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Derechos laborales, una prioridad en la nueva Constitución

Si persistimos en el camino constitucional para avanzar en igualdad, cohesión social y bienestar, nuestro pacto social debe reconocer la contribución que diariamente hacen los diversos trabajadores y trabajadoras a lo largo y ancho de Chile, dentro y fuera del hogar, sin exclusiones. Con esta nueva conmemoración del 1 de mayo, la historia nos inteperla a estar a la altura de este desafío. 

Italia es una república democrática fundada en el trabajo. Esta afirmación que hoy llama la atención consiste en nada menos que el primer artículo de la Constitución italiana aprobada en referéndum en 1948 por una nación que, en proceso de reconstrucción después de la guerra que asoló Europa de la mano del fascismo y el nazismo, apreció en el trabajo uno de los pilares sobre los cuales era posible y deseable constituir la convivencia y cohesión de una sociedad que debía enfrentar un futuro incierto y sombrío.

El constitucionalismo latinoamericano no se queda atrás. Se reconoce a la Constitución mexicana de 1917, redactada luego de la Revolución zapatista, como una de las mayores referentes del mundo en materia de derechos laborales (de hecho, inspiró a nuestra Constitución de 1925).

Estableció un verdadero catálogo, que contemplaba, entre otros, la jornada máxima de 8 horas, salario mínimo, remuneración suficiente para mantención de la familia, derechos sindicales, reparto de utilidades y nada menos que el derecho a la igualdad salarial entre hombres y mujeres.

Mucha historia ha corrido desde entonces. El mundo, las sociedades y el trabajo son hoy muy distintos y en los tiempos que corren desastres y reconstrucciones dejaron de ser episodios excepcionales para convertirse en paisaje permanente. Asimismo, la época de expansión de los derechos y las libertades ha dado paso a otra en que ellos deben ser defendidos de los embates del populismo autoritario y del neoliberalismo a destajo.

A pesar de eso, o más bien precisamente por eso, se hace ineludible hoy el desafío de reponer en todas las instancias posibles el valor del trabajo como factor del reconocimiento, integración y respeto recíprocos sobre los que se funda la democracia y de que las condiciones efectivas en las que éste se desarrolle darán cuenta fiel de la justicia, equidad y bienestar del que disfruten las sociedades.

Esa tarea deberá plasmarse en nuestro actual debate constitucional, pero dado el vertiginoso dinamismo de las formas de trabajo en las economías actuales será necesario establecer una referencia universal que permita dar cuenta de todas ellas.

Tal referencia debería ser la del trabajo decente, concepto acuñado por la OIT y agenciado por el chileno Juan Somavía, que permite responder a las diversas realidades del trabajo del presente y del futuro, a partir de dotarlo de ciertos atributos y estándares mínimos de dignidad.

Trabajo decente significa la oportunidad de acceder a un empleo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres (OIT, 2019).

Así, corresponderá cerrar las brechas que persisten en el trabajo dependiente, ampliando los ámbitos de la negociación colectiva como derecho de las y los trabajadores organizados sindicalmente, removiendo los obstáculos para el ejercicio efectivo de la huelga; actualizar los estándares de los estatutos laborales de las y los funcionarios públicos y poner freno a la precarización generada por la aplicación abusiva de la externalización de servicios, así como la figura de los “falsos honorarios”.

Por otro lado, la consitucionalización de las condiciones que definen el trabajo decente permitirá abordar con eficacia la laboralización de las formas de trabajo que crecientemente genera el avance tecnológico, como el trabajo para plataformas deslocalizadas y el teletrabajo.

También esta será una oportunidad para debatir sobre el reconocimiento y redistribución del trabajo doméstico y de cuidados, labor que aporta, según la Cepal, el 20% del PIB de los países de la región. Pero, más allá de la fundamentación económica, que ha llevado al Banco Central a recoger estudios sobre la situación en Chile, el hecho de que sea efectuado casi totalmente por mujeres agrega el imperativo de avanzar para que esta realidad no sea un obstáculo para alcanzar la igualdad sustantiva.

En conclusión, la conceptualizacion del derecho al trabajo decente, así como la incorporación de un robusto catálogo de derechos laborales en su conjunto, será neurálgico en la nueva Constitución.

Si persistimos en el camino constitucional para avanzar en igualdad, cohesión social y bienestar, nuestro pacto social debe reconocer la contribución que diariamente hacen los diversos trabajadores y trabajadoras a lo largo y ancho de Chile, dentro y fuera del hogar, sin exclusiones. Con esta nueva conmemoración del 1 de mayo, la historia nos intepela a estar a la altura de este desafío.

Fuente: El Desconcierto

“Tenemos la posibilidad de instalar la voz del pueblo en una nueva Constitución”: Karen Araya

En entrevista con ElSiglo.cl, la candidata del Partido Comunista en la Región Metropolitana para el Consejo Constitucional, habló de cómo encara esta compleja elección, de las perspectivas de transformación que ofrece este nuevo proceso constitucional y sobre las críticas que recibió el acuerdo político. Estableció que “tenemos un desafío enorme de redactar y aprobar un texto constitucional que logre reflejar las aspiraciones de las mayorías” y exhortó a “reconstruir las confianzas con la ciudadanía”.

Karen Araya Rojas es madre de tres hijos, profesora de profesión, militante del Partido Comunista (PC), presidenta del comunal de La Florida del Colegio de Profesores y Profesoras. Es secretaria general del sindicato número uno de trabajadores de la Corporación Municipal de La Florida, uno de los más grandes de la región que agrupa a trabajadores y trabajadoras de la educación.

Hace más de ocho años que está en estas lides sindicales, sumando también un largo trabajo político electoral en la comuna de La Florida. Por todo esto se pone en sus hombros la enorme tarea de ser parte del Consejo Constitucional representando a la Región Metropolitana. “La madre de todas las batallas” como tildan en la prensa la elección en la capital, que estará disputada por 30 nombres para escoger solo cinco al órgano que armará el nuevo texto constitucional.

En entrevista con ElSiglo.cl, Karen Araya habló de cómo encara esta compleja elección, de las perspectivas de transformación que ofrece este nuevo proceso constituyente y sobre las críticas que recibió el acuerdo político.

 

¿Cómo surge esta candidatura? ¿Cómo la enfrentas?

Soy dirigenta sindical hace ocho años más o menos, actualmente soy la presidenta del comunal de La Florida del Colegio de Profesores y Profesoras y secretaria general del sindicato número uno de trabajadores de la Corporación Municipal de La Florida, uno de los sindicatos más grandes de la región. Creo que es esa trayectoria la que me respalda y me empuja a estar en esta candidatura donde buscamos llevar la voz del mundo social, sindical y popular.

