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Andrés Kogan Valderrama

Andrés Kogan Valderrama

Yerko Ljubetic y la defensa del Estado Social y Democrático de Derecho en Chile

Yerko Ljubetic plantea el impulsar un Estado Social sin letra chica y de verdad, que asuma un rol activo en los derechos sociales, permitiendo que el sector privado pueda estar presente en tanto prestador, solo que estos deban estar sujetos a ciertas reglas que busquen siempre el bien común del país.

Si bien nos encontramos en un momento en el país de mucho desgaste, desconfianza y limitaciones mismas del proceso constitucional actual, si lo comparamos con el anterior que se rechazó el año pasado, igualmente hay ciertas discusiones que valen la pena dar y que pueden permitir construir un nuevo pacto social que se haga cargo del malestar imperante por décadas, a propósito de la realización en los próximos días de la votación para consejeros constitucionales.

Me refiero a la discusión sobre instaurar en la nueva propuesta constitucional, un Estado Social y Democrático de Derecho, que deje atrás un Estado Subsidiario, que ha derivado en una privatización de los derechos sociales, transformando a la educación, salud, vivienda y seguridad social en un nicho de negocios de ciertos grupos empresariales, generando altos niveles de segmentación, segregación y concentración de la riqueza.

De ahí que se haya vuelto un tema central, siendo incorporado tanto en las 12 bases elaboradas por el congreso de Chile (1), como también a nivel general por la comisión de expertos (2). No obstante, en este último órgano designado, algunos de ellos están promoviendo la idea de constitucionalizar el modelo privado de Isapres por ejemplo (3), lo que claramente muestra que algunos sectores conservadores quieren vaciar de contenido al Estado Social y Democrático de Derecho y profundizar incluso la subsidiaridad existente.

Es el caso de distintos candidatos y candidatas al consejo constitucional, a elegir el próximo 7 de mayo, provenientes de la derecha chilena, la cual a pesar de todo lo ocurrido en el país, no dan su brazo a torcer en lo que respecta a que el Estado tenga un rol distinto al actual, asumiendo una obligación y una responsabilidad en lo que respecta a garantizar y proveer derechos económicos, sociales y culturales a la población de manera universal.

Ante esto, se vuelve importante visibilizar candidaturas que promuevan en serio un tipo de Estado Social que deje atrás la herencia pinochetista y neoliberal en la arquitectura del Estado chileno, que se ha subordinado completamente a ciertos grupos de interés y de lucro, que la derecha de manera eufemística los ha denominado como grupos intermedios, que junto a una supuesta libertad de elección, que encubre privilegios, les ha servido para justificar la destrucción de lo público en todo.

Una de esas candidaturas, es la proveniente del partido Convergencia Social y de la lista Unidad para Chile, Yerko Ljubetic, quien plantea el impulsar un Estado Social sin letra chica y de verdad (4), que asuma un rol activo en los derechos sociales, permitiendo que el sector privado pueda estar presente en tanto prestador, solo que estos deban estar sujetos a ciertas reglas que busquen siempre el bien común del país.

 

Por lo mismo, Yerko Ljubetic tiene claro que las ideas propuestas por otros candidatos conservadores, como la de un Estado subsidiario activo o el oxímoron de un Estado social y subsidiario, no solo es mantener lo que aparece en la constitución actual ilegítima, sino que es negar toda la conflictividad social existente en Chile en los últimos 20 años, y de un modelo económico impuesto, que colonizó todos los ámbitos de la vida, haciendo que las familias tengan que endeudarse de manera extrema para poder vivir.

Por supuesto, con esto no se trata, como la derecha caricaturiza, que con incorporar un Estado Social y Democrático de Derecho en la nueva constitución en Chile, en caso de aprobarse, se garantizarán de manera automática de un día a otro, pero sí que el Estado asume un compromiso y que se generarán un conjunto articulado de acciones para concretar los derechos económicos, sociales y culturales, como muchos otros países en el mundo.

Es lo señalado por Yerko Ljubetic, quien plantea que se debe generar también “un sistema de instituciones, organismos públicos y agencias del Estado” (5), que permita darle una bajada y sostenibilidad en el tiempo a los derechos sociales presentes en una eventual nueva constitución. que aunque cueste creerlo, para algunos sectores reaccionarios es el comienzo del camino al totalitarismo.

Lo digo, a partir de lo expuesto por el abogado constitucionalista, Rodrigo Poyanco, al decir que con un Estado Social y Democrático de Derecho, se abriría la puerta para un Estado totalitario (6), lo que raya en un fanatismo extremo, considerando que el modelo de Estado subsidiario que defiende tan intensamente él, se impuso precisamente en un régimen dictatorial que suprimió libertades básicas, a través de la muerte, tortura, desapariciones y del terror constante.

Dicho lo anterior, esperemos que la discusión que se de entre las y los nuevos consejeros constituyentes que sean elegidos el próximo 7 de mayo, esté a la altura de las circunstancias históricas del país, y quede atrás esta cruzada anti estatal y anti derechos de algunos, que le sigue negando a Chile la posibilidad de pensar un país más justo y más democrático.

