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CuracaVive

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Solo con Tarjeta BIP para transporte Cvi-Stgo habrá un cambio en transporte

Entrevista a Ariadne Conte, Presidenta de Fundación Sembrando Dignidad, publicada en revista digital CuracaVive.

Cómo aprecia la situación del transporte para Curacavi?

No podemos referirnos a la cuestión del transporte de personas en Curacavi sin echar una ojeada a lo que tendrán 2 comunas de Santiago, la totalidad de las comunas de la Provincia de Talagante y la comuna de Melipilla con la puesta en marcha del proyecto Melitren, ya en ejecución. Hay notorios avances en la construcción de estaciones y puesta a punto en remodelación o cambio de vía férrea para el trayecto ferroviario Alameda (Estación Central) / Melipilla, en lo que es una sería e importante obra de conectividad. Con ello, el área Metropolitana de Santiago contará con una significativa reducción en el tiempo de viaje para las personas que residen en las comunas por donde pasará el Melitren y tendrán una real solución de conectividad con Tarjeta BIP. No será el caso para las comunas de la Provincia de Melipilla como Alhué y San Pedro, ni de María Pinto y Curacavi, que su ubicación hace, ellas tengan menor distancia a través de la Ruta 68, comparado con la 78 (Autopista del Sol).

La situación actual pende del Decreto 212 para Curacavi. En la práctica, una línea licita ante el Ministerio de Transporte un trayecto; informa la cantidad y tipo de máquinas, la frecuencia y la tarifa. Luego no hay cómo fiscalizar aquello. Ese es el mal chiste. Por otro lado están los dineros del Fondo Espejo, los que pueden no ser utilizados directamente en transporte diario, vale decir, ir en ayuda del bolsillo de quienes viajan todos los días a Santiago ya sea por trabajo, estudios u ocasionalmente por diligencias. Esa es la otra pésima broma.

Ve posibilidades de conformar una Mesa de trabajo por el Transporte en Curacavi?

Para que una venidera Mesa de Trabajo por en Transporte en Curacavi, tendiente a solucionar de manera seria, operativa y con nuevos estándares, pueda encontrar un buen curso y se llegue a un resultado positivo, palpable en los bolsillos, esta debe ser con integración tarifaria y ahi hablamos de Tarjeta BIP.

Esta futura Mesa de Trabajo por el Transporte necesita de interlocutores válidos y eso ya está: el gobierno central por una parte, el gobierno local por la otra, el gobierno regional y la ciudadanía en Curacavi. O dicho también de otra forma, se trata de la presencia de la Municipalidad, su alcalde, el concejo en pleno y las organizaciones sociales, también las personas naturales que estén dispuestas a jugársela por una situación distinta, que nivele para arriba e impacte directamente no solo en la economía de las personas, sino además, en su percepción de la seguridad.

¿Es posible una tarea mancomunada, en beneficio de todos, de esta envergadura?

La respuesta es sí, simplemente porque ya está el sendero allanado.  Recientemente la misma autoridad pertinente, es decir, el ministro de transporte, aseguró, en una publicación difundida por la Delegación Presidencial Provincial, esto es, el gobierno central que habrá una “futura implementación de perímetro de exclusión para el transporte que beneficiará a las provincias de Talagante y Melipilla” y bingo: Curacaví pertenece a la provincia de Melipilla, al igual que María Pinto.

Que le pareció la publicación en emol del alcalde de Curacavi, Juan Pablo Barros al referirse al futuro tren Santiago-Valparaiso, que deja fuera a Curacavi, como una solución doctrinaria de este gobierno?

Bueno, aprendí que en política no todo es blanco y negro. El proyecto de tren anunciado por el gobierno delinea una ruta hacia la construcción de una nueva alternativa de transporte, con sus virtudes y bemoles que no dejan a todas las comunas implicadas contentas. Eso es un dato de realidad; pero es un avance qué hay que tener en consideración.

