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Gabriel Toro, el artista chileno detrás de los lienzos futboleros que comienza a exportar su arte

La aerografía dedicada al fútbol, a sus fanáticos e ídolos, es un arte próspero. Para Gabriel Toro, es su trabajo. El artista cuenta que tiene clientes en todas las barras de los equipos chilenos grandes y de varios sudamericanos, como Blooming de Santa Cruz, Bolivia o el Deportivo Cali, además de varios clubes de barrio. También cada día se suman más familiares de personas que delinquen y fallecen, quienes piden lienzos para honrar a sus deudos en sus funerales. "Yo no recrimino a nadie su vida, porque acá llegan familiares con dolor a pedir un recuerdo y busco ayudarlos", cuenta.

Afinales de 2017, Gabriel Toro se había quedado sin su trabajo como garzón, aunque eso no lo preocupaba mucho. Ya no le gustaba el trabajo, cuenta, porque “no era espinita, de andar haciéndole la pata al jefe”, pero tenía que pensar en qué hacer para generar ingresos.

Así, junto con un amigo, se pusieron a ver videos de pinturas de lienzos de fútbol, con una técnica llamada aerografía, que permite pintar con una especie de pistola que impulsa trazos que se pueden regular, algunos más finos que otros. Cuando vio el video, Toro dijo “yo eso lo hago con los ojos cerrados”. Su amigo le respondió que entonces lo hiciera y fue así como se compró sus primeras herramientas para hacer aerografía, esos grandes lienzos con escudos y frases que se pueden ver en los estadios de fútbol.

Hoy Gabriel Toro, de 30 años, es el principal artista en Chile dedicado a la aerografía futbolera, arte que en los últimos años creció principalmente en Argentina. No es el único en Chile que conoce la técnica, aunque se diferencia por ser quien mejor se maneja en la aplicación en lienzos, mientras que otros pintan en autos, murales, poleras o zapatillas. “Yo los conozco, les ponen bueno los cabros. Pero yo creo que hay que buscar la perfección. Para mí, había que profesionalizar esta cuestión”, comenta.

Cuando empezó oficialmente con Aerotrapo, su emprendimiento, Toro ya tenía algunas cosas a su favor: estaba estudiando diseño, siempre iba al estadio a alentar a la Universidad de Chile, y sabía de telas y lienzos, ya que su madre, como costurera, lo había acostumbrado a observar este trabajo en su casa.

“En esos tiempos existía un poco más el folklore, con las banderas, los lienzos, el papel picado. Esa cultura me encantaba, eso que te para los pelos, un espectáculo bacán, bonito, no cualquiera lo hace. Eso me gustó siempre. Ya con el tiempo empecé a hacer trapos, lienzos, con pura tela. Con mis amigos, hacíamos banderas de La U. Toda mi juventud estuvo ligada a eso, fueron muchos años, hacía la cimarra para no ir al colegio e ir al estadio”, cuenta.

A principios de 2018, Toro comenzó a recibir encargos de lienzos de barras. El trabajo lo hacía en el patio de la casa de sus padres, con quienes vive, ubicada en el Paradero 23 de La Florida, en un barrio de casas pareadas que cuenta que “está lleno de chunchos”.

“Al ratito me llegó mi primer cliente, un amigo de un amigo. Y yo jamás había hecho un lienzo completo solo. Y el primer lienzo fue de 35 metros por 3 metros, para un club de barrio que se llama Real Madrid. Y yo trabajaba en mi patio, en la pared que había aquí. Me costó bastante, no me quedó bonita, pero quedaron contentos. Y así nació Aerotrapo”, dice.

No fue fácil trabajar en la casa. “Venía un vecino y me decía que le llegaba el olor a pintura, entonces le decía que tuviera paciencia, que ya iba a poner mi taller”, cuenta entre los percances. En esas ocasiones, pegaba las telas a un muro, con cinta adhesiva. A veces, excremento de pájaro arruinaba sus lienzos, y en otras ocasiones, el viento se llevaba la tela que estaba pintando.