Tenemos una posibilidad real de romper con las reglas impuestas por la dictadura, tenemos un desafío enorme de redactar y aprobar un texto constitucional que logre reflejar las aspiraciones de las mayorías y avanzar hacia un proceso de consolidación democrática, del ejercicio de los derechos y libertades de las personas y avanzar hacia un Estado social y democrático de derechos. Nuestro principal objetivo es garantizar los derechos de las y los trabajadores, como el empleo seguro, remuneraciones dignas y también las condiciones de sus familias. El pilar de nuestra candidatura es llevar las demandas del pueblo.

 

¿Cuál es tu mirada respecto a las críticas del acuerdo político y la desafección ciudadana frente a este nuevo proceso?

Sabemos que este proceso no es muy aceptado por todo el mundo, porque cerramos este acuerdo político jugando cartas que impuso la derecha. Pero eso debemos dejarlo atrás y pensar que hoy tenemos la posibilidad de instalar las demandas del mundo social que se hicieron escuchar en el estallido social. Nosotros debemos correr el cerco lo que más podamos. Tenemos que reconstruir las confianzas con la ciudadanía, porque lo que estamos haciendo es seguir firme con el proceso que se votó en el primer plebiscito donde por amplia mayoría se votó por una nueva Constitución. Más allá de la derrota del 4 de septiembre seguimos luchando por la dignidad para nuestro país. Para todos fue muy difícil asumir la derrota del 4 de septiembre, pero nos tenemos que levantar con más fuerza y como militancia tenemos que motivar a todos nuestros cercanos, porque tenemos un desafío enorme, tenemos la posibilidad de instalar la voz del pueblo en una nueva Constitución.

 

El proceso anterior fue criticado, entre otras cosas, por lo extenso, porque la bajada comunicacional no fue tan buena y la ciudadanía no alcanzó a digerir algunos temas. Hubo una contracampaña muy fuerte desde el inicio ¿Cómo se corrige?

Tenemos un desafío porque nosotros recogemos las críticas que hubo al proyecto de nueva Constitución que, por una parte, fueron por lo extenso del borrador y otras tiene que ver con temas inentendibles para la ciudadanía. En ese marco separamos las legítimas críticas de lo que fueron las mentiras que instaló el poder económico y la derecha a través de sus medios. Creemos que la nueva Constitución debe hacer hincapié en el desarrollo económico y sostenible, en los derechos de Salud, de Educación y Vivienda, que son los más sensibles para la gente. Pensamos que no tenemos que abordar todo en profundidad y dejar ese trabajo a los legisladores. Por otra parte, tenemos que fortalecer nuestra capacidad de llegar al pueblo, porque finalmente queremos mejorar la calidad de vida de la población y tenemos que ir instalando esta idea en la sociedad. Por eso iremos a conversar con la gente y en eso la militancia también tiene un deber de bajar y explicar la información porque, por ejemplo, no es justo que la gente cuando se enferma deba hacer un bingo para salvarse. Tenemos que ir explicándolo de la mejor manera y para ello es fundamental un contacto permanente y directo en los territorios.

¿Qué no debe faltar en esta nueva propuesta?

Debemos mejorar los mecanismos para un sistema político que se traduzca en la participación ciudadana en la creación de políticas públicas, el Estado debe superar la subsidiaridad, debemos abordar la crisis climática, garantizar los derechos de la Salud, Educación, Vivienda, Seguridad Social, Trabajo, entregar igualdad a las mujeres, a las diversidades y a los pueblos originarios, es decir, debemos asegurar que todos los habitantes de nuestro país puedan desarrollar su proyecto de vida de la manera más óptima posible.

 

¿Qué se viene en el corto plazo en materia de candidatura?

En marzo comienza la campaña, ahora estamos armando nuestro equipo y avanzando en recoger demandas desde la ciudadanía, las organizaciones, para reforzar nuestra propuesta que no solo representa al Partido Comunista sino que pretende contemplar las aspiraciones del pueblo en su conjunto. Por eso reitero que es fundamental trabajar en esta nueva posibilidad, a pesar de la fuerte derrota anterior los y las invito a que nos levantemos con toda la fuerza y valentía porque lograremos derrotar la constitución de (Augusto) Pinochet.

Fuente: El Siglo / Autor: Daniela Pizarro Amaya

  • Publicado en Nacional

El pueblo, debe resolver directamente la cuestión de la constitución.

La derrota en Chile del referéndum constitucional también fruto de una hábil campaña de la derecha. Una conversación con Pablo Monje Reyes

Los chilenos rechazaron el proyecto de una nueva constitución progresista en el referéndum de principios de septiembre con una clara mayoría. ¿Era previsible esta derrota electoral?

La derrota fue un tsunami que nos golpeó mucho más fuerte de lo esperado. Pero el rechazo al proyecto de constitución no puede ser visto fuera del contexto de las luchas sociales y políticas en Chile durante las últimas décadas. Hubo un movimiento juvenil masivo, el movimiento supremo de mujeres, el movimiento ambientalista, el movimiento laboral y muchos más. Todos pelearon sus batallas, pero no principalmente una lucha por una nueva constitución. Un resultado de la lucha es el cambio en el sistema político desde 2011: solo desde la introducción del sistema representativo la izquierda ha podido ganar mandatos. Y eso es lo que pasó.

¿Y cómo entonces la cuestión de la constitución se convirtió en el centro de las luchas?

Bajo el segundo gobierno de Piñera, Chile cayó en una profunda crisis económica en el otoño de 2019, y la deuda récord de los hogares provocó la explosión social. Después de eso, las numerosas organizaciones se formaron para un proceso constituyente, pero la base para esto fueron las protestas sobre una base económica. Es una crisis financiera del capitalismo financiero. En noviembre de 2019, este movimiento cobró fuerza en todas las ciudades importantes de Chile, participaron todos los sindicatos importantes y el Congreso de Valparaíso estuvo sitiado durante días. Como salida a esta crisis, la derecha firmó el pacto por la nueva constitución con la izquierda socialdemócrata. Los comunistas no participaron. Porque desde nuestro punto de vista, el soberano, el pueblo, debe resolver directamente la cuestión de la constitución.

Sin embargo, los comunistas luego tomaron parte en la redacción de la constitución y en la campaña para su adopción con toda su fuerza. ¿Qué errores se cometieron?

El movimiento ha sufrido mucho por la desmovilización provocada por la pandemia. Se lograron éxitos electorales, los comunistas y la izquierda se fortalecen hoy. Durante la pandemia, el socialdemócrata Boric también ganó las elecciones contra la ultraderecha fascista. Sin embargo, eso no significaba automáticamente que se hubiera fijado el rumbo para una constitución progresista. Porque la derecha entendió muy rápido que se trataba de un debate ideológico. Así que se comprometió de lleno en la lucha y así mostró más conciencia de clase que muchos izquierdistas, promovió la propiedad privada y despertó temores de expropiación. La Asamblea Constituyente inició su campaña apenas se puso en marcha, nueve meses antes que los proponentes. Dentro de la asamblea, su apoyo del 30 por ciento no logró detener el avance de los progresistas, por lo que recurrió a una diatriba que despojó a la asamblea de su legitimidad.

