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Se cumplen 60 años de la masacre en la población José María Caro

Mientras Chile hacía noticia a nivel global por el hito de ser el anfitrión de la Copa Mundial de Fútbol en 1962, pocos meses después, en noviembre del mismo año, el foco se trasladaba hasta este sector del sur de Santiago, por la fuerte represión que vivieron los pobladores del lugar. 

Chile mostraba un rostro de un país sin problemas. Entre el 30 de mayo y el 17 de junio  de 1962 se había desarrollado  la séptima edición de la Copa Mundial de Fútbol. La organización enfrentó diversas dificultades, principalmente respecto a la infraestructura necesaria, lo que amenazó en varias oportunidades la realización del torneo, en especial tras la ocurrencia del terremoto de Valdivia de 1960, que destruyó gran parte del territorio sur del país. Pese a ello, el evento se realizó en cuatro sedes: Arica, Rancagua, Santiago y Viña del Mar. 

La final se disputó en el  Estadio Nacional de Santiago de Chile. Brasil consiguió su segundo título mundial al derrotar a Checoslovaquia por 3-1.  Chile, tras realizar una gran fase previa, logró el tercer puesto al derrotar a Yugoslavia,  consiguiendo el mejor resultado en la historia del fútbol chileno en una Copa Mundial hasta ahora.

Chile vivía días en que el fútbol era el tema. Era un país en que aparentemente no había problemas.

Pero la procesión iba por dentro. 

 

Gobernaba Jorge Alessandri Rodríguez, hijo de Arturo Alessandri Palma que, igual que el padre, llevaba adelante una política antipopular. Su gobierno se caracterizaba por las constantes alzas de los precios de los productos de primera necesidad, miserables reajustes de sueldos y salarios. A lo que se sumaba la represión.

La CUT, desde el Tercer Congreso de agosto de 1962, y en cumplimiento de sus resoluciones, intensificaba sus acciones, exigiendo mejores condiciones de existencia para obreros y empleados. Era una lucha a la ofensiva.

La CUT convocó para el lunes 19 de noviembre de 1962 un paro nacional por 24 horas. Se desarrolló exitosamente. Paralizaron las actividades económicamente fundamentales del país. Incluso, en los barrios, trabajadores y dueñas de casa se organizan y se movilizan. Son más de 200.000 trabajadores que acataron la orden de parar dada por la Central Única.

En la población José María Caro se tuvieron noticias que un sector de empleados ferroviarios había roto la huelga y se disponía a hacer correr trenes en dirección a Puerto Montt.

La CUT convocó para el lunes 19 de noviembre de 1962 un paro nacional por 24 horas. Se desarrolló exitosamente. Paralizaron las actividades económicamente fundamentales del país. Incluso, en los barrios, trabajadores y dueñas de casa se organizan y se movilizan. 

Ante este hecho, los vecinos, considerando que la única vía férrea hacia al sur pasaba por su sector, se tomaron un tramo de la línea. Levantaron barricadas y ellos mismos, con sus cuerpos, formaron un palpitante muro. Eran familias enteras tendidas sobre los durmientes. No circuló ningún tren. Los más de tres mil pobladores que se manifestaban en la línea férrea celebraron alborozados su triunfo.

Carabineros intentaron disolver a la gente. Hicieron uso de sus armas de servicio. Asesinaron a Nemesio Barraza, de 28 años. Pero fueron impotentes para dispersar a la multitud.

Llegaron los valientes soldados

Entonces aparecieron soldados del Grupo 10 de la Fuerza Aérea (en toda su historia la FACH sólo ha librado combates contra el pueblo chileno) y del Regimiento de Infantería de San Bernardo.

Venían fuertemente armados y al mando de un general de Ejército de apellido Delgado. Unas 500 personas, incluyendo niños avanzaron hacia ellos, portando una bandera chilena. Sin previo aviso, un oficial ordenó hacer fuego. Una descarga cerrada. La balacera fue terrible. La gente huyó a la desbandada, intentando escapar de la muerte. Lamentos de heridos y gritos de indignación. Cayeron varios que cumplían la hermosa misión solidaria. También otros que no participaban de la acción.

