alargó hasta las 21:00 horas.
Nelson Díaz, padre del niño Nelson Patricio, y Luis Varas, utilizaron un automóvil. Llegaron hasta la portería de los estanques. Allí se percataron que, extrañamente, no había ningún militar, ni guardia. Los estanques eran custodiados permanentemente por los militares. Horas antes habían constatado la presencia de muchos soldados que disparaban sus metralletas habitualmente. A los pobladores les habían dicho que ahí “se podían producir atentados extremistas”. El personal que custodiaba los estanques pertenecía al Regimiento de Artillería Motorizado Nº2 Arica de La Serena.
Los vecinos, alarmados y frustrados por la búsqueda inútil, regresaron a sus casas. Nelson Díaz y Luis Varas fueron detenidos por una patrulla de militares que revisaron el auto e, incluso, dispararon sobre el techo del Fiat-600. Contra la muralla y con las manos en la cabeza, fueron amenazados de muerte, en “caso de moverse o alarma”. Permanecieron allí, en espera de alguien de mayor rango. Luego, un capitán les presentó excusas y los dejó en libertad. Como consecuencia de la desaparición de los menores, la vida del barrió cambió radicalmente. La casa de Raúl Palma, padre de uno de los niños, se veía permanentemente custodiada. La población fue cercada y se sometió a las familias de los menores a arresto domiciliario. Toda la población fue allanada por militares armados, quienes los interrogaron sobre “la desaparición de los menores” y “qué sabían de eso”. Los padres de los niños eran trasladados a menudo al regimiento para ser torturados.
En agosto de 1978, niños del vecindario -que jugaban en el sector-, encontraron los restos de los menores sepultados a orillas del camino que conduce a la playa La Herradura, cercano a los depósitos de combustible, y a una distancia de, aproximadamente, 100 metros de las casas. Estaban a una profundidad no superior a 20 centímetros, lo que resulta completamente incomprensible dado que en el lugar se buscó afanosamente, incluso con perros policiales.
“Debido a esto y otros antecedentes presumimos que los cuerpos fueron colocados allí con posterioridad”, señaló el abogado Hugo Gutiérrez. En el Instituto Médico Legal de Santiago se realizaron los peritajes. Los padres fueron citados para la entrega de los restos, entrevistándose con un médico legista, que practicó la autopsia. Les indicó que la causa de muerte era “a consecuencia de impactos de bala de grueso calibre, provocándoles la destrucción del 75% del cráneo”, y agregando que “esos proyectiles los usa solo el Ejército”. Sin embargo, el médico les señaló que “no podía certificar esa causa de muerte”. “Efectivamente el certificado señala ‘causa de muerte indeterminada’”, agregó Gutiérrez.
Se presume que el grupo que estaba de guardia en ese momento fue el que fusiló a los niños. Después, escondieron los cuerpos para volver a enterrarlos en las cercanías cuando la búsqueda de la policía y los vecinos terminó. Por eso no había ningún militar cuando los vecinos los buscaron en los estanques. Los padres nunca presentaron el caso en ninguna instancia, por temor.
En 2010 se estableció un memorial para no olvidar el triste hecho ocurrido en plena noche buena.
En la querella interpuesta años más tarde se apuntó como inculpados a Ariosto Lapostol Orrego, comandante del Regimiento de Artillería Motorizado Nº 2 Arica de La Serena, y a su ayudante Juan Emilio Cheyre Espinoza y fue dirigida también en contra del dictador Augusto Pinochet. Asimismo, se acusa a Osvaldo Pincetti del secuestro de los padres de los niños y al oficial Carlos Verdugo Gómez, quien formaba parte de la Unidad Especial de Inteligencia del Regimiento Arica, por ser quienes habrían coordinado el traslado de los cuerpos a otros lugar.
En agosto de 1978, los cadáveres de ambos niños fueron entregados a sus familias en urnas selladas y con certificados de defunción que no especificaban sus causas de muerte. Una de las diligencias solicitadas por Gutiérrez fue la exhumación de los cuerpos, lo que fue ordenado por el juez Juan Guzmán. Sin embargo, la causa fue seguida por el ministro Jorge Zepeda, quien finalmente la sobreseyó argumentando que los niños habrían muerto al caer cerca de los estanques de bencina.