La derecha controla todos los principales medios de comunicación en Chile y también tiene una influencia significativa en las redes sociales. Pero, ¿es eso suficiente explicación?

Los recursos de la derecha, por supuesto, jugaron un papel. Además de las fuerzas socialistas y comunistas, la "lista del pueblo" de los movimientos sociales era la fuerza más poderosa del campo progresista. Se concentraron en trabajar en la Asamblea Constituyente, pero cuando llegó el momento de la campaña electoral, carecieron de capacidad de movilización. Por lo tanto, no dieron a conocer la bondad de la constitución. Como resultado, en muchos lugares la mayoría votó en contra de sus propios intereses. La mayoría de las mujeres rechazaron el borrador, aunque les otorgó derechos sin precedentes.

¿Qué lección clave puede sacar la izquierda de esta derrota?

Para la izquierda, esta es una lección importante: un movimiento necesita habilidades organizativas cuando se involucra en la lucha por el poder con la clase dominante. Y fracasará si no tiene el poder de popularizar sus ideas.

Fuente: taz.de &/ Interview: Torge Löding, Buenos Aires

  • Publicado en Mundo

El retorno de los «políticos» y el rol del Congreso: Las nuevas reglas del juego tras el lapidario triunfo del Rechazo

Un arduo camino de casi tres años, desde el estallido social al plebiscito de salida, terminó con las aspiraciones de una Nueva Constitución, al menos tal como fue planteada en el último proceso constituyente. La ruta desde ahora deberá reformularse, con reglas nuevas y, probablemente, otros jugadores. La pelota volvió al Congreso y son los políticos quienes deberán dilucidar la fórmula para empezar todo de nuevo.

– “Este momento histórico seguramente quedará guardado en nuestras memorias por mucho tiempo”, dijo Gabriel Boric.

El presidente fue la primera autoridad del gobierno en votar. Llegó el pasado viernes a Punta Arenas, un día después que un grupo golpeara a su hermano, Simón, en plena Alameda. “La violencia es inaceptable en cualquier circunstancia (…) ya sea en el caso de mi hermano o en el tremendo y desgarrador atentado en Contulmo”, comentó después de votar.

Además de la agresión en contra de su hermano y los hechos perpetrados por la Resistencia Mapuche Lafquenche, donde además de quemar un Molino, hirieron con munición de guerra a un adulto mayor que terminó con la pierna amputada, la última semana fue particularmente violenta. Polarizada, dirían algunos, como el pasado fin de semana con huasos repartiendo huascazos en la Alameda y un carretón intentando atropellar a varios ciclistas.

De ahí que la señal durante la mañana de ayer no fuera otra que invocar a la “unidad nacional”. “Independiente de cuál sea el resultado, el rol que voy a jugar como Presidente de la República, y al cual nos vamos a empeñar en conjunto con todos ustedes, es el de encontrarnos como país”, dijo mientras un niño disfrazado de Superman jugaba a su alrededor. Un superhéroe en miniatura montado en una bicicleta que daba vueltas en torno al mandatario, como dibujando un círculo imaginario de protección.

En Santiago, a más de 2.000 kilómetros de Punta Arenas, también comenzaban a votar otros personajes. En medio de una batahola de periodistas, llegó a sufragar el expresidente Lagos, acusando un “estado de odiosidad” que no era “viable en una sociedad civilizada”.

“Me temo, que lo que debía haber sido una fiesta de reencuentro de los chilenos, ha terminado siendo un proceso donde Apruebo y Rechazo son muy equivalentes”, fustigó en medio de los gritos de algunos detractores. Luego, emplazó a Boric a “afrontar las definiciones” necesarias “por el bien de Chile”.

Las horas pasaron sin mayores sobresaltos, marcadas por la lentitud en algunas sedes y la asistencia masiva a los locales de votación. Los primeros resultados llegaron desde el extranjero, donde se consolidó la opción Apruebo con un 70% de las preferencias. A medida que la tarde avanzaba, comenzaron a llegar partidarios a los comandos del Apruebo en la sede del Partido Radical, en el barrio Paris-Londres, y a las sedes del Rechazo ubicadas en tres puntos distintos de la capital.

Pasadas las 5 de la tarde, con un plazo de cierre anterior al resto del país por la zona horaria, los canales de televisión se concentraron en los recuentos a viva voz en Magallanes, mostrando cómo el Rechazo acumulaba preferencias. Todavía, sin embargo, quedaba mucho en juego. Mientras los timoneles del Apruebo se encerraron a seguir los cómputos en una sala sin acceso a la prensa, en los centros del Rechazo se comenzaron a corear los primeros “ceacheí”.

El primer informativo del Servel permitió conocer menos del 1% de las mesas escrutadas, sacando aplausos en el comando del Apruebo, cuya opción sumó poco más del 50% de los votos. El guarismo sirvió para descomprimir el ambiente y sembrar algo de esperanza en un sector más bien cauteloso.

En el gobierno, al parecer, tenían las cosas un poco más claras. Poco después del primer cómputo, los técnicos comenzaron a desmontar los parlantes del balcón del Presidente Boric, los mismos que habían sido instalados a la espera de un discurso de cara a la Plaza de la Constitución.

El segundo cómputo inclinó definitivamente la balanza hacia el Rechazo. Luego vino el tercero y el cuarto, sumando una tendencia bastante clara. Al final, con el 99,95% de las mesas escrutadas, el Rechazo se impuso con un 61,86% frente al Apruebo que llegó al restante 38,14%. Fueron 3 millones de votos de diferencia. Una paliza.

En los comandos del Rechazo se entonó el himno nacional. Ximena Rincón abrazó a Fuad Chahin, Cristián Warnken celebró junto a los amarillos y hasta José Antonio Kast, quien había permanecido hasta ahora en las sombras, reapareció para subrayar que el triunfo del Rechazo era un “tremendo fracaso del Presidente Boric y de todo su gobierno”.

En la sede del Partido Radical, en tanto, una pantalla gigante iluminaba un escenario con imágenes de las miles de personas que repletaron la Alameda en el cierre de campaña. Al frente, las sillas vacías evidenciaban la mas cruda postal del fracaso. Tuvieron que pasar algunas horas para que alguien del sector asumiera la derrota. “Reconocemos este resultado y escuchamos con humildad lo que el pueblo de Chile ha manifestado”, dijo Vlado Mirosevic.

Al caer la noche, en cadena nacional, el presidente Boric reivindicó el derecho a escribir nuestra propia historia y recordó un punto que hasta entonces pocos habían reparado. “No olvidemos por qué llegamos aquí, ese malestar sigue latente y no podemos ignorarlo”, dijo.

La historia, para bien o para mal, había comenzado mucho antes.

