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Algo germina aún en el reseco Puangue

Destacado Sala Sol en lecho Estero Puangue LAGC Sala Sol en lecho Estero Puangue

La “Coordinadora territorial cuenca del estero Puangue”, nombre que fue acordado en un homenaje al asesinado comunero mapuche Emilio Catrillanca, es una agrupación ciudadana enfocada en intentar comprender las causas de los problemas socioambientales locales que la institucionalidad no puede o no quiere enfrentar; por supuesto, también se pretenden acciones concretas, sumar fuerzas haciendo consciencia y así, mitigar en lo posible.

“La Coordinadora” nace de la iniciativa del colectivo nacional “Guardianes del Bosque” por reforestar primero el incendiado Cerro Mauco y luego el sector de la piedra tacita, sitio patrimonial ubicado en el extinto “balneario de Curacaví”, sitio en que previamente fue necesario retirar camionadas de basura acumulada allí durante años; a estas actividades fueron adhiriendo: el Taller de Artes Curacaví, colectivo Cinema en Espiral, Sala Sol, grupo ambiental de Colliguay y simples vecinos de Curacaví y María Pinto.

Considerando que su ámbito natural de acción abarca todos los valles y sitos aledaños a que ha dado vida el estero Punague, desde Colliguay hasta Melipilla; en oposición al egoísmo cavernario imperante, promueve la consciencia crítica por el bien común, el desarrollo sustentable, el buen vivir, el protagonismo ciudadano, la democracia, la equidad en todos los ámbitos y el respeto, ojalá amor a la naturaleza.

Parte de los asuntos que se han abordado en el último tiempo

1) Escasez de agua: para consumo humano y riego, especialmente en las zonas de secano; acentuada por el abuso y especulación con los aberrantes derechos (privados) del agua, único país en el mundo; acaparamiento en embalses como en Colliguay; monocultivos altamente exigentes en riego; proliferación de parcelas de agrado con pozos profundos; sobreexplotación de áridos en el estero Puangue, desconocimiento y vulneración total de los caudales mínimos ecológicos y carencia de regulaciones estatales.

2) Vertederos informales: en riveras del estero Puangue, orillas de caminos vehiculares y periferia de poblaciones; fomentados por ausencia de un sistema civilizado de manejo de residuos sólidos domiciliarios que fomente las antiguas 3 erres: reciclar, reducir y reutilizar.

3) Contaminación del agua: por la agricultura convencional, muy demandante en agroquímicos y riego con canales de aguas servidas; diversas explotaciones pecuarias intensivas cercanas a acuíferos y/o zonas pobladas; actividad minera e importante aporte de herbicidas, a la napa freática, por parte de la concesionaria de la ruta 68.

4) Deforestación y erosión: del suelo en el escaso bosque esclerófilo; por actividad inmobiliaria, inescrupulosa venta de loteos de minúsculos sitios en laderas y total libertinaje en la construcción de multitud de precarios caminos de tierra, sin una mínima conducción de aguas lluvia; por último, amagos de incendios forestales originados en quemas ilegales y frecuentes descuidos de los nuevos e inexpertos colonos en los cerros.

5) Polución: en la principal zona de renovación de ¿aire?, más bien smog, para el asfixiado Santiago; por empleo de leña y falta de incentivo al uso y producción de energías limpias; persistencia en la obsoleta práctica de “quemas agrícolas”: absurda pérdida de materia orgánica que luego deberá ser repuesta con fertilizantes químicos que, a su vez, se percolan hasta el agua de los pozos; también, hay que agregar la creciente cuota de gases carbónicos de la ruta 68, más la contaminación acústica y el paradojal aislamiento a que episódica y arbitrariamente se nos somete…..¿estaremos en la lista de zonas de sacrificio?.

Roberto Trincado C., es entomólogo, acarólogo y un simple ciudadano de Curacaví
Modificado por última vez enLunes, 26 Agosto 2019 12:31
Roberto Trincado Cvjetkovic

Cuando mi viejo consiguió la “pega” soñada: trabajar con caballos todos los días, conoció a mi madre, profe de una remota estancia ovejera de Magallanes y nací en 1961; pero, como las fibras naturales sucumbieron a la novedad del momento, el Nylon, finalmente terminamos migrando a la bella quebrada Maquehua de Curacaví. Por entonces tenía 6 años y fascinado con la, otrora, muy otrora, naturaleza exuberante del valle y con el trabajo de campo, ya a los 14 estaba estudiando agricultura en Rinconada de Maipú. Allí, un día, aprendiendo a sembrar almácigos, nos tocó escuchar, de cerca, la balacera que exterminó a unos supuestos “extremistas”; también aprendimos que la niñez y los sueños duran poco en dictadura. Por suerte, descubrí la Entomología, en que pude refugiarme, en parte, de la contingencia y hacerme el oficio soñado: estudiar y manejar “bichos” con Control Biológico.

Paralelamente, apoyé el retorno a la “alegría”, convencido de que nuestro generoso mundo puede ser feliz; también, conocí el amor que, pese a ser como las olas del mar, me regaló a Diego y Cristina, mis hijos y “roca angular”. En fin, ha sido una vida sencilla pero que encantado repetiría. Lástima que morí; en el 2015, ya con más de 50, cuando se muere para casi todo en Chile, descubrí una corruptela en el SAG y ahora, “independiente” (cesante encubierto) y zombi sin paz, no dejo de retorcerme de envidia por la política perfecta de las abejas; es que es tan poco lo imprescindible: agua, 3 comidas al día y un poco de amor; ¿y donde está lo “sapiens” que, se supone, nos identifica?.

Sitio Web: https://www.artropodos.cl/

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