En su declaración al informe Valech en 2010, la madre de Jimmy Christie relató que el día 11 de enero “llegaron a mi casa los militares diciendo que el Comandante Ariosto Lapostol me necesitaba, al llegar allí al Regimiento me pidieron el carnet y me llevaron por un pasillo, me vendaron la vista, me colocaron en una camilla me amarraron y me empezaron a dar agua tibia azucarada con varias cápsulas y tabletas”. En total, fueron 12 pastillas que habrían sido suministradas por el doctor Díaz Pacci.
En este escenario, la mujer detalló cómo pretendieron llevarla a inculparse por la desaparición de los niños: “Tocaban una música muy suave, cada vez me preguntaban que dónde tenía los niños, fueron interminables las veces que me hicieron la misma pregunta, hacían girar la camilla, eso me produjo mareo, deseos de ir al baño, pero ellos seguían preguntando la misma pregunta, me dolía todo el cuerpo, lo único que deseaba es que esa interrogación terminará, pero nada pasó, a mi marido le decían que yo estaba con el Comandante Lapostol… cosa que no era así ya que estaba sometida diariamente a interrogaciones”.
En su declaración, María Bossy asegura que “nunca ha existido la voluntad de llegar a la verdad en este caso y que se hayan creado historias inverosímiles para justificar lo injustificable, posteriormente a esta exhumación, y a la investigación que se realizaba, el máximo tribunal determinó que el caso que seguía el Juez Juan Guzmán lo siquiera el Juez Jorge Zepeda quien nunca dilucidó absolutamente nada, quedando nuevamente este caso en la más completa inmunidad”.
Las familias de los niños demandaron al Estado chileno ante la Corte Internacional de La Haya, pero a pesar del dictamen favorable el caso sigue sin responsables. Desde entonces, luchan porque el caso tenga justicia y ambas víctimas sean reconocidas como tales por el Estado de Chile.
En 2021, la madre de Rodrigo Palma Moraga, Ana Rosa Eugenia Moraga, concedió una entrevista al diario El Día donde dio cuenta de parte de lo que le ha tocado vivir en todos estos años, después que el cuerpo de su hijo fuera encontrado sin vida enterrado en las cercanías de su hogar, en Guayacán, Coquimbo, cuatro años después de haber desaparecido mientras jugaba.
A ella no le cabe ninguna duda de que los militares asesinaron a los dos niños: Rodrigo Palma Moraga y Jimmy Christie Bossy y también da cuenta de un misterio que no han podido resolver, como es la desaparición de dos funcionarios de la Policía de Investigaciones, a quienes nunca más han podido ubicar y que tendrían antecedentes claves del caso. Ella cree que los hicieron desaparecer.
“Hice todo lo que puede hacer una madre en busca de un hijo. Nosotros a los cuatro días de desaparecidos sabíamos con mi esposo lo que había pasado. Hay dos personas de Investigaciones (PDI), que nunca, nunca más pudimos volver a encontrar en 40 años. Nos ayudaron incluso a buscarlos otros detectives, no pudimos. Ellos fueron Beltrán y Díaz (no recuerda sus nombres). Ellos nos dijeron, ‘señora Eugenia, don Raúl, no hemos visto matrimonio como ustedes, con esa unión y cómo el tremendo dolor no los ha hecho distanciarse, al contrario, se han unido más’. Ellos nos dijeron (los policías), ‘a los niños de abajo les dispararon, de los estanques. Vieron que arriba había movimiento y les dispararon, cuando vieron que eran niños quizás qué hicieron, no los van a ver más’. Y a esos detectives no los vi nunca más. Los hemos buscado, los han buscado, me ayudó la misma PDI a buscarlos”, relató.
Ella reabrió la causa con una nueva querella el año 2001. Narra que desde que desaparecieron los menores “luché y seguí adelante, seguí, seguí”.
Pero reconoce que cuando se extraviaron los dos niños esa fatídica Navidad de 1973 fue terrible, no solo por lo tremendo de no saber dónde estaban, sino que por la crueldad de los militares que la torturaron a ella y a su marido para poder obtener algún tipo de información.