Chile

2 años, 10 meses y 14 días

Toda historia tiene un comienzo y un fin. Y en medio, un tiempo incierto de definiciones. Y es que entre el comienzo del estallido social, el 18 de octubre de 2019, y el plebiscito de salida para una nueva Constitución pasaron 2 años, 10 meses, y 14 días. Un tiempo más bien corto, aunque repleto de sucesos importantes.

No hay que olvidar que todo partió por un ingenuo meme publicado en redes sociales donde un puñado de escolares llamaban a evadir el metro. El alza de 30 pesos en el transporte público, desató una ola de estudiantes saltando torniquetes. Al igual que en la revolución pinguina de 2006, los secundarios fueron quienes llevaron la batuta.

Las autoridades tampoco ayudaron a aplacar los ánimos. Un ministro sugirió levantarse más temprano para pagar menos, otro recomendó comprar flores porque habían bajado de precio y el más despitado dijo en televisión “esto no prendió cabros”.  La desconexión entre la clase política y los ciudadanos de a pie fue total. Incluso Piñera fue fotografiado, al comienzo de los primeros incendios en el metro, celebrando el cumpleaños de uno de sus nietos en un restorán en la comuna de Vitacura. “No lo vimos venir”, fue la frase que resumió el proceso, pronunciada por la entonces intendenta Karla Rubilar.

La ceguera fue brutal, considerando las numerosas alertas previas. Los movimientos sociales venían hacía rato mostrando las grietas de un país desigual y los informes del PNUD (Programa de la ONU para el Desarrollo) advertían que si no se hacían ajustes se incrementaría la conflictividad social. Los números eran (son) elocuentes: el 1% más rico de Chile concentra el 49% de la riqueza, el 50% de los trabajadores gana menos de 380 mil pesos y el 94% de las mujeres jubila con la mitad del sueldo mínimo.

Piñera, entre medio, anuncia una guerra contra “un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie”. El gobierno finalmente decreta estado de excepción y los militares son convocados a resguardar el orden público. Una semana después de las primeras manifestaciones, se realiza la “marcha más grande Chile”, convocando a más de un millón de personas en Plaza Italia, rebautizada desde entonces como Plaza Dignidad, escenario de rudos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes durante los primeros meses post estallido social.

A casi un mes del inicio de la revuelta, el INDH reportó a 217 personas con traumas oculares y 345 querellas en contra de agentes del Estado, 245 de ellas por delito de tortura y 58 como episodios de connotación sexual. El estado de inestabilidad política y social derivó en un gran acuerdo para una nueva Constitución, firmado el 15 de noviembre del 2019, tras 15 horas de conversaciones entre parlamentarios oficialistas y representantes de partidos de la oposición, a excepción del PC.

En la instancia donde participó Gabriel Boric se establecieron los puntos principales para un “Acuerdo por la Paz Social y nueva Constitución”, entre ellos la convocatoria a un plebiscito para definir qué tipo de Convención redactaría una nueva carta magna. Un mes después, un grupo de manifestantes bañaría de cerveza a Boric, acusándolo de traidor por haber «salvado» a Piñera del cadalso.

El 25 de octubre de 2020, finalmente, la propuesta de reemplazar la Constitución de Pinochet fue aprobada con un 78% de adhesión. Poco después se elegirían los 155 convencionales y se daría inicio a la propuesta para instaurar la primera Constitución paritaria del mundo.

La sorpresa de la jornada fue el inesperado triunfo de la Lista del Pueblo, un grupo de independientes de izquierda, sin militancia política, que obtuvieron 884 mil votos y terminaron eligiendo a 27 convencionales, uno menos que el pacto del Frente Amplio y el PC. En total, las fuerzas favorables a transformar el modelo representaban al menos dos tercios de la Convención.

El constitucional más votado del país, Daniel Stingo, fue el primero en salir a rayar a la cancha: “Aquí no ganó la derecha…ahora tienen una minoría. Nosotros vamos a poner los grandes temas porque nosotros representamos a la gente. Los que ganamos”, comentó en el programa Estado Nacional.

La derecha, el otro tercio, acostumbrada a inflar su presencia producto del binominal, comenzó a quejarse de su aislamiento y escasa influencia. Las posiciones se fueron atrincherando y la polarización comenzó a ganarle terreno al diálogo. De ahí en más la historia es conocida: Rodrigo Rojas Vade nunca tuvo cáncer, la Lista del Pueblo terminó por desaparecer, el PC y Frente Amplio jamás cuajaron como coalición y la derecha comenzó a decantarse por el Rechazo. Todo en medio de una campaña del terror plagada de fake news.

La propuesta Constitucional fue finalmente presentada al país el 4 de julio, destacando un nuevo sistema político, el reconocimiento de los Pueblos Originarios, el principio de paridad, el derecho humano al agua y la consagración de un Estado ecológico y social de derechos, entre otras prerrogativas. Dos meses más tarde la iniciativa sería rechazada.

El futuro según los analistas

Pocos minutos antes de las 21 horas, el Presidente Boric apareció en cadena nacional. “El pueblo chileno no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución que la Convención le presentó a Chile y por ende ha decidido rechazarla de manera clara en las urnas”, reconoció.

“Esta decisión exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, (…) hasta arribar a una propuesta que nos interprete a todos, que nos una como país y allí el maximalismo, la violencia y la intolerancia con quien piensa distinto deben quedar definitivamente a un lado”, comentó rescatando los mismos tópicos que la derecha enarboló minutos antes en su discurso.

Dejar atrás cualquier atisbo de aspiración refundacional pareciera ser la novedad de un proceso que devuelve a la política tradicional el monopolio de los acuerdos y, a los partidos políticos, la llave del manejo institucional. Para Jorge Navarrete, analista y abogado, no hay que perder de vista los resultados que obtuvo la derecha en el Congreso. “Controlan la mitad del Senado y por lo tanto no va a ser una discusión fácil, los términos van a estar puestos justamente por quienes no tienen ninguna obligación ni apuro en negociar”, precisa.

Para Mario Álvarez, investigador del doctorado en comunicación de la Universidad de la Frontera y la Universidad Austral, repartirse el triunfo en Chile Vamos no será una tarea tan sencilla. “Van a querer repartirse la torta, lo que es natural, y como no están claros quién es quién, Ximena Rincón perfectamente puede presentarse como la líder que salvó a Chile”.

A juicio de Susana Riquelme, académica de la Universidad de Concepción y parte de la Red de Politólogas, ese será el principal escollo de la derecha: la ausencia de claridad respecto a si quieren reformar, iniciar un nuevo proceso, instalar una mesa de expertos o consultarlo con la ciudadanía. “No tienen una visión única, hay muchas incertezas”, agrega.

La oposición, pese a no tener el panorama muy claro aún, salió a buscar cabezas en el gobierno. “Es la derrota de la refundación de Chile y en eso no se puede disociar al gobierno. Evidentemente este tiene que ser un llamado a la reflexión”, dijo el presidente de la UDI, Javier Macaya, tras la victoria.