Hasta que hace un par de años pudo construir un pequeño taller, en el mismo patio trasero de la casa familiar. Ahí tiene sus frascos de pintura y todos los días pone música para comenzar a trabajar. “Si te gusta lo que haces, es como si no trabajaras nunca”, dice, entre sonrisas.

Toro se inspira principalmente en artistas argentinos, que han llevado este trabajo a nuevas técnicas en sus “trapos”, como les llaman a los lienzos de las barras. Artistas como Franco Miglia y “Pepe” Perretta son conocidos por sus trabajos para barras argentinas y también por exportar su arte a Chile, Perú, Uruguay y Brasil, entre otros países.

“Y entremedio seguí viendo videos de argentinos que hacían estos trabajos y ahí fui aprendiendo, anotando qué colores usaban, cómo lo hacían. Estudiaba y sigo estudiando qué hacen”, comenta Toro.

Con el tiempo, Toro ha podido vender sus lienzos a distintas barras de fútbol. Entre sus clientes, hay fanáticos que han pedido lienzos dedicados de la Universidad de Chile, del Colo-Colo, Deportes Temuco, Cobreloa y Everton, entre otros. Los clubes de barrio también son clientes frecuentes.

Incluso su trabajo ha cruzado fronteras: ha realizado lienzos para las barras de Blooming, de Santa Cruz, Bolivia, y para Deportivo Cali, de Colombia. Para Toro, el estadio es su galería de arte.

Entre sus clientes está el rapero chileno Cris MJ, autor de la canción Una Noche en Medellín, quien hace seis semanas llevó unos de sus 'trapos' a una gira en Ecuador.

Para el estallido social, Toro asistió a las protestas e incluso, uno de sus lienzos dio vueltas por las manifestaciones, donde aparecía el rostro de Sebastián Piñera con una nariz de payaso.

Pero un orgullo especial para este artista es el lienzo que le dedicó al futbolista argentino Walter Montillo, su ídolo de la U. Después de intentarlo varias veces, logró comunicarse con él y decidió viajar a Argentina en 2019, a entregarle personalmente el lienzo con su rostro y el escudo de la Universidad de Chile. Incluso, pudo verlo jugar en un partido entre Racing y Tigres en Buenos Aires, y colgar en el estadio su lienzo, al lado de decenas de otras banderas y 'trapos'.

Ahora su sueño es que su negocio crezca: contratar a compañeros en este arte y que pueda enseñar también sus técnicas. “Dar pega con esto”, dice.

Estadios, barrios y funerales

Para Gabriel Toro, la aerografía es su trabajo, ya que le permite tener ingresos para vivir, y a la vez un arte que se conecta con los sectores más populares del país, con la cultura del fútbol, pero también de otras pasiones: el amor, la amistad, la identidad de barrio son parte de su trabajo, lo que incluye lienzos para funerales, cumpleaños y murales también.

“Lo veo como una expresión de querer levantar la voz, hacerse sentir, hacerse presente, porque los lienzos representan a un grupo de gente, a colectivos, de un sector, de un color que los representa. Los lienzos sirven para decir algo y mostrarse. También es identidad. Por mi parte yo trabajo con todos, ahí no importa si es de La U, de la Católica, del Colo, si necesita de mis servicios es bienvenido”, comenta.

Muchas veces, familiares de personas fallecidas le piden hacer un mural o un lienzo con el rostro de sus seres queridos para hornamentar sus funerales. Para él, la reacción de sus vecinos, amigos y compañeros de barra es genuina, y no le parece motivo de escándalo esas formas que se alejan de la manera en que las clases altas ven el arte.

“Acá la gente es más cariñosa, tiende a ser más espontánea, son como son. Quizás en el barrio alto hay más prejuicios, se contienen más, no hablan, no hacen cosas, se limitan. Acá la gente cuando ve algo hermoso lo dice, lo transmite, te dan las gracias, te abrazan, te dan una pilsen. Hasta droga me han regalado; yo no me drogo, la devuelvo y le agradezco”, cuenta.

-Debe haber pasado que también pandillas o incluso narcotraficantes le piden hacer lienzos, esos que aparecen en los funerales…

- Sí, me han llamado familiares de personas que han muerto… pero es como el abogado de quienes delinquen, que tienen que defender a la persona que paga su servicio.