En relación a su matrimonio con Raúl Palma, ya fallecido, indicó que “fuimos muy unidos, estuvimos casados 58 años. Ni hablábamos, nos mirábamos y ya sabíamos lo que queríamos. Mezclamos mucho, lo amargo con lo dulce, eso nos permitió sobrevivir mucho tiempo”.
Recordó que uno de los momentos duros fue cuando fueron torturados por lo militares, para lo cual los trasladaron al regimiento de La Serena.
“Me llevaron a la cámara de tortura, a mi esposo (ese día) lo dejé con mi hija de seis años y le dije usted no suelte a su papá, a su mamá no le va a pasar nada. ¡Ay, Señor!, no te imaginas. A él también lo torturaron, lo quemaron entero, lo drogaron, le dio un ataque al corazón. Todo para ver si sabíamos algo y no hallaron nada mejor que decirme después, ‘ve ahora usted está segura que tiene un marido limpio’. Después fueron a pedirme perdón a la casa porque se habían equivocado».
Más de 400 personas marcharon el sábado bajo la lluvia por las calles de Santiago de Chile, la capital, para recordar a los 119 detenidos desaparecidos de la llamada operación Colombo, durante la dictadura chilena.
"Es un acto de memoria para que la gente, la población, la opinión pública sepa que no los hemos olvidado, que aquí faltan muchos", dijo Mario Aguilera, de 71 años, quien participó en la marcha.
La procesión, encabezada por 119 siluetas en representación de las víctimas, pasó por distintos puntos emblemáticos de la lucha por los derechos humanos.
Todo eso en el marco del 50º aniversario del golpe de Estado en contra del gobierno de Salvador Allende (1970-1973), el 11 de septiembre de 1973. Tras el derrocamiento militar se instaló una dictadura que dejó más de 3.200 víctimas, entre muertos y desaparecidos.
Familiares de la Agrupación de Detenidos Desaparecidos de Chile participan en una marcha conmemorativa del asesinato de 119 militantes de izquierda víctimas de la llamada "Operación Colombo" a manos de los organismos de seguridad de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) en Santiago, el 22 de julio de 2023.AFP - MARTIN BERNETTI
"Estoy aquí porque siempre estuve buscando a mi hijo, desde que supimos de su detención", aseguró Hilda Saldívar, de 93 años y madre de Gerardo Silva Saldívar, detenido desaparecido.
La marcha comenzó en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, pasó por las afueras del palacio gubernamental de La Moneda, la plaza de armas de la capital y concluyó en el Museo de Bellas Artes.
"Es fundamental que un pueblo recupere, ejerza el derecho y ejercite su memoria histórica, porque la memoria es lo que nos permite avanzar", destacó Roberto D’Orival, de 62 años y hermano de Jorge D’Orival, otro detenido desaparecido.
La operación Colombo, montada en 1975 por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), fue una acción de desinformación para intentar desligarse de la responsabilidad en las detenciones y desapariciones de opositores políticos.
Para dicha operación, la dictadura trasladó cadáveres de detenidos desaparecidos en Chile hasta Argentina y montó allí escenas para sugerir que su muerte se produjo en enfrentamientos o ajusticiamientos internos entre miembros del chileno Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
El siguiente paso fue la publicación de artículos en medios desconocidos en Argentina y Brasil, sobre la supuesta muerte de cerca de 60 militantes del MIR en varios países de América Latina, especialmente en Argentina, por presuntas en pugnas o ejecuciones internas.
Dicha información luego fue replicada por diarios chilenos en julio de 1975.
En esos momentos, Naciones Unidas y organismos interamericanos ya acusaban al régimen chileno de graves violaciones a los derechos humanos.
En las diferentes versiones de la campaña de desinformación se mencionaba a 119 personas, en su mayoría militantes del MIR pero también de otros partidos o sin militancia política que fueron detenidos en Chile entre mayo de 1974 y febrero de 1975 por la dictadura.
Por este caso, la justicia desaforó y procesó a Augusto Pinochet en 2005, aunque con la muerte del exdictador, en diciembre de 2006, este fue sobreseído.