Para Navarrete, “la derrota electoral es una pasada de cuenta al interior del oficialismo en su versión más amplia, entre los sectores que representan el Frente Amplio, el PC, con los sectores que representan la exConcertación o la ex Nueva Mayoría”. “Ha habido una convivencia tensa, que me parece que estaba a la espera de este resultado electoral, y con buenas o malas razones, por unas y otras, va a ser una noche de cuchillos largos”, agrega.

Riquelme, por su parte, asegura que si la gente decidió votar Rechazo, “habrá que generar las acciones necesarias para poder hacer las transformaciones, porque con la actual Constitución habrá que hacer adecuaciones”, considera. El mismo presidente Boric, sin ahondar en controversias, aseguró que “hacer frente a estos importantes y urgentes desafíos requerirá prontos ajustes en nuestros equipos de gobierno”.

Cambios más, cambios menos, para Mario Álvarez la mayor debilidad del gobierno ha estado en la producción de sentido. “El gobierno va a tener que generar las condiciones de legitimación comunicacional para el discurso de las negociaciones que van a ser necesarias. No puede ser que se considere ‘cocina’ cualquier cosa que acuerde un político”, sostiene y recuerda que parte del diseño neoliberal fue precisamente “envilecer la política”.

Los problemas para el gobierno, sin embargo, no solo se encapsulan en el ámbito constitucional. Navarrete cree que se abrirán otros flancos. “Vamos a asistir a mayores episodios de violencia, no solamente vinculados a la manifestación política, sino también a otro tipo de fenómenos que hemos tenido que lidiar en las últimas décadas: lo que ocurre en la Macrozona Sur, el crimen organizado, el narcotráfico, lo que ocurre en las poblaciones”.

A diferencia del estallido social, agrega Navarrete, donde existía una legitimación respecto de la violencia como método para conseguir fines políticos, hoy existe “un cierto hastío, cansancio y temor en un sector importante de la población que, probablemente, forme parte de esa clásica aversión al riesgo que tenemos en Chile”, explica. De ahí que el presidente Boric hiciera un llamado a todas las fuerzas políticas a poner al país delante de cualquier legítima diferencia, intentando acotar los plazos para “un nuevo proceso constitucional”. Una instancia que vuelve todo el proceso a fojas cero y donde la derecha tiene mucho paño que cortar.

Fuente: El Desconcierto. / Autor: Claudio Pizarro y Rubén Escobar

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Sonreír por la Inclusión, una invitación para votar Apruebo

Así empieza la Nueva Constitución y este video de Sonreír por la Inclusión donde Diego Contreras, un chico de 16 años con infarto cerebral al nacer, nos da su testimonio e invita a votar Apruebo......

Nosotras y nosotros, el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones, nos otorgamos libremente esta Constitución, acordada en un proceso participativo, paritario y democrático.

CAPÍTULO I PRINCIPIOS Y DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 1

1. Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico.

2. Se constituye como una república solidaria. Su democracia es inclusiva y paritaria. Reconoce como valores intrínsecos e irrenunciables la dignidad, la libertad, la igualdad sustantiva de los seres humanos y su relación indisoluble con la naturaleza.

3. La protección y garantía de los derechos humanos individuales y colectivos son el fundamento del Estado y orientan toda su actividad. Es deber del Estado generar las condiciones necesarias y proveer los bienes y servicios para asegurar el igual goce de los derechos y la integración de las personas en la vida política, económica, social y cultural para su pleno desarrollo.

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Fernando Atria: en Chile el rechazo a la nueva Constitución sería “un callejón sin salida”

Chile se muestra dividido ante la decisión crucial que deberá tomar sobre una nueva Constitución, que habría de reemplazar a la de la dictadura de Pinochet. Conversamos con Fernando Atria, uno de sus cerebros.

Los chilenos se aprestan a optar por el "apruebo” o el "rechazo” a la nueva Carta Fundamental elaborada por la Convención Constitucional. Fernando Atria fue uno de sus integrantes. Hay quienes incluso lo consideran el ideólogo de este proyecto, lo que comenta, en conversación con DW, remitiéndose al afán "de la prensa de poner etiquetas”. Pero no cabe duda de que este abogado, profesor de la Universidad de Chile, es una figura influyente en este proceso, que culminará 4 de septiembre. Con él hablamos sobre el texto sometido a plebiscito y el momento que vive el país.

DW: Las últimas encuestas siguen dando una ventaja al rechazo. ¿Cómo evalúa esta situación?

Fernando Atria: Vamos a ver el 4 de septiembre cuán dividido está el país. No creo que se pueda dar por sentado el resultado del plebiscito en base a las encuestas. Hay varias cosas. La principal es que creo que estamos pasando por lo mismo que pasó el Reino Unido con el brexit, y Estados Unidos, en la elección de Trump, y es que estamos experimentando el impacto que tienen en la comunicación política las tecnologías de la información, el manejo de datos, etc. Ha habido una campaña muy bien financiada de los partidarios del rechazo, de la derecha, en contra de la Constitución, que se basa en cuestiones que no son correctas como descripción del contenido del texto, pero han sido eficaces en el sentido de suscitar dudas en mucha gente. Cuán significativo será eso, lo vamos a ver el 4 de septiembre.

DW: ¿Cuáles son los aspectos principales que destacaría de la Constitución propuesta?

Fernando Atria: Los aspectos principales están enunciados en la frase inicial de la Constitución, que dice: Chile es un Estado social y democrático de derecho, es regional, plurinacional e intercultural y ecológico. Y después dice es una república solidaria, su democracia es inclusiva y paritaria. Creo que esos son los elementos centrales.

Se reconoce la importancia y centralidad de los derechos sociales: derecho a la educación, a la salud, a la seguridad social, a la vivienda, a los cuidados, al trabajo… Ese es el corazón de la nueva Constitución.

Plantea que es un Estado plurinacional, que busca una relación de paz y reconciliación con los pueblos originarios, después de 200 años de vida independiente. En Chile, esa relación ha sido más bien tóxica. Y es un Estado Regional, porque la nueva Constitución pretende reorganizar la distribución territorial del poder.

DW: Plantea explícitamente un Estado ecológico…

Fernando Atria: Yo creo que esta es de las primeras constituciones, sino la primera, que se debate no solo en condiciones de crisis ambiental -eso no es nuevo-, sino también de autoconciencia de la crisis ambiental. Y eso ha llevado a que la preocupación por la naturaleza y sus derechos -porque la Constitución le reconoce derechos- haya estado en el centro de la discusión constituyente.

DW: ¿Qué significará esto en un país donde la minería, por ejemplo, tiene un papel central? ¿Qué cambio profundo en la economía supondría esto?

