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La educación superior pública y los desafíos del nuevo proceso constitucional

Se ha conocido un documento de la Red de Universidades No Estatales conocida como G9: “Aportes Para el Proceso Constitucional”. Con satisfacción, constatamos que es posible que se construya un consenso muy amplio, en el marco de los contenidos de una futura Nueva Constitución, en torno a planteamientos del texto: que “todas las personas tienen derecho a la educación”; que “la educación tendrá por finalidad el pleno desarrollo de la persona”, en su dimensión individual y social, “respetando la forma de convivencia democrática y los principios, derechos y libertades constitucionales”; y que “el Estado garantizará el acceso igualitario y universal a la educación superior, por cuantos medios sean apropiados”.

Por cierto, coincidimos con el documento cuando sostiene que la educación es un “derecho social”, es un “medio indispensable para la realización de otros derechos fundamentales”, que “la actividad universitaria es un “elemento de democratización social y cultural” y que “las universidades incluso pueden operar como vehículos para la transformación social”.

Como es público y notorio, todo ello ha formado parte de las proposiciones, demandas y luchas de las comunidades de las Universidades del Estado de Chile.

De la misma forma, compartimos que el Estado debe asegurar la autonomía académica, administrativa y económica de las universidades, que la actual Constitución no garantiza, y además que la nueva Carta Fundamental debe reconocer la libertad de enseñanza, la que se inspira en la “pluralidad de una sociedad democrática” e implica, asimismo, reconocer el carácter mixto de la provisión de educación superior, materia que nadie hoy cuestiona.

Sin embargo, nos parece que es menester una discusión más amplia y rigurosa en relación a la insistencia del G9 en que la Constitución reconozca como “públicas” a las universidades no estatales, argumentando que cumplen un rol y una función pública, y se someten a un régimen público.

La reflexión internacional sobre la materia es clara: la línea divisoria que separa y diferencia lo público de lo privado se define por la relación con el Estado. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) caracteriza como “pública” a “toda casa de estudio controlada y gestionada directamente por una autoridad o agencia estatal, o cuyo órgano superior está conformado en su mayoría por miembros designados por la autoridad o elegidos públicamente”. De hecho, pareciera obvio que una entidad privada no modifica su naturaleza privada por el solo hecho de que cumpla una función de servicio público o se someta a un régimen pública.

El comentado documento del G9 asegura que el carácter público que hoy reclaman para sus instituciones “se expresó, clara y explícitamente, con la reforma constitucional de 1971, donde se les reconoce el carácter público”. Sin embargo, cuando se revisa la ley de reforma constitucional Nº 17.398, mediante la cual se introdujeron modificaciones al Artículo 10 Nº 7 de la Constitución de 1925, se constata que ello no es efectivo.

En cambio, esta reforma constitucional incorporó principios que sería interesante que se tuvieran a la vista en el actual debate constituyente. Por ejemplo: que “la educación es una función primordial del Estado”, lo que “se cumple a través de un sistema nacional del cual forman parte las instituciones oficiales de enseñanza y las privadas que colaboren en su realización”, las cuales deben ajustarse a “los planes y los programas establecidos por las autoridades educacionales” del Estado de Chile.

Esperamos que podemos emprender un intercambio a la altura de nuestras instituciones universitarias: con rigurosidad, responsabilidad social, y mirada con sentido universal.

Fuente: Crónica Digital

UTEM desarrolla Módulo Sensorial antiestrés para estudiantes

Como un espacio de tranquilidad en medio del ritmo estudiantil, la instalación -realizada por una joven arquitecta ex alumna de la casa de estudios- cuenta con muros de diversas texturas, leyendas en sistema Braille y pictogramas, entre otras propuestas sensoriales pensadas para estudiantes en general y -especialmente- con neurodivergencia.