A 50 años del Golpe de Estado que dio inicio a la dictadura de Pinochet, un usuario de Twitter elaboró un hilo informativo para desmentir uno de los argumentos esgrimidos por la derecha para justificarlo: La mala situación económica de Chile y la responsabilidad del Presidente Salvador Allende.
Luego de muchas voces desde la ultraderecha que han justificado el Golpe de Estado de Pinochet bajo la premisa que el Presidente Salvador Allende tenía a Chile en una pésima situación económica, un usuario de redes sociales elaboró un informativo hilo de Twitter para desmentir este argumento.
Usando documentos oficiales, Nick Heumann quiso demostrar la injerencia de Estados Unidos, incluso antes de la llegada de la Unidad Popular al poder, para desestabilizar a Chile en materia económica y política. Todo esto, en la previa de la conmemoración de los 50 años del bombardeo a La Moneda.
“Últimamente a muchos les ha dado por justificar el Golpe de Estado por la situación económica del país, de la cual gustan responsabilizar a Allende. Pero pocos conocen la gigante intervención de EEUU por desestabilizarlo, que comenzó al menos 6 años antes de su elección”, inició su relato.
“Tras la elección de 1958 en que Allende perdió contra Alessandri, y sobre todo tras la revolución cubana, EE.UU. comenzó a temer una victoria de Allende. Por ello comenzaron a preparar estrategias para intervenir en la elección de 1964 entre Allende y Frei”, añadió, adjuntando el primer documento en su tuit.
Surgimiento de las primeras fake news
Además, Heumann expresó que en Estados Unidos “decidieron que la Democracia Cristiana era la mejor opción para apoyar y derrotar a Allende en 1964. Para ello, financiaron su campaña política, cubriendo la mitad de los gastos. Hicieron también una campaña de propaganda MASIVA anticomunista para causar temor a la población”.
“Esta campaña utilizaba ‘propaganda negra’, es decir, generaban material que hacían pasar por ser del Partido Comunista, cuando en realidad no lo era. Financiaron artículos de diario, radios, panfletos, animaciones y más. Gastaron más dinero per cápita en las elecciones chilenas que las de EE.UU.”, continuó, en lo que se denominan las primeras fake news en medios de comunicación.
El usuario, físico de profesión, pero comentarista político en sus redes, ahondó aún más en las mentiras expuestas en medios, al decir que “hicieron especial énfasis en apelar a las mujeres chilenas y su religiosidad. Algunos spots de radio eran simplemente disparos y gritos, seguidos de una mujer que decía ‘los comunistas mataron a mi hijo si no quieres que esto ocurra a ti, vota Frei’”.
El triunfo de Frei ante Allende
Heumann aseveró que esto tuvo éxito. “Frei ganó las elecciones con una abrumadora mayoría de voto femenino. Los esfuerzos de EE.UU. continuaron hacia las elecciones del 70, pero no fue suficiente, y Allende ganó. Chile fue el primer país del mundo en elegir un líder socialista de forma democrática”.
“Esto fue llamado ‘La vía chilena al socialismo’. Lo que otros intentaron mediante o violentas revoluciones, Chile logró de forma totalmente pacífica. Y ese fue el peligro. Durante décadas USA vendía el socialismo como algo inherentemente totalitario. Allende amenazaba esta idea”, continuó.
Es ahí donde Estados Unidos habría aumentado su ofensiva contra el gobierno de Allende, de acuerdo al tuitero citado. “Tras la victoria de Allende (y antes de su inauguración) se reunió de emergencia Richard Helms, Kissinger y Nixon para discutir opciones de evitar que Allende asuma la presidencia o derrocarlo después. Notas tomadas a mano por Richard Helms, director de la CIA:
1 chance de 10, pero salvar Chile!
Vale la pena el gasto
No importan los riesgos
No involucrar embajada
10M USD disponibles, más si hace falta
Trabajo a tiempo completo para nuestros mejores hombres
Hacer gritar la economía
“Inicialmente, el plan de EEUU era influir en el Congreso chileno para evitar que ratifiquen a Allende como presidente. Sin embargo, se dieron cuenta que no sería posible en el corto tiempo. Por ello, en un cable del 21/09/1970, deciden optar por la vía armada”, aportó.