Fernando Atria: Efectivamente, supone un cambio considerable. La Constitución fija los nuevos términos, en el sentido de que, al reconocer derechos a la naturaleza, le pone urgencia a las medidas orientadas a proteger esos derechos. Pero, en los hechos, Chile está enfrentado, como todo el mundo, a la pregunta de cómo la conciencia de la crisis climática y ambiental ha de llevar a encontrar un nuevo balance entre desarrollo económico y naturaleza. Esa es una cuestión que no está respondida, a mi juicio, en ninguna parte. (…) La Constitución, por lo mismo, no podía proponer una solución definitiva a una cuestión que es una preocupación en el mundo entero. Lo que hace es poner la urgencia de la dimensión ambiental, y eso se traducirá en políticas orientadas a respetar los derechos de la naturaleza, que tienen que ser discutidas y decididas en Chile, como están siendo discutidas y decididas en el resto del mudo ante la crisis que se avecina, o que ya está entre nosotros.

DW: Y, en cuanto a los derechos sociales, ¿cómo se puede garantizar que esto se lleve a la práctica?

Fernando Atria: El texto constitucional, por cierto, no es suficiente, pero sí es necesario para dejar atrás esta idea de un Estado subsidiario que, en Chile, a diferencia de Europa, significa Estado neoliberal. Y se refleja en la mercantilización de áreas sociales, porque se entiende que el Estado solo puede actuar en materias de educación, de salud, en la medida en que no haya mercados privados que puedan actuar adecuadamente. Esa es la comprensión que se tenía en Chile del principio de la subsidiariedad.

Fernando Atria, abogado y docente de la Universidad de Chile.

La nueva Constitución lo que hace es desechar esa idea y reemplazarla por la de un Estado social, que, por cierto, no implica la realización inmediata de los derechos, pero sí es una condición necesaria para empezar a construir los sistemas o los servicios que esos derechos requieren. Esta Constitución entiende los derechos sociales no como una promesa de provisión individualizada, sino como la necesidad de que esas esferas de la vida -como educación, salud, seguridad social, vivienda- se organicen de modo de asegurar a todos condiciones de igualdad. Por ejemplo, el correlato del derecho a la salud no es un conjunto de prestaciones que se le asegura a cada individuo; es la existencia de un sistema nacional de salud que es universal, público e integrado, de modo tal que el acceso a la protección de la salud dependa de condiciones de necesidad, y no de capacidad de pago.

DW: ¿Cómo ve el escenario en caso de que gane el rechazo?

Fernando Atria: Yo lo veo como un callejón sin salida. Porque el pueblo chileno ya decidió en plebiscito, en octubre de 2020, que Chile necesitaba una nueva Constitución, y también decidió que ella debía darse a través de una Convención Constitucional. Por consiguiente, yo creo que, políticamente hablando, lo único que corresponde hacer en caso del rechazo es convocar una nueva Convención Constitucional. El problema es que, desde el punto de vista jurídico, el efecto del rechazo es que simplemente continuaría vigente la Constitución de 1980. No hay más.

Fuente_ DW / Autor: Emilia Rojas Sasse

 

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Raúl Zurita y la nueva Constitución: “Si no miramos el futuro con amor, no entendemos nada”

En tiempos de definiciones, Raúl Zurita no duda. Asegura que el Apruebo es un acto de amor hacia las futuras generaciones y que la propuesta, con sus errores y turbulencias, encarna todas las sensibilidades que representan al pueblo de Chile: «Yo me siento profundamente representado, pese a todas las mentiras construidas que han sido feroces”.

“La perversión de la palabra”, así llama el poeta Raúl Zurita, premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2020, a las campañas del terror que han proliferado de cara al plebiscito de salida sobre la propuesta de nueva Constitución. Dice que es una cosa muy “fregada” porque se pierden los significados y la mentira empieza a ganar terreno.

Si esto sucede, asegura, no existe posibilidad de debate. Y recuerda, como si fuera un cruel déjà vu, que la campaña de Frei y Allende también estuvo marcada por los infundios. Aunque advierte, con la convicción de quien ha vivido varios ciclos políticos, que este tipo de campañas siempre terminan revirtiéndose en contra de los mismos difamadores.

-Por eso ha dicho que aprobar la nueva Constitución es un acto de amor.

Sí, es un acto de amor por el futuro, por los jóvenes, por los niños y niñas. Por todos aquellos seres que nos sucederán. Uno piensa en los hijos, los nietos y nietas. Esta Constitución es para ellos. Es una especie de pasada de mano. Si no miramos el futuro con amor, no entendemos nada. A veces he dicho que el amor es la última barrera que uno le opone a la muerte. Por eso digo que es una Constitución de amor, con todos sus errores y turbulencias, fue el pueblo de Chile el que estaba ahí representado.

-¿Es la Constitución, en rigor, un gran poema colectivo?

Sí, lo es porque en su construcción intervinieron todas las sensibilidades, todas las posiciones, todas las clases. De allí surge un texto armonioso y bello, construido por todos. Yo me siento profundamente representado, a pesar de todas las mentiras construidas que han sido feroces. Recuerdo la campaña del terror en la elección de 1964 contra Allende, pero no se dan cuenta que de repente esas campañas se revierten contra ellos mismos. Eso, finalmente, es la perversión del lenguaje, porque al mentir las palabras empiezan a significar otras cosas. Ellos saben que están mintiendo, ellos saben que nadie va a meter a cinco familias de venezolanos en tu casa. Para mí es incluso más claro el fascista extremo, pero no este conglomerado medio resbaloso y amarillento. Tampoco quiero que sea interpretado como un ataque personal, pero siempre en la historia han aparecido personajes como los «amarillos por Chile» y su trasfondo de arribismo, además ese nombre “Amarillos por Chile”, tiene algo profundamente ridículo.

-¿Qué es lo que encarnan, en el fondo, estos personajes?

Encarnan los temores, los pequeños privilegios, la aspiración arribista, aunque la clase que verdaderamente detenta el poder nunca los aceptará como parte de los suyos. Estoy seguro que saben que la Constitución es una gran posibilidad, pero lo que los hace más turbios es que es un juego de poder de muy baja catadura. Entonces ahora, de repente, aparecen los iluminados. Siempre en la historia emergen estos personajes cuya ambición es tan grande como su insignificancia.

-Quizá están mostrando su verdadero rostro.

Yo creo que sí. Entiendo que hayan cambios, por supuesto, que alguien cambie de partido, pero el Plebiscito es un rasgo donde te reconoces con tu pueblo y, si no te reconoces con él, te perdiste para siempre.

-¿Lo decepcionó Lagos?

Sí, pero es algo antiguo, cuando a poco de asumir su gobierno se reunió con los empresarios en Icare y no le dio ninguna audiencia a la CUT. Yo lo había visto como un nuevo Allende y fue una equivocación mía, pero no recibir a la CUT me marcó y lo dije en una entrevista cuando él estaba con una aprobación de más del 70 por ciento. Lo de Lagos ha sido muy triste, que un tipo de su potencia y envergadura se haya convertido en nada, ni chicha ni limoná, como dice la canción de Víctor Jara. Es tan simple como eso.

-¿Qué es para usted un Estado solidario?