“Muchas veces, los estudiantes con neurodivergencias pueden sentirse agobiados por el ritmo de la educación universitaria, situación que les ocasiona estrés e -incluso- puede afectar su aprendizaje”, comenta Mitzi Riveros, arquitecta de la Universidad Tecnológica Metropolitana, UTEM. Esa es una de las razones principales que la impulsaron a desarrollar en su casa de estudios superiores el Espacio Sensorial de Autorregulación, estructura con perspectiva de diseño universal recientemente inaugurada en calle Dieciocho 136 (Santiago). Allí, los estudiantes -en general y, especialmente, con neurodivergencia (personas con diagnósticos como dislexia, déficit atencional con o sin hiperactividad o pertenecientes al espectro autista, por ejemplo)-, pueden experimentar con colores, texturas, sistema Braille y pictogramas instalados en los muros del módulo, entre otras actividades, en un diseño que invita a la calma y la tranquilidad.

El espacio es una idea surgida cuando Riveros era estudiante y trabajaba como tutora en el área de Plan de Apoyo Estudiantil (PAES) de su universidad, instancia en la que prestaba apoyo directo a estudiantes con diversidad funcional, quienes no encontraban un lugar para descansar de acuerdo a sus necesidades.

Fiel a su convicción de que desde la arquitectura es posible aportar soluciones para los estudiantes en general -aunque pensando prioritariamente en jóvenes con neurodivergencia- de a poco fue dando forma al proyecto, al que se sumaron compañeros de su generación y algunos docentes con los cuales llegó al diseño final. Riveros destaca que para la realización del módulo -único a nivel universitario- fue muy importante el aporte del Fondo de Desarrollo Institucional -en su línea de Emprendimiento Estudiantil- entregado por la subsecretaría de Educación Superior del ministerio de Educación, siendo adjudicado cuando era estudiante regular de la UTEM.

Una experiencia sensorial para tranquilizar la mente

Al ingresar a la sala, lo primero que se encuentra es una leyenda, también disponible en sistema Braille, que explica la funcionalidad del módulo y de los espacios disponibles, lógica que se replica en los otros espacios interiores, apoyado con audio guías. En su habitación principal, la estructura techada deja abierto un espacio por donde entra luz natural y desde donde cuelga un columpio que da la sensación de “estar flotando en el mar”, según explica Mitzi Riveros.

Para llegar al diseño definitivo se realizaron varios “focus group” con estudiantes neurodivergentes a quienes se les presentó la estructura y se les hizo experimentar con colores y texturas con las que se sintieran cómodos/as y les aportaran tranquilidad. “Recabar esta información fue muy relevante porque, por ejemplo, no todos los colores proyectan las mismas sensaciones en las personas con neurodivergencias. Así fue como llegamos a la gama de azules, que fue una de las favoritas, ya que se asocia al mar o al cielo; así también los colores tierra, que se asocian a la naturaleza”, explica la arquitecta.

La estructura, construida por la propia profesional en madera de listones convencionales, tiene unas dimensiones de 3 metros de ancho por 2.5 metros de profundidad, con capacidad para dos personas simultáneamente: un estudiante y una persona tutora del PAES. Otra de las características es que no se intervino el edificio patrimonial que lo alberga, ya que es un módulo proyectado de manera autónoma, que cuenta también con un sistema eléctrico independiente y está hecho a base de paneles tipo mecano desmontables que -de ser necesario- permiten su desplazamiento a otros lugares. 

Actualmente, esta instalación está abierta solo para los estudiantes de la UTEM y se encuentra operando en una marcha blanca. Se espera que en marzo próximo el lugar cuente con un itinerario de servicio definido para recibir a las alumnas y los alumnos que lo requieran, a través de la administración de tutores del PAES de esta casa de estudios. 

De acuerdo a Riveros, el aprendizaje obtenido en la realización de esta estructura le permitirá seguir generando nuevos proyectos relacionados con inclusión, en el que las personas con neurodivergencias interactúen con su entorno. “Espero llegar a nuevos proyectos de este tipo y -por cierto- sería muy interesante que otras instituciones de educación pudieran tomar este módulo como inspiración, porque creo que espacios así pueden ser un elemento relevante en la calidad de educación”, enfatiza.

Fuente: Radio Nuevo Mundo

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