Y acá estamos hablando que intervendrán personas del ámbito y ejercicio político, también técnico, y por otro lado, la ciudadanía, que a mi juicio le falta entender que es un sujeto político y solo debe hacer valer aquello. Ciertamente no somos ganado, que es lo más similar a cómo se efectúa el transporte para las personas entre Stgo y Cvi, tampoco títeres, menos unas figuras quietas en una foto. Somos carne y hueso, sudor y empeño, familia y comunidad y tendremos que saber interpretar las virtudes y bemoles que se  conjugan para obtener el mejor resultado posible en este empeño.

Te comento esto porque luego de leer la nota en emol, me pareció entender y no entender al alcalde Juan Pablo Barros. El plantea ahí 2 cosas, cuestiones que no necesariamente se vinculan. O podrían vincularse de la misma manera cómo lo hacen las distintas partes del cuerpo humano. El ideal es que estén todas, pero si una falta, en algunas ocasiones, se puede seguir con la vida. En otras, otras partes del cuerpo son fundamentales para seguir con vida.

El que este gobierno haya privilegiado una conectividad hacia Valparaíso por un trayecto que excluye a Curacavi podría ser algo doctrinario, si en esa doctrina está por ejemplo, el dotar a todo el polo urbano de Valpo-Viña y las comunas al interior desde Quilpué hasta La Calera de un servicio ferroviario, el que por lo demás en su tiempo existió. Para mi ese no es un problema, es simplemente una decisión bajo ciertos parámetros. Pero yo le respeto al alcalde Juan Pablo Barros su posición doctrinaria al criticar ese anuncio gubernamental. Es su perspectiva que lo identifica y donde se siente a gusto.

Pero la nota de emol también entrega unas líneas muy interesantes por parte del alcalde de Curacavi y que apunta en la siguiente dirección: Curacavi de igual modo que otras 17 comunas de la RM no tienen integración tarifaria o Transantiago y que los  buses disponibles, fuera de encarecer el trayecto, no cuentan con estandares mínimos y circulan por la carretera muchas veces atiborrados de personas o igualito a caja de sardinas. Para mi el alcalde Barros entiende que debemos tener la integración tarifaria y eso permite aunar esfuerzos para una tarea que no será nada de facilita, pero perfectamente alcanzable.

Fuente: CuracaVive

Un escritor parido en el Valle de Curacaví 2da. parte

Reconocimiento especial para Don Arturo Castillo Chacón (QEPD) por su interés en dar a conocer a este gran poeta nacido en el valle de Curacaví.
Agradecimiento especial para Juan Pablo Morales Farfán, Astrid Catalán y Aníbal Monasterio Vásquez.
 
"Yo se viajar por la muerte, pero no por la vida"
Rosamel del Valle
Curacavi 1901 - Santiago 1965

País en Blanco y Negro

... En primer lugar, qué sentido tienen mis ojos. Suponiendo que irremediablemente esto tuviera que suceder al ahogarse la tarde, yo tendría que hablar o contar todo desde la habitación del sentimiento. Pero, aunque no se ha agotado la producción universal de suspiros, me parece que puedo desertar fusil al hombro de tales vicios. Muerte al suspiro. ...

Mi habitación tiene altos muros y aquí no proclamo ninguna consistencia, ningún color especializado. Afuera el cielo corre velozmente. Me gusta ver pasar los peces que caen de los árboles. Pero la piel tibia de las palabras se estira con cuidado, pues la noción no aparece siempre en cada discurso. Y no es que yo tenga que hablar de hechos precisos, de sucesos de gran estatura. Vive en mí lo mágico. Ojo que no se sobresalta, ojo perdido.

Mi sobresalto no tiene huella de lo pequeño o lo grandioso. Tiembla mi pupila. Tiembla mi pupila. Es cosa diferente. Y en todos los ojos una luz se ahoga.