Un Estado solidario es donde uno sea digno de mirar y de ser mirado por otro. Si tú eres capaz de abrazar a otro y ese otro es capaz de abrazarte a ti, ambos son solidarios en su emoción, en sus diferencias, en sus cuerpos, en sus dolores. Siempre he imaginado que la única cosa que cuenta es poder abrazar a otro.

-¿Crees que faltaba reconocernos en cierto dolor colectivo?

Sí, por supuesto. Pero cómo no va a ser doloroso ver de repente un punto verde, en medio del desierto, y saber que el agua que se acaparó es de un tipo que exporta paltas. Las castas, en definitiva, son las que desnaturalizan la realidad. Ni siquiera se trata de un concepto religioso, como puede ser el hinduismo, sino que son castas porque están construidas en función del poder del dinero. En una sociedad de castas la única equivalencia es que un dólar solo es igual a un dólar, por lo que si tienes 100 dólares, vales 100 veces más que uno que solo tiene uno. Por eso prefiero infinitamente la igualdad de la dignidad y no la desigualdad del dinero.

-¿Qué piensa de la propiedad privada?

Es un derecho humano, pero me cuesta mucho entender esa avidez de ir acaparando todo.

-¿Cómo ha visto el proceso de discusión sobre el reconocimiento de los pueblos originarios, los debates que hubo al respecto?

El menosprecio hacia el indio, en esta sociedad de castas, ha sido feroz. Me da vergüenza repetir incluso las cosas que se dicen. Los patéticos llamados a los militares sin considerar, por ejemplo, el caso mexicano donde se militarizó la guerra contra los narcos. Es tan impresionante lo que la República de Chile, no los españoles, le hizo al pueblo mapuche, a los que se les despojó de sus territorios, se demonizó su cultura y su lengua.

-¿Por qué crees que emerge ese Chile tan reaccionario, duro y clasista?

Es producto fundamentalmente de la imposición de la tiranía del capital y de su expresión más totalizadora, extrema y enloquecida como lo es el neoliberalismo, donde el clasismo es más extremo que el de antaño, más cruel, duro y directo. Antes estaba el cristianismo y todo ese embeleco de la caridad. Es cierto que las condiciones de pobreza eran mayores. Ya no hay niños sin zapatos, esos “Piececitos de niño, azulosos de frío”, como decía Gabriela Mistral, pero esta impudicia de la riqueza en la actualidad es repugnante.

-Los plebiscitos son por lo general eventos polarizantes, ¿cómo ha visto el proceso de debate de ideas, si es que podemos llamarlo así?

Es la conocida actitud que tomó la dictadura: mentir, mentir, mentir, entonces te niegas al debate porque debatir es siempre enfrentarte con la esperanza. Ahora, mira, cómo explicar que cuando se hizo la editorial Quimantú, un producto de la Unidad Popular que se repartía en los quioscos, y estaba lleno de libros como habló Matamala en su gran artículo. Y después se dice que la gente no entiende lo que lee. ¡Pero, por favor, qué arrogancia!

-¿Hay una mirada oligárquica en todo eso?

Hay una revancha. Yo creo que lo que están haciendo es una campaña contra el estallido social. Una campaña por volver a una sociedad que se quería domesticada, a un país aplastado por la inequidad. A veces pienso si realmente lo saben. Si realmente se darán cuenta de lo que están haciendo. Incluso, a veces, llego a dudar.

-¿La banalidad del mal?

Puede ser la famosa banalidad del mal de la Arendt, sí.

-¿Cree que con esta nueva Constitución se dejará definitivamente atrás a Pinochet o todavía es un germen latente en el país?

Creo que es un germen que todavía está presente. Por eso la lucha contra el fascismo tiene que ser en todos los ámbitos: político, ideológico, cultural, histórico, pero nunca hacerle a un fascista lo que ese fascista no dudaría en hacerte a ti. Creo que eso sintetiza todo. Una lucha total en todos los frentes, pero nunca hacerles lo que ellos no dudaron en hacernos a nosotros.

-¿Qué es lo que más lo ha entusiasmado de la lectura de la Nueva Constitución? ¿Alguna frase, palabra o idea?

Me gusta el principio, entiendo que hay partes más áridas, más técnicas, que se pudieron haber explicado mejor. Es verdad, es como la canción de Milanés que citó la Michelle Bachelet: “No será perfecta, más se acerca a lo que simplemente soñé”.

-¿Con qué Chile sueña usted?

Sueño un Chile solidario, cuya dignidad no dependa del dinero.

-¿Cuáles son las nuevas luchas que vislumbra en el horizonte?

Siempre quienes han detentado el poder se niegan a entregarlo, eso es real. Entonces las nuevas luchas serán contra esa violencia, hasta que un día entendamos que es infinitamente mejor vivir en un país más pobre pero más igualitario que en un país más rico pero injusto.

-¿Le gusta un Presidente que lea poesía?

Me gusta, es una nueva actitud. Refleja un frescor, un interés por la cultura y eso me gusta mucho, por supuesto. Además es un ser sensible, que tiene lo que los sicólogos llaman “habilidades blandas” y una empatía que nace de un sentimiento real. También es alguien valiente, como lo demostró esa vez cuando estaba sentado en un banco en el Parque Forestal y le tiraban latas de cerveza, y aguantó todo sin moverse. Creo que en ese momento, al no moverse y salir arrancando como lo hubiera hecho cualquiera: sin aún saberlo, se decidió que sería él el Presidente de Chile.

-¿Cómo ha visto el vínculo que ha tratado de establecer con el allendismo?

Me parece bien, porque creo que es un vínculo profundo. El sueño de Allende era un socialismo con empanada y vino tinto, una vía democrática al socialismo. Yo creo que ellos están profundamente relacionados, más incluso de lo que Boric alcanza a entender. La actitud hacia el pueblo y el amor a él está en ambos.

-¿Qué poema debería estar en la memoria de todo mandatario?

El Canto General de Neruda. El comienzo de Alturas de Macchu Picchu. “Del aire al aire, como una red vacía, iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo, en el advenimiento del otoño la moneda extendida de las hojas, y entre la primavera y las espigas, lo que el más grande amor, como dentro de un guante que cae, nos entrega como una larga luna”. Es un poema que surge de las entrañas de la tierra, lo sintetiza todo.

Muerte sin esperanza

Como aquellos poetas acostumbrados a ver debajo del agua, Raúl Zurita asegura que la revuelta social no lo pilló de sorpresa. Estaba seguro que tarde o temprano algo explotaría. Y sucedió justo en un momento particular en su vida: lo estaban operando del corazón. “Mientras se estaba incendiando todo, yo estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Católica”, dice.

Allí, encerrado en su pieza aún convaleciente, comenzó a asimilar todo lo que estaba pasando a una cuadra de distancia. “Para mí el estallido tiene un significado especial. Fue muy impresionante estar viendo todo lo que estaba pasando y también sentir la impotencia de no poder participar”.

