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Una película, un alcance.

Destacado Picarones en Café Pistacho mysocialmate.com Picarones en Café Pistacho

Al observar la realidad nacional, pareciera, se está en presencia de un director de cine, cuya obra, la película, utiliza muchos extras mal pagados y unas estrellas o “jovencitos y jovencitas” miembros del famileo cercano o los conocidos de siempre, eso si: con tremendos sueldos.

La última escena filmada para esta peli titulada: “Mi Chile”, sucede en un Osorno donde hay ventas de agua embotellada, colocadas en las estanterías de supermercados o negocios del barrio y muestra a una ciudadanía ya encabronada, que le echa la culpa al gobierno anterior por cualquier huevadita y putea por los precios especulativos relacionadas con: el agua embotellada. Si bien, la trama va sobre ese sur de postal, con el tufo poético de Jorge Teillier, en una escena se trata del encuentro de una pareja en un café de esta ciudad sureña para comentar que “les da mono” cómo la gente pelea por una simple botellita con agua. El trasfondo en la falta del recurso hídrico pasa en cámara como un “dato suelto” de una realidad entendida según el lugar de la vereda que se ocupa: a un lado, unos pocos, muy satisfechos, al otro, casi todos, re encabronados.

Aparecen desde un televisor colocado con estilo vintage en la cafetería, en la que esta pareja bien vestida y modales delicados sigue en lo suyo, unas autoridades enviadas desde el gobierno central para que todo este entuerto, no aparezca como una señal antisistémica, emergida al observar algo obvio: la falta de agua.

Las tribulaciones de los habitantes de Osorno, quedan fuera de cuadro y no coinciden con la euforia de los inquilinos de La Moneda. La intención del director es que el camarógrafo retrate a una actividad política, muchas veces, aparece encapsulada en lógicas internistas, organizacionales, que no logra procesar las pulsaciones de la sociedad. Pero se trata de una película no más.

Paralelamente, desde el parlante de un celular de un extra, sentado en la misma cafetería, cuyo consumo se reduce a un café con leche y unos picarones con chancaca, pero nada más, se escucha a una voz masculina, da cuenta de un representante del mundo social, tal vez un directivo del Colegio de Profesores, quien recrimina a sus asociados por votar la continuidad de un paro a pesar haber vuelto a trabajar y el tono de su voz, tiene la intención de no colar la frustración provocada en sus representados por los acuerdos que a él le parecen satisfactorios. Es cómo cuando el padre o la madre (en el fondo, el que da las órdenes) dice: está todo bien y los demás miembros de la familia dan para una película de Bergman.

Otra escena de la película, cuyo título de origen fue: “Así somos felices” (pero quedo en Mi Chile), mostraba a un par de ancianos, tomados de la mano, rumbo a ninguna parte, luego que el gobierno aprobara una creativa versión del modelo previsional, apoyada por un sector que ocupa los asientos de la oposición, pero están siempre dispuestos a firmar cualquier lesera en aras del progreso y el bien mayor de Chile, en este caso: una propuesta que no resuelve el problema de fondo de las pensiones, vale decir, modificar sustantivamente el sistema de capitalización individual. Pero, solo se trata de la fuerza de los poderosos y el fomento del egoísmo.

Detrás de la pareja y las tasas con café, hay un afiche. Allí salen unos trabajadores re contentos con su jubilación, con la promesa de recibir el 100% de sus sueldos. El afiche es un asunto de utilería, obtenido por la productora, luego de conversar con un hacendado, cuyo padre fue un ministro civil de la dictadura de Pinochet.

Esta película se filma en cada rincón de Chile, todos los días, con diferentes actores y extras, pero el guion, es el mismo. A veces muestra con sarcasmo, o una sinceridad sin pudor, cómo son las cosas para quienes habitamos acá: un escenario de acción política infectado por la incidencia del dinero, las relaciones cerradas y podridas de la elite, personas que se levantan muy temprano y regresan muy tarde, por nombrar solo algunas.

En la película sin embargo, no se da cuenta de un refrán viejo y conocido: la capacidad de los chilenos para reírse de sus desgracias. No causa risa que tras cuatro décadas en el pago de las imposiciones, el sistema de AFP muestre su total ineficiencia para sus afiliados/as, trabajadores y trabajadoras que han visto como sus recursos reditúan pensiones exiguas, y, menos risa producen las grandes utilidades para sus administradores. Esto ultimo la verdad, encabrona.

Y si bien la peli trata solo de refilón el asunto de un desperfecto en el suministro de agua potable, casi de manera anecdótica, la cuestión sin embargo no deja de hacer mella en el espectador a la hora de hacer recuerdos: hace poco más de dos décadas, bajo argumentos supuestamente técnicos, se privatizaron primero parcial y luego totalmente, las empresas distribuidoras de agua potable de las tres regiones más grandes ( RM, Quinta y Octava) y se concesionaron a treinta años en las otras regiones. Las multas, para “ocasiones” como la filmada, son un chiste o: se pagan con la caja chica.

En esta escena, la pareja no termina de beber el café. Los ancianos más allá, en la otra escena, no alcanzan a mostrar su miseria. Todos los títulos de la película “Así somos felices” o “Mi Chile” no dan cuenta de cómo “caracoles” vivimos todos los días. Otra larga suma de frases podrían ser escritas para dar con el tono en una manera de relatar las cosas. El que financia la película lo sabe, el director no lo olvida y los camarógrafos se salen con la suya cuando pasan colado una escena donde nadie prestó atención: La pareja de la mesa con el café ya frio, hace bromas sobre el monto de la propina, mientras quien recoge las monedas es una mesera de la tercera edad, en uno de cuyos brazos, hay un brazalete con la insignia del Partido Comunista. Joder.

Modificado por última vez enJueves, 25 Julio 2019 00:43

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