 

En 1930 Vicente Huidobro, legítimamente deslumbrado por la lectura de la obra País Blanco y Negro, escribe desde París a su joven autor, Rosamel del Valle: “lo felicito con toda la sinceridad que siempre me ha caracterizado y que tantos enemigos me ha valido. Su libro tiene páginas sencillamente admirables. Es increíble que tan joven haya logrado Ud. una maestría semejante. ¡Qué seguridad en sus trazos, qué riqueza de gama!”.

La legitimación de la poesía de Rosamel del Valle (Curacaví, 1901 - Santiago 1965, nacido Moisés Gutiérrez y rebautizado así en honor a un amor de la adolescencia: Rosa Amelia del Valle) no provino, sin embargo, de estos golpecitos en la espalda de Huidobro (el sincero), ni de su productiva amistad con Humberto Díaz Casanueva, o de su inclusión en la justamente mítica Antología de la poesía chilena nueva (1935) preparada por Eduardo Anguita y Volodia Teitelboim.

En rigor, la poesía de Rosamel del Valle, por motivos tan oscuros como diversos (motivos que en ocasiones tomaron los nombres de Raúl Silva Castro o Alone), no ha ingresado a nuestra historia literaria (a nuestro pequeño y laureado canon), permaneciendo, en cambio, en la caótica y fértil charla de los poetas (en las bibliotecas particulares de algunos de ellos, los más jóvenes, es posible hallar hermosas y cuidadas ediciones de las fotocopias de su obra). Este escenario ha sido violentamente modificado por la publicación de la antología Un Orfeo del Pacífico y la (in)esperada aparición de una Obra Poética del autor en dos volúmenes. Se trata de trabajos de características disímiles.

La antología preparada por Hernán Castellano- Girón puede ser objeto de las críticas habituales a cualquier trabajo que implique elegir textos de un corpus contundente y macizo: faltan poemas importantes (sobre todo de la producción final del autor), y otros son injustamente fragmentados para “hacerlos caber” (libros como Orfeo y El Sol es un pájaro cautivo en el reloj acusan la merma). En cambio, no sobra absolutamente nada. El prólogo del propio Castellano-Girón resulta útil para comprender el valor intrínseco de publicar esta poesía en el contexto de comienzo/fin de milenio, aunque su escritura, a medio camino entre la exégesis y el manifiesto, resulta algo confusa en ocasiones. La edición de Sanhueza cierra el gesto que la antología de Castella-Girón propone: en el prólogo Sanhueza contextualiza la poesía de Rosamel, entregando herramientas para su comprensión y, con alguna dosis de elegante sarcasmo (se lee entre líneas que los académicos no han valorado esta obra por considerarla “difícil”), indica el lugar que cabe a esta poesía en la literatura chilena contemporánea.

La edición es impecable: las notas son relegadas al final de los volúmenes (de modo que no interrumpan la lectura, cosa que inevitablemente ocurre con la antología de Castellano-Girón), se publica una buena cantidad de material hasta hoy inédito (aun cuando se deja constancia de que hay muchos textos dando vueltas) e incluso siguiendo una sabia tradición de los editores norteamericanos se añade un índice de “páginas cuyo final es final de estrofa”. En todo caso, ambos libros cumplen con el objetivo básico de acercar esta poesía a sus lectores. Leyéndolos conocemos (reconocemos) a un poeta que supo incorporar la lectura de las vanguardias históricas (las lecciones de Breton y del propio Huidobro) y, a la vez, perfilar una obra decididamente personal. El autor pertenece a esa familia de creadores que, como Rimbaud, manifiestan su inconformidad y rebeldía ante la disociación tradicional entre arte y vida, y sospechan, en general, de todo reduccionismo.

