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Germán Silva Cuadra

Germán Silva Cuadra

Psicólogo, Académico, Consultor y Socio EQL.

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El factor Camila

Atrás quedaron los veranos tranquilos y apacibles en que la clase política se “retiraba” a sus refugios en lagos y playas, y los medios de comunicación los entrevistaban de lo humano y lo divino en “chalas y short”. Eran dos largos meses en que no pasaba nada importante. Hasta que Bachelet se enteró por la prensa del caso Caval, estando en Caburgua; Piñera viajó a Cúcuta para invitar a venezolanos a Chile; y, ahora, el tema de los indultos, que terminó por cerrar un difícil 2022 para el Gobierno, en un tema que –parece– se extenderá al menos por gran parte del verano 2023.

Atrás también, muy atrás, quedaron las declaraciones que la entonces integrante del comando del electo Presidente Boric, Camila Vallejo, realizó en la víspera de Navidad de 2021. Según la entonces diputada, había que "empujar los cambios desde el Gobierno y la calle". La ministra de mejor desempeño de La Moneda ha sido clave para proyectar un cambio de tono y sentido de realidad, en un momento de evidente crisis política para el oficialismo. Aunque algunos no quieran reconocerlo o, tal vez, asumirlo.

Lo cierto es que Vallejo ha asumido un rol estratégico para el Gobierno. No solo convertida en mano única del Mandatario –con la caída de Jackson–, sino marcando los puntos de inflexión en una administración en dificultades. Con total autonomía de su partido, mostrando una seguridad envidiable y literalmente “operada de los nervios” a la hora de ejercer la vocería de Palacio, la ministra ha sido clave al momento de proyectar rutas de salida frente a los constantes errores no forzados cometidos por diversas autoridades del Ejecutivo, incluido el Presidente Gabriel Boric. Sin ir más lejos, la declaración de la ministra respecto a que al Jefe de Estado le habría faltado información a la hora de cursar los controvertidos indultos, fue la señal más clara de reconocimiento de la falta de prolijidad en este verdadero autogol. Hasta ese momento, la ambigüedad había dominado en el Gobierno.

Sin duda, la única manera de salir de un impasse de esta magnitud es partir por lo básico: admitir los errores, los que, en este caso, fueron de fondo y especialmente de forma, como elegir para el anuncio justo el momento en que se estaba a punto de alcanzar un acuerdo en seguridad –arruinando meses de conversaciones y concediéndole un triunfo a la oposición–, o las desafortunadas declaraciones del Presidente que hicieron reaccionar a la Corte Suprema. En los días previos, La Moneda intentó comunicar con señales: la salida de dos fusibles importantes, como la ahora exministra Ríos y el jefe de gabinete del Mandatario, este último, un hombre de la máxima confianza para Boric. De hecho, la declaración de Camila Vallejo proyectó la voluntad del Ejecutivo de abrirse a una salida poco cómoda, como revertir el decreto –cosa que hoy no está contemplada en la ley– o aceptar la decisión de la Contraloría, lo que, a estas alturas, resultaría la mejor salida para La Moneda.

La ministra de la Segegob está demostrando que, hoy por hoy, es la persona que más aporte le hace al Gobierno, y por supuesto, al Presidente Boric. Porque, aunque Carolina Tohá se ha afirmado en su rol, tiene la debilidad de estar asociada a la seguridad pública, un flanco muy vulnerable. Usando frases cada vez más lúdicas –como esa de “no somos superhéroes, esto no es Marvel”– y con un tono empático, proyecta cercanía con la gente, cosa que la mayoría de sus colegas no ha podido lograr. De hecho, llama la atención la falta de posicionamiento de dos ministros claves para la ciudadanía: Carlos Montes (Vivienda) y Ximena Aguilera (Salud). Esta última, la más ausente en lo público, pese a la tremenda capacidad y experiencia que tiene, más aún cuando existe un fuerte rebrote de COVID que ha significado el retroceso de algunas medidas en varios países de Latinoamérica, como Brasil y Colombia.

Pero por muy importante que sea el rol de la vocera, si el Gobierno no hace una reflexión profunda –insisto, profunda– sobre cómo se ha manejado en estos primeros diez meses, los costos irán aumentando, en un año con una economía muy adversa (podemos llegar a -1% de crecimiento) y el proceso constituyente en su segunda parte. Y la oportunidad está al frente. El inicio del segundo año, el 11 de marzo, puede ser el punto de inflexión para proyectar una voluntad de cambio. Sumar más experiencia, abrir la base del Gobierno, diversificar las vocerías, definir y alinear un relato y, por supuesto, prepararse mejor para enfrentar crisis.

Este es un buen momento para definir escenarios y fijar posibles cursos de acción. Es un hecho que las tarifas del transporte deberán subir –ahora serán $40–, que enfrentaremos un plebiscito y que la economía estará fatal. Pero también el Gobierno tendrá oportunidades, como la tramitación de la reforma de pensiones. Recordemos que el solo anuncio del proyecto implicó la subida de 8 puntos en las encuestas para Boric, aunque el efecto fue muy corto, producto de la seguidilla de errores no forzados que vinieron después.

Fuente: El Mostrador

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