çA las 16 horas de ese lunes 19 de noviembre de 1962, el senador Salvador Allende se hizo presente en la Población José María Caro. “Vengo –dijo- a enterarme de esta tragedia. Vengo a imponerme del dolor de esta gente. Pediremos una amplia investigación y el castigo para los responsables de esta masacre”.

Pero, como ha ocurrido con las masacres en nuestra historia, los autores materiales e intelectuales de ellas han quedado en la más absoluta impunidad.

Sin previo aviso, un oficial ordenó hacer fuego. Una descarga cerrada. La balacera fue terrible. La gente huyó a la desbandada, intentando escapar de la muerte. Lamentos de heridos y gritos de indignación. 

Esa noche del lunes 19 de noviembre de 1962, el ministro del Interior de Alessandri, Sótero del Río, leyó un comunicado por cadena nacional de emisoras. Dijo:

“Extremistas quedaron víctimas ante el fracaso de la huelga.  En estos graves incidentes creados por turbas organizadas, se realizaron criminales sabotajes que trataron de impedir la libre circulación de ferrocarriles, atacando a las fuerzas armadas.

El ministro del Interior dio cuenta de la muerte de seis “provocadores”.

¿Quiénes eran estos “provocadores”?

Ella se llamaba Elisa Ramírez. Era una joven obrera textil de 16 años, que cayó asesinada en el interior de su hogar por la bala de un militar que atravesó la pared de tablas de su modesta vivienda y la hirió de muerte en el bajo vientre. Sus restos descansan en el cementerio metropolitano.

Juan Barrera, de 37 años de edad. Sus restos están en el cementerio general.

Ricardo Cubillos, muerto cuando cumplía  los 16 años de edad por un soldado del Regimiento de Infantería de San Bernardo, estando al frente de su casa.

Nemesio Barraza, asesinado por un  carabinero a la edad de 28 años.

Hipólito Brevis y Jorge Miranda.

Además, quedaron 40 heridos. Algunos graves. Por ejemplo, a Julio Aranda una bala le destrozó un brazo. Y un centenar de detenidos.

Uno de ellos, fue Roberto Parra, el hermano de Violeta, que participó en la manifestación de la mañana del 19 de noviembre de 1962 en la Población José María Caro, pues vivía en ella, en calle Azteca.

La carta

Violeta Parra estaba en Francia y allí conoció la noticia. Fue en esa ocasión que escribió su famosa canción “La carta”:

“Me mandaron una carta 
por el correo temprano 
y en esa carta me dicen 
que cayó preso mi hermano 
y sin lástima con grillos 
por la calle lo arrastraron, si. 

La carta dice el motivo 
que ha cometido Roberto 
haber apoyado el paro 
que ya se había resuelto 
si acaso esto es un motivo 
presa también voy sargento, si. 

Yo que me encuentro tan lejos 
esperando una noticia 
me viene a decir la carta 
que en mi patria no hay justicia 
los hambrientos piden pan 
plomo les da la milicia, si. 

De esta manera pomposa 
quieren conservar su asiento 
los de abanicos y de frac 
sin tener merecimiento 
van y vienen de la iglesia 
y olvidan los mandamientos, si. 

Habrase visto insolencia 
barbárie y alevosía 
de presentar el trabuco 
y matar a sangre fría 
a quien defensa no tiene 
con las dos manos vacía, si 

La carta que he recibido 
me pide contestación 
yo pido que se propague 
por toda la población 
que el león es un sanguinario 
en toda generación, si. 

Por suerte tengo guitarra 
para llorar mi dolor 
también tengo nueve hermanos 
fuera del que se engrilló 
los nueve son comunistas 
con el favor de mi Dios, si.”

Portada de El Siglo del miércoles 21 de noviembre de 1962
Portada de El Siglo del miércoles 21 de noviembre de 1962

(*) Iván Ljubetic Vargas es historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER.

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