La poesía de Rosamel busca obsesivamente la comunicación entre el mundo y el ser humano, a través de una estética de la videncia que muchas veces conduce al poeta a un saludable desarreglo de los sentidos. Con la publicación de Orfeo (1944) esta obsesión del autor se hace presente como un proyecto bastante definido: explicar (por ambigua o paradójica que resulte tal empresa) la existencia del hombre a través del mito. Se trata de un poema caudaloso y monumental, serio, que Rosamel reescribirá una y otra vez en el resto de sus libros, acaso releyendo el mito y su propio poema con una mayor soltura de cuerpo, aproximándose más y mejor al espíritu de la música que en su supuesta obra magna.

Desde El joven Olvido (1949) surge en esta escritura cierto humor melancólico y violento (nacido muy probablemente de la residencia del autor en Nueva York, desde 1946, como corrector de pruebas para la ONU y de su lúcida lectura de Eliot), que obras posteriores como La Visión Comunicable, El Corazón Escrito y Adiós Enigma Tornasol, corroboran y extreman. El poeta se convierte progresivamente en un callejero, un habitante de la urbe moderna que se dirige hacia aquellos sectores opacos, desconocidos o, por el contrario, excesivamente centrales de la vida citadina para participar allí del rito, es decir, de la manifestación concreta, aunque profundamente transformada, profana y degradada, del fundamento mítico. Poemas como “Aleluya por una joven negra en Harlem” (primer caso de poema-gospell-dionisiáco, que algunos poetas, hoy por hoy, han adoptado como himno) muestran la plenitud del artista-observador, que enfoca los detalles, los mínimos gestos, para mostrar el carnaval, dialogando en el poema, redundando, multiplicándose.
“Debo estar cubierto de escamas. Vengo de ese ruido/ Que hacen las personas apenas nombradas en las conversaciones/ o esas que salen a las calles más solas que el olor a farmacia”, escribe Rosamel en un poema de 1957, acaso adelantando el lirismo quebrado de Enrique Lihn en La Pieza Oscura y Pena de Extrañamiento. Más que el conjetural efecto retroactivo que Un Orfeo del Pacífico y Obra Poética produzcan, interesa la recuperación de cierto tipo de libertad que obras como la de Rosamel del Valle representan: la valentía de una escritura que, para comunicar, no teme replantearse, contradecirse, irse y regresar.

Edición Nr 30 CuracaVive / Autor: de Alejandro Zambra Taller de Crítica Mariano Aguirre
Recopilación de Leonel Gatica Cardemil para CORDESCU
Auspicio de Fundación Sembrando Dignidad y Farmacia El Sol
 
 

 

Un escritor parido en el Valle de Curacaví: Rosamel del Valle

 “Yo sé viajar por la muerte, pero no por la vida”

La presente es una reseña sucinta que reúne lo publicado de Rosamel del Valle en distintos artículos, libros y revistas. Se habla de la biografía así como de algunos prólogos de sus libros y su poética; todo lo cual se tuvo presente en la investigación realizada respecto del poeta, para la Corporación de Desarrollo de Curacaví.

Aspectos de la vida existe poca información accesible sobre la vida de Moisés Filadelfio Gutiérrez Gutiérrez, hijo de campesinos y nacido en Curacaví, tal como lo consigna el licenciado en historia Aníbal Monasterio Vásquez en su artículo “Rosamel del Valle, un escritor parido en el Valle de Curacaví” publicado en el medio virtual Curacavi Digital: “Moisés Filadelfo Gutiérrez Gutiérrez nace un el día 13 de noviembre de 1901 a las doce del día en Curacaví, eso dice el registro. Algunos pensarán bueno, podría haber nacido en cualquier parte de nuestra comuna, por ejemplo: Lepe, Carén, Alhué, Bustamante y tantos otros lugares que fueron la cuna de numerosos curacavicanos. Más el registro dice Curacaví. De esta manera se infiere que nació en el pueblo, más no dice dirección exacta.”… “Hago este paréntesis, debido a que en otros registros de nacimiento cuando se menciona el lugar (de nacimiento) esto puede variar dependiendo del sector: Alhué, Carén, Pataguilla, Colliguay, etc., por lo que si hubiera nacido en algunos de los sectores rurales lo hubiese dejado por escrito el oficial del registro.”

