Carta abierta a los profesores de Curacavi
Al realizar un somero recorrido por el accionar y los comentarios de autoridades del actual gobierno sobre educación, es fácil encontrar desaciertos y aberraciones carentes de empatía, que dan muestras de un gobierno que no conoce el país y que ha perdido definitivamente el sentido de realidad. La denostación al gremio docente ha sido permanente e inaceptable.
Para comenzar, quisiera recordar el desatino del Ministro de Economía, Lucas Palacios, que en febrero de este año, en el marco de la discusión por el retorno a clases, sostuvo que los profesores chilenos “buscan la manera de no trabajar y eso yo creo que es un caso de estudio. Personas que tienen una vocación por enseñar y lo único que quieren es no ir a clases”. Posteriormente, la insensatez del retorno a clases presenciales caería por su propio peso con los contagios en las escuelas y la agudización de la crisis sanitaria.
Luego, en marzo, ya con clases presenciales o mixtas, una profesora del colegio particular Mayflower de Lo Barnechea, narraba las extenuantes condiciones en las que debía impartir clases, usando un lenguaje coloquial a través de su whatsapp personal, y fue despedida por ello. De lo anterior se puede desprender que las y los docentes, además de acatar las actuales y desmejoradas condiciones laborales, no pueden expresarse en relación a éstas, ni siquiera en contextos privados.
Posteriormente, hace sólo unos días el Ministro de educación, Raúl Figueroa, solicitó a “los establecimientos educacionales que hagan un esfuerzo adicional para aprovechar la franja horaria Elige Vivir Sano y desarrollar actividad física entre las 6 y 9 de la mañana”. ¿Se habrá enterado el ministro de los esfuerzos que hacen las escuelas y los docentes para poner en marcha las actividades en el difícil contexto actual?, ¿estará al tanto de que numerosos padres, muchos de ellos también profesores, deben trabajar a la vez que apoyar a sus hijos en las clases remotas? A eso me refiero cuando aludo a la desconexión de este gobierno con la ciudadanía y las dificultades de la pandemia.
Casi al unísono el exministro de Hacienda, Ignacio Briones, con total desparpajo en una entrevista se preguntó “¿Por qué no abrimos un concurso internacional para traer a los mejores profesores de afuera? Hemos hablado de inmigración. ¿Por qué no hacemos lo que hacen los países que más admiramos y dicen ‘oye, ¿qué capacidad me falta en Chile?’. Hagamos un concurso, gastemos las lucas que necesitemos para traer a los mejores profesores a nuestras escuelas y así mejorar la calidad de la educación”. Esta aberración no requiere mayores comentarios ni resiste análisis alguno.
Por si lo anterior fuera poco, paralelamente se conoció el caso de una docente de la ciudad de Concón que está siendo acusada a la Defensoría de la niñez y a otras instituciones, porque en una de sus clases online abordó el caso del asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca. Esta denuncia atenta contra la libertad metodológica del ejercicio de la profesión docente, intenta censurar la discusión de contenidos de aprendizaje y no respeta los mecanismos internos que todo establecimiento educacional tiene para abordar diferencias de opinión al interior de sus comunidades.
En estos tiempos complejos, en que la educación online se impuso al mundo docente sin previo aviso ni consentimiento, quisiera manifestarles a los profesores de Curacaví, toda mi admiración y apoyo. Como ciudadana consciente y amiga de docentes, solidarizo con ustedes, porque estoy al tanto de los esfuerzos que han realizado a diario -por más de un año- para que nuestros hijos e hijas sigan aprendiendo. También quisiera expresarles que rechazo con fuerza el nefasto actuar del gobierno hacia el profesorado de nuestro país y por eso hago pública esta situación ante nuestra comunidad.
El presidente Piñera, junto a sus ministros y demás autoridades, parecen no saber que miles de docentes a diario deben lidiar con clases remotas en tiempo real (sincrónicas), para lo cual nunca fueron preparados y que a punta de esfuerzo y compromiso han ido realizando exitosamente en el tiempo.
Tampoco parecen saber que los docentes deben adecuar sus actividades para la modalidad virtual, y que deben subir esas clases y actividades a plataformas, todo esto en la mayoría de los casos con recursos propios, pues en más de un año de pandemia, las autoridades no han sido capaces de entregar recursos -sillas ergonómicas, computadores o internet- de manera masiva a los profesores.
Al parecer, las autoridades tampoco se han enterado de que a los profesores se les ha impuesto el uso de whatsapp como medio obligatorio para el contacto con estudiantes y apoderados (también en esta comuna) invadiendo sus escasos espacios de descanso. Y menos deben saber que los profesores atienden, muchas veces con sus teléfonos y en horarios personales, a estudiantes y apoderados para tratar diversos asuntos relacionados con la pandemia.
Por todo lo anterior, por su vocación, por su paciencia, por su entrega y por su profesionalismo, envío un abrazo fraterno y de agradecimiento infinito a los profesores del país y de nuestra comuna.
Doctora Ariadne Conte Chassin-Trubert / Curacaví, 15 de abril de 2021
- Publicado en Blog de Opinión