El gran problema: El general Schneider
El hilo de redes sociales continuó exponiendo documentos en donde Estados Unidos comienza a desestabilizar a Chile económica, política y socialmente, con la idea que sea el Ejército el que decida actuar por cuenta propia.
“Phillips y Broe ordenaron a sus agentes en Santiago: ‘Comenzar una campaña de rumores. Asígnenle a agentes de bandera falsa ir a bares e iniciar al menos tres rumores al día por los próximos 10 días’. En un cable aún más siniestro, la agencia solicitó a sus agentes crear ataques terroristas que fuercen a seguidores de Allende a defenderse. Esa lucha sería el pretexto para que el ejército se tome el poder. Hicieron total uso de sus recursos de noticias (Como El Mercurio) y sus grupos terroristas como Patria y Libertad”, reseñó.
Para comenzar a cerrar este extenso e informativo hilo, Nick Heumann mostró pruebas de cómo Estados Unidos se habría inmiscuido en el plan del asesinato del general René Schneider.
“Había otro problema: El general Schneider. ‘¿Qué nos asegura que el general Schneider no tomará acción que congelará a militares que de otra forma se habrían unido al golpe?» La solución al problema fue abducirlo o asesinarlo. La CIA preparó el plan. Schneider iría a una fiesta. Al salir sería secuestrado y sacado de Chile en avión Luego, el Ejército declararía una búsqueda en todo Chile, que sería un pretexto para allanar sedes socialistas. Frei renunciaría y se formaría junta militar”, informó el tuitero.
Con todo esto, ocurrido antes que Salvador Allende asumiera, el comentarista político quiso demostrar la injerencia de Estados Unidos en la desestabilización de su gobierno, avisando que pronto subirá documentos del periodo 1970 al 1973.
El espacio, ubicado a pasos de Plaza Presidente Balmaceda, fue un centro de detención y tortura que funcionó desde el 11 de septiembre de 1973 hasta 1976.
En el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe Militar, la delegada presidencial provincial de Melipilla, Sandra Saavedra, junto al Seremi de Bienes Nacionales, Andrés Hidalgo, encabezaron el operativo de recuperación de la ex Tenencia de Curacaví, lugar que estaba siendo utilizado de forma irregular por terceras personas, inmueble que fue declarado “Sitio de Memoria” el 2019, al haber sido centro de detención y tortura desde el 11 de septiembre de 1973 hasta 1976.
La máxima autoridad provincial, Sandra Saavedra, precisó que la ex Tenencia de Carabineros funcionó como tal hasta 1980, para luego pasar a manos de Bienes Nacionales, siendo este hecho un “hito importante”, en recuperación de la memoria histórica de la comuna.
“Estamos muy contentos y conformes de esta acción que ha realizado el seremi de Bienes Nacionales con el Ministerio, en poder recuperar este espacio de memoria, sobre todo en un año tan importante como este, donde conmemoramos los 50 años del Golpe Cívico-Militar”, indicó.
La autoridad provincial explicó que “éste fue uno de los primeros centros de detención en la Provincia de Melipilla, por el cual pasaron muchas personas, hombres y mujeres que fueron vil mente detenidos contra su voluntad, torturadas, y algunos efectivamente ejecutados en este mismo lugar. Nosotros creemos que la memoria hay que mantenerla, estos espacios debemos recuperarlos, no solamente para las agrupaciones de derechos humanos, sino que para la comuna, para sociedad, provincia y Región Metropolitana”, enfatizando que “un pueblo sin memoria, no tiene futuro”.
Por su parte, el seremi de Bienes Nacionales, Andrés Hidalgo, detalló que “éste es un sitio fiscal, que ha sido declarado monumento, que fue un centro de detención, tortura y exterminio durante la dictadura. Lo acabamos de recuperar, acabamos de realizar un desalojo”, detallando que “durante mucho tiempo fue mal utilizado, había recibido un mal uso, y desde ahora será entregado a una organización civil, que lo pondrá en valor y le dará el objetivo correspondiente que es, precisamente, colaborar en garantías de no repetición”, detallando que la “Agrupación Social y Cultural Derechos Humanos Curacaví” le será entregado dicho espacio.