Sobre la infancia de Moisés en los descampados del Vallel del Puangue no se ha encontrado literatura o información: poco o nada sabemos sus familiares, participación en algún evento comunal, sus juegos preferidos, etc., sin embargo, sabemos gracias al tesón del profesor primario Juan Pablo Morales Farfán que asistió a lo que hoy es la Escuela Valle del Puangue en 1908. Sin duda que un trabajo acucioso arrojaría luz donde ahora hay sombras. Aprovechar aun las vivencias de los pocos familiares vivos en Curacaví que conocieron al vate y tienen recuerdos de primera o segunda mano, es una oportunidad que no se debe desaprovechar.

La familia Gutiérrez Gutiérrez deja Curacaví y se traslada a Santiago siendo Moisés Filadelfio aun un menor de edad, para buscar mejores oportunidades. En la recién creada Comuna de Curacaví existía por entonces un reino del inquilinaje y las condiciones de vida de los campesinos se podrían encontrar en los libros contables. A causa del fallecimiento de su padre entra en el mercado laboral en la imprenta La Ilustración, alrededor de 1918 como linotipista, que fue un oficio en unas especies de grandes máquinas de escribir usadas en las imprentas de la época, donde se formaban las palabras letra a letra y los espacios de cualquier texto.

Dos años después, Moisés Filadelfio estrena su ópera prima Los Poemas Lunados como Rosamel del Valle, vinculado a su amor juvenil Rosa Amelia del Valle, una obrera textil. Antes ya había publicado en diferentes periódicos y revistas con distintos pseudónimos. Se aprecia una fuerte influencia del modernismo –siendo Rubén Darío su exponente sin discusión en la lengua castellana- y el postromanticismo. Casi no se encuentran ejemplares de Los Poemas Lunados debido al mismo autor, que los hizo retirar.

Por ese entonces el muestrario poético ya era dominado por Vicente Huidobro y Gabriela Mistral, y empezaban a editar a Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Juvencio Valle, Humberto Díaz Casanueva.

En 1923 conoce al poeta Humberto Díaz Casanueva, de quien será amigo toda la vida y con el que compartía una estética similar. Muy dispares en su origen socioeconómico y de relaciones sociales. Rosamel del Valle es un autodidacta –se presume que su cercanía con la lectura de autores de época y clásicos se da coincidentemente con su ingreso en las labores de la linotipia mientras que Díaz Casanueva, cursó estudios de castellano en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile y posteriormente obtuvo una beca para estudiar Filosofía en la Universidad de Jena, Alemania, donde residió desde 1932 a 1937. Fue discípulo del filósofo Martin Heidegger.

La escena cultural de Santiago en la que participaba con otros artistas lo lleva a fundar dos revistas de corta duración Ariel y Panorama, las que solo tendrán dos números cada una. En 1946, luego de trabajar más de dos décadas de linotipista y funcionario de Correos de Chile en la oficina N°8 al interior del Palacio de La Moneda y Telégrafos, partió a Nueva York, gracias a un trabajo que le consiguió Humberto Díaz Casanueva como corrector de pruebas de la oficina de publicaciones de la Organización de Naciones Unidas. Allí conoció a Thérèse Dulac, con quien se casó en 1948.

A fines de 1962 regresó a Chile y se radicó en Santiago hasta su muerte en 1965. Rosamel del Valle está considerado por la crítica como uno de los poetas fundamentales del periodo vanguardista en Chile, junto a Vicente Huidobro, Pablo Neruda y Pablo de Rokha.

Nota: Reconocimiento especial para don Arturo Castillo Chacón (QEPD) por su interés en dar a conocer a este gran poeta nacido en el Valle de Curacaví. Agradecimiento especial para Juan Pablo Morales Farfán, Astrid Catalán y Anibal Monasterio Vasquez.

Fuente: CuracaVive

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