Para mí, es un cliente no más. Además, yo voy y entrego todo lo que puedo en mi trabajo para que quede hermoso y quede como ellos quieran, ya sea que el tipo haya sido bueno o malo. Yo quiero ir a ayudarlos, que se sientan bien ante la pérdida de un ser querido no más. Porque ellos vienen con dolor a pedir un lienzo también, con pena. Yo no lo tomo como algo especial, sino que quiero ayudar a quien me manda a hacer este trabajo, no puedo recriminar a nadie su vida.

-¿Y la gente se emociona?

- Sí, harto. Cuando me ha tocado hacer murales, también me ha pasado, que se junta mucha gente cuando lo estoy haciendo. Cuando llega el día de... me reciben uno o dos personas en la mañana, pero en la tarde ya hay mucha gente reunida, vacilando, haciendo un asado alrededor, me dan algunas cositas. Me atienden como un rey y yo ahí me dejo querer. Después llega la familia de la persona fallecida y te agradecen. Me ha tocado que la mamá del fallecido me dice “mijito, usted no tiene idea de lo que significa para mi” y yo trato de empatizar, pero al final yo siempre lo veo como mi trabajo y trato de hacer lo mejor.

Yo igual me pongo en su lugar, pienso que si se me muere alguien y lo pueden pintar, ojalá le quede la raja. Imagínate ver a tu ser querido en tu barrio, todos los días, en un muro, es lindo.

- ¿Qué le diría a quienes, de alguna manera, menosprecian este arte?

- Que están equivocados, que hay que dejar los prejuicios, porque todo tipo de arte se tiene que valorar. Todo lo que está hecho con las manos es único. Yo puedo hacer dos lienzos, pero no van a ser iguales, no son fotocopias. Son obras únicas. Y eso, a los que compran, los puede hacer sentir mejor, pensar que tienen una pieza única. Eso debería ser más valorado, que te llene de orgullo tener una obra que no es de una máquina. Los prejuicios están equivocados, porque detrás de esto hay sentimientos de personas, hay tiempo, hay trabajo y cariño.

Fuente: Interferencia / Autor: Lissette Fossa

Cómic ilustra el mítico partido de fútbol "perdido" entre Chile y la URSS en 1973

Del partido que la selección de fútbol de Chile fue a jugar a Moscú contra la URSS en septiembre de 1973 no hay ningún registro en video. A pesar de que el encuentro es considerado un valioso momento histórico de ese deporte a nivel nacional, lo único que hoy existe son algunas fotos y el relato de los que allí estuvieron.

Esta fue una de las razones que motivó al historiador chileno Álvaro Soffia a escribir 'Silencio en el Estadio', una novela gráfica lanzada este mes por editorial Planeta que ilustra por primera vez en formato cómic lo que sucedió entre ambas selecciones.

La obra, dibujada por el artista Rodolfo Aedo, relata los dos grandes episodios que tuvo la contienda chilena contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas: el empate a cero en el Estadio Central Lenin en Moscú en septiembre de 1973 y el partido de vuelta en el Estadio Nacional en Santiago, que Chile ganó por walkover, es decir, ante la no presentación de su rival.

El comic "Silencio en el Estadio"

El comic "Silencio en el Estadio"

 Alvaro Soffia, autor del comic: "Silencio en el Estadio".

Viñeta a viñeta se muestran todas las dificultades que atravesó la escuadra nacional para poder jugar ambos partidos, debido al turbulento escenario tras el golpe de Estado que perpetraron las Fuerzas Armadas el 11 de septiembre de ese año y las heridas que dejó la dictadura que comenzaba a encabezar Augusto Pinochet (1973-1990).

"Recurrir al cómic para contar la historia fue un recurso para llegar a un público más amplio. Creemos importante que las nuevas generaciones conozcan estos hechos y que valoren lo que ese plantel del 73 hizo viajando a Moscú en ese contexto, a pocos días de sucedido el Golpe, con temor a dejar a sus familias solas. Un viaje en medio de la Guerra Fría, con relaciones diplomáticas cortadas. ¡Tuvo mucho mérito esa delegación!", destacó Soffia en entrevista con la Agencia Sputnik.