-¿Pensó en algún momento que no alcanzaría a ver ese futuro que avizoraba por la ventana?

Creo que uno llega a una edad en que todo es tarde, pero hay un momento en que la muerte se integra a ti. Es un descubrimiento tan personal. En el caso mío me di cuenta, de repente, que algo había hecho un click: la muerte dejó de ser una cosa retórica y se convirtió en un hecho íntimo que estaba ahí. Entonces cuando uno ve este mundo a punto de reventarse, cambia la perspectiva. Creo que estas pequeñas luchas que estamos librando, están sucediendo también en otras partes y, al final, son más o menos las mismas.

-¿Qué cosas desnudó el estallido social?

Desnudó cosas tan obvias, como la infinita desigualdad y el menosprecio con que una casta de privilegiados miraba a los otros. Un clasismo profundo, de una justicia para pobres y otra para ricos, que castiga a los que se coluden con clases de ética. Todas esas cosas estaban al desnudo. El estallido fue la agrupación de todas esas conciencias individuales que se juntan.

-Usted habló de responsabilidad de la Concertación, dijo que fue soberbia, que se olvidó del pueblo y se aburguesó. ¿Cómo se enfrentan esos pecados del poder?

Creo que se enfrentan con un poco de lucidez, tenemos vidas muy breves, somos apenas un pestañeo en el firmamento. No sé si algún día seremos dignos del universo que estamos habitando. A lo mejor viene una ola de 400 metros y nos barre a todos. Entonces tengo la sensación, así lo demuestra la historia, que a pesar de toda una sucesión de guerras y cosas espantosas, los más desesperados no se matan. ¿Y por qué no se matan? Porque siempre para ellos, a pesar de todo, hay un nuevo día. Si no logramos ser conscientes de esos mínimos detalles que nos construyen como humanidad, no hay futuro.

-¿Se imaginó en algún momento vivir encerrado, salir a la calle con mascarilla y con pase de movilidad?

Eso fue más inesperado que el estallido. Yo lo soporté muy bien con mi mujer en esta casa. Pero es inseparable de un cierto sentimiento de culpa, pensé mucho en los otros, pensé en esos guetos verticales que se construyeron, cómo sería vivir ahí, con tres niños, escuchando a todos los vecinos, o en esa escuelita de Chiloé donde no llega ninguna señal, y que el gran problema que tiene es ponerle un vidrio en la ventana para que no se mueran de frío.

-Es inevitable pensar también en nuestros privilegios.

Por supuesto, soy un privilegiado. También pensé en la intensidad de la comunicación que estableces con otros seres humanos, cosas tan bellas que sucedieron o que uno veía en televisión, como esos italianos que salieron a sus balcones cantando Bella Ciao. Y, por otro lado, el terror a un tipo de muerte que nadie conocía. Una muerte sin ilusiones, sin darle la mano a nadie, que nos permite entender el mundo que estamos viviendo. Una muerte que también nos puso a prueba, porque todos los que estamos vivos, en cierto sentido, somos sobrevivientes.

-¿Lo atrapó alguna sensibilidad en el confinamiento?

La idea de la muerte sin ilusiones me atravesó, una muerte sin esperanza. Luis Sepúlveda se murió en tres semanas en Portugal. He visto seres que han escrito los poemas más dulces en las condiciones personales más desesperadas y otros que aparentemente están muy bien y hablan en sus obras solo de la muerte. Cada situación es común y al mismo tiempo tan particular. Sin embargo, hay que persistir en el sueño como si fuésemos una raza de criminales condenados a construir el paraíso. Hay que seguir, seguir y seguir.

-El proceso de enclaustramiento modificó las relaciones con los otros, tanto sociales como laborales, ¿qué piensa de eso?

Eso va a tener mucha repercusión, no todas malas, pero creo que va a llegar un momento en que la gente va a correr kilómetros solo para tocarle el dedo a otro.

-Me recuerda a Crónicas Marcianas.

Exactamente, viajar miles y miles de kilómetros para sólo mirarle los ojos a alguien.

– Es una tristeza esperanzadora, pero tristeza al fin y al cabo.

Son las dos cosas, la tristeza y la esperanza. Los seres humanos pueden vivir 72 horas sin tomar agua, pero no duran ni cinco minutos sin tener un sueño. Si todos dejan de escribir poesía, se muere la humanidad. Por eso siempre está la imagen de un mañana. Estamos embarcados en una nave especial que no nos necesita, aunque para nosotros es el único lugar que tenemos y estamos desesperadamente atados a ella. Es todo tan absurdo, tan demencial. Somos un soplo, un mínimo pestañeo, y estamos amenazándonos con los misiles. Todas esas cosas son de una idiotez tan profunda.

-Si el mundo se acabara esta noche, ¿qué haría antes de irse a dormir?

Abrazar a la Paulina.

Fuente: El Desconcierto

 

Modelo matemático predictivo revela ventaja del Apruebo a menos de 40 días del Plebiscito

En diálogo con El Desconcierto, Francisco Vergara Perucich, doctor en planificación y desarrollo de la University College de Londres, entregó detalles de este estudio basado en datos masivos obtenidos de las tendencias de Google.

El modelo matemático predictivo elaborado e implementado por Espacio Político entregó su primer informe de resultados sobre el respaldo que tienen el Apruebo y el Rechazo de cara al Plebiscito de salida del próximo 4 de septiembre.

El estudio recogió datos de los últimos 21 días (500 horas) de interacciones en internet, con filtros de exclusividad para el Apruebo y el Rechazo, a partir de datos masivos obtenidos de las tendencias de Google.

El resultado reveló una importante ventaja para el Apruebo (55,97%) frente al Rechazo (44,03%), si el Plebiscito ocurriera dentro de las siguientes 24 horas.

Puedes descargar el estudio completo a continuación.

 

El modelo ya había sido aplicado para el Plebiscito de octubre de 2020, entregando un resultado altamente preciso (77,80%) en favor del Apruebo. Es decir, tuvieron un error de solo -0,47% en comparación al resultado final (78,28%).

Tras este primer experimento, pulieron la fórmula y la volvieron a aplicar para la segunda vuelta presidencial entre Gabriel Boric y José Antonio Kast en diciembre de 2021. El resultado fue de 57% a favor del candidato frenteamplista, frente a un 43% del abanderado del Partido Republicano.

El estudio —que fue publicado en la plataforma Research Gate— tuvo una diferencia de apenas 1,36% en comparación al resultado final, siendo más preciso que varias de las encuestas que midieron la elección: Criteria (1,6%), Cadem (2,64%), Pulso Ciudadano (3,36%) y Atlas Intel (4,64%).

En diálogo con El Desconcierto, Francisco Vergara Perucich, uno de los creadores del modelo, entregó detalles de su metodología, explicó cómo afectan los bots a su medición y reveló cómo se movió la aguja en los últimos días.

Fuente: El Desconcierto

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