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Viajar a diario en el Curacaví Rural: un relato de mi recorrido diario

El recuerdo del traslado desde mi casa en Cerrillos a Santiago, ida y regreso, en mi época de estudio y ahora trabajo, es recurrente. Eran tiempos de buses con horarios continuados, aunque con algunas discontinuidades e inconvenientes; por ejemplo, no podía irme sentado en ellos durante el trayecto cuando era estudiante, una consecuencia del Decreto 212. Hoy después de la pandemia se suma otra: dejó de estar este flujo constante de buses y sólo pasan tres recorridos al día, siendo el único de regreso a las 19:00 horas y llega cerca de las 20:00 horas a Cerrillos. Este lamento, producto de la pandemia, es ahora más parte de la realidad de muchos curacavinanos que se trasladan diariamente a estudiar o trabajar y tienen inconvenientes para movilizarse hacia y desde el Curacaví rural.

 

Toda persona o ciudadano tiene una necesidad esencial y es: poder acceder a servicios mínimos de movilización y conectividad desde su hogar hasta distintas ubicaciones geográficas, y algo apremiante es que para fines como los de estudio o de trabajo, exista un servicio de transporte eficaz en el cumplimiento de tal fin. No importa si uno vive en una misma ciudad o en las afueras. Es impensable que un habitante de Tokio, Londres, París o que viva en la periferia de estas grandes urbes, no cuente con esta facilidad, algo muy importante en estos países pues el Estado es garante de regular un buen servicio, que no signifique un gasto significativo al bolsillo, y al mismo tiempo, sea cómodo y eficaz, si de tiempo se trata, para poder llegar de forma expedita a su trabajo o de vuelta a su hogar.

 

Lo realmente existente del sector rural de mi comuna, principalmente para los que vivimos en Unión Chilena, Cerrillos, Santa Inés, El Ajial, Lo Prado y Patagüilla dista mucho de esa realidad orientada al servicio de los ciudadanos. Desde el 2020 hasta incluso hoy, cuando han amainado un poco los efectos sociales de la pandemia del COVID 19, el flujo continuo de transporte por mi sector es ya cosa del pasado y por el contrario, si no se alcanzan buses colapsados en las mañanas, nos vemos obligados a llegar al cruce de Los Panguiles. Al ver lo sensible de la situación, la Municipalidad de Curacaví, logró establecer buses gratuitos en tres recorridos, para los vecinos. Una medida acertada y que muestra el tino de nuestras autoridades, pero no resuelve el enorme gasto que significa para personas de pocos recursos, tomar un colectivo hasta Panguiles y luego la locomoción para sus trabajos o lugares de estudio. Se han creado grupos en whatsapp para suplir esta carencia, lo que informaliza este problema, que debe ser prioridad del Estado o de quienes se concesiona este servicio.

 

Con los anuncios que realizó el gobierno del presidente Gabriel Boric, de expandir la red de transporte a la V Región, integrando comunidades y la esperada noticia de las zonas de exclusión, esperemos con integración tarifaria en transporte para las provincias de Talagante y Melipilla, pienso en mi comuna, Curacaví, e inclusive la comuna de María Pinto: deben ser incluidas en este plan y es necesario que el Estado considere nuestra situación, pues todo transporte público debe permitir que la fuerza laboral pueda llegar de forma eficaz, módica y económica a su lugar de trabajo u hogar, a partir de este 2023 que, pareciera aproximarse el fin de la emergencia del COVID 19 y de la subsecuente pandemia. Medidas que tuvieron como consecuencia proteger a la población, pero ahora ya no tienen razón de ser. Creo, además, el Estado debe tener mayor control y regulación del transporte público en la comuna de la chicha y los dulces chilenos, dejando de lado políticas de libre mercado atadas a la subsidiariedad. El axioma del neoliberalismo respecto que toda actividad humana se autorregula por sí misma (aunque ya sepamos, el mercado desregulado tiene fallas intrínsecas propiciadas por la codicia), marca el fundamentalismo de la intervención mínima del Estado e induce un claro efecto sobre la calidad de vida con criterios que no conciben al transporte como un bien público; un servicio que sea parte de un nuevo Estado de Bienestar y Social de Derechos, algo en Chile es urgente y de mucha falta.

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