El historiador explicó que la investigación para la producción de la obra incluyó entrevistas a Elías Figueroa, Carlos Caszely y Leonardo Véliz, tres referentes del fútbol nacional que jugaron ambos partidos. De esos relatos, rescató algunas anécdotas.

"Nos contaron, por ejemplo, que en el camarín del Estadio Lenin había un televisor que pasaba películas de guerra, y ellos sentían que era para amedrentarlos. O también, que les llamó mucho la atención el lujoso mobiliario del estadio, sobre todo una puerta donde había un cartelito con el nombre de Chile en alfabeto cirílico que un jugador quería traer de recuerdo, pero alguien se le adelantó", contó, sin dar el nombre de los involucrados.

Soffia afirmó que el libro servirá para enseñar dos lecciones a los más jóvenes. En primer lugar, lo que significó el régimen militar y sus horrores. "Conocer la historia es fundamental para no repetir los tristes hechos del pasado, donde soldados y civiles tomaron las armas contra sus propios hermanos y hermanas", dijo. Pero también, para dejar una enseñanza en materia deportiva.

"La selección de fútbol contemporánea es parte de una generación dorada, una pléyade de jugadores que nos dio las mayores alegrías de nuestra historia futbolística, como la Copa América de 2015 y la de 2016. Esto creó una generación de jóvenes que, tal vez, solo valora los títulos y los éxitos. Y por eso es importante que conozcan este otro tipo de hazañas", cerró.

La historia de Moscú y Santiago

A las 18:00 horas del 11 de septiembre, la selección chilena abordaría un vuelo chárter rumbo a Moscú para jugar el partido de repechaje clasificatorio contra la Unión Soviética para el mundial de Alemania 1974. Pero en la mañana de ese mismo día Pinochet dio el Golpe de Estado y a las 12:00 los aviones de la Fuerza Aérea empezaron a bombardear La Moneda (sede de Gobierno).

3 La selección chilena postergó el viaje y terminó embarcando el 17 de septiembre, en un vuelo donde también viajaron los primeros exiliados políticos. El partido se jugó el 26 de ese mes y Chile consiguió un valioso empate a cero contra la potencia soviética, en territorio rival. Este encuentro fue bautizado posteriormente como "El partido de los valientes", por las dificultades que debió sortear el equipo sudamericano en medio del agitado contexto nacional.

Totalmente opuesto fue el ánimo que se vivió durante el match de vuelta en Santiago, en un encuentro que algunos llaman "El partido de la vergüenza". La Unión Soviética se negó a viajar a Chile debido a que el partido se jugaría en el Estadio Nacional, un recinto que la dictadura de Pinochet utilizaba para detener y torturar a los opositores, y pidió que el encuentro se realizara en terreno neutral.

La FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) envió observadores a Santiago y aunque pudieron ver a los detenidos en el Estadio, establecieron que sí estaban las condiciones para jugar y desecharon la petición de los soviéticos, quienes argumentaron "razones de seguridad" para no volar a Chile.

El 21 de noviembre de 1973, Chile salió a la cancha sin un rival enfrente. Los jugadores se pasaron la pelota en una especie de triste coreografía y el capitán chileno, Francisco "Chamaco" Valdés, marcó un único gol en un arco sin portero, dándole la victoria a la escuadra nacional y un cupo para la Copa Mundial que se disputaría el año siguiente en Alemania Federal.

"Ese partido fue como el teatro de lo absurdo. Fue algo que no se hace ni en el barrio, cuando se juega con los amigos", dijo posteriormente el jugador chileno Carlos Caszely, ídolo nacional y adherente activo del Gobierno de la Unidad Popular que encabezó Salvador Allende (1970-1973), derrocado y muerto en el Golpe de Estado.

Durante la dictadura de Pinochet más de 28.000 personas fueron torturadas, 3.227 fueron asesinadas y unas 200.000 fueron obligadas al exilio, según cifras oficiales.

Fuente: Sputnik

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