Fuente: El Ciudadano

Reconocimiento constitucional a los animales no humanos en Chile

La Convención Constitucional optó finalmente por el reconocimiento de los animales no humanos en el borrador de la nueva Carta Magna.

Quizás uno de los temas más novedosos y revolucionarios que tiene el borrador constitucional y que podrá permitir un cambio gigantesco a nivel de derechos en Chile, y en lo que refiere a la aprobación de nuevas leyes e implementación de políticas públicas futuras, es lo relacionado a la incorporación de los animales no humanos a la nueva carta fundamental.

De ahí que reconocer a los animales no humanos por primera vez en un texto constitucional, en el caso de aprobarse el próximo 4 de septiembre, no solo será inédito en Chile, sino que pondrá al país a la vanguardia en esta materia, por sobre el resto de los países en el mundo.

Si bien existen alrededor de cincuenta estados que incorporan a los animales no humanos en sus constituciones y leyes, destacando países como Reino Unido, Alemania, Francia, Suiza, Portugal, India, Nueva Zelanda, Austria, Luxemburgo, Colombia, Costa Rica, como la misma Unión Europea, por declararlos como seres sintientes y tipificar el maltrato animal como delito, la norma constitucional aprobada en Chile va mucho más allá aún.

Lo señalo, ya que revisando la norma constitucional, al plantear que los animales son sujetos de derecho, puede abrir un nuevo escenario radicalmente distinto para los animales no humanos para un futuro próximo, como se puede leer a continuación: “Los animales son sujetos de especial protección. El Estado los protegerá, reconociendo su sintiencia y el derecho a vivir una vida libre de maltrato. El Estado y sus organismos promoverán una educación basada en la empatía y en el respeto hacia los animales” (1).

En otras palabras, que dejen de ser vistos como objetos, ya sea para su explotación, dominación o para su protección, en el mejor de los casos, deja abierta la posibilidad de verlos como individuos y/o personas, lo que puede cambiar completamente nuestra relación y convivencia como humanos con el resto de los animales, luego de muchos siglos de especismo en el mundo, en donde se construyó una división ontológica y jerárquica extrema entre nosotros y los otros seres.

Por lo mismo, concebir a los animales no humanos como sujetos de derecho, como también ha sido señalado por la Declaración de Toulon del año 2019 (2), es ponerlos en un status jurídico muy diferente a como han estado históricamente, que como bien lo ha señalado el filósofo Jorge Reichmann, se les ha tratado como bestias, seres irracionales, sin alma y totalmente inferiores a nosotros.

Se podrá decir que una simple norma jurídica, no es capaz por sí sola de enfrentar una cultura de dominación especista, de miles de años, que ha puesto a los seres humanos por sobre las demás especies, y que con la modernidad y la industrialización capitalista, ha convertido a los otros animales en meras mercancías para la experimentación, producción y consumo humano.

No obstante, otros sistemas de dominación de humanos contra humanos (sexismo, clasismo, racismo) y de humanos contra la naturaleza (antropocentrismo), aún se mantienen muy fuertes, y no por eso se va dejar de luchar contra formas que solo generan discriminación, violencia, guerra y que ponen en riesgo condiciones básicas para la reproducción de la vida.

No hay que olvidar nunca, la lucha que han dado históricamente distintos movimientos (feministas, afros, pueblos indígenas, ecologistas, disidencias sexuales) contra injusticias que parecían imposibles de revertir en muchos lugares, pero que se han logrado avances muy importantes, en lo que refiere a derechos y reconocimientos.

Frente a esto, lo de Chile es un tremendo avance, no solo para el movimiento animalista y para el país, sino también para el resto del mundo, el cual debiera estar muy agradecido de un proceso constituyente desde el sur global, que ha instalado temas, que años anteriores, nadie hubiera creído posible que estuvieran siquiera discutiéndose.

Por eso que es fundamental mencionar a todas las organizaciones animalistas involucradas, como lo son la Fundación Abogados por los Animales, Fundación Vegetarianos Hoy, Fundación Derecho y Defensa Animal, entre muchas otras (3), y de constituyentes como Camila Zárate, Bárbara Sepúlveda, quienes fueron claves en incidir en otros constituyentes para que se aprobara esta norma en el pleno.

En el caso de Bárbara Sepúlveda, es bastante notable la discusión que tuvo que dar, no solo con sectores conservadores, que siguen viendo al rodeo, las carreras de galgos, la caza deportiva, como formas tradicionales e intrínsecas de la cultura chilena, que debieran mantenerse, sino también con otros sectores (ecologistas y pueblos originarios), que no entendían el concebir a los animales no humanos como sujetos de derecho (4). Gracias a toda esa lucha que se dio, la Convención Constitucional optó finalmente por el reconocimiento de los animales no humanos en el borrador, así como también lo ha hecho con la naturaleza, con los pueblos indígenas, con las mujeres y con otros sujetos de derecho que el Estado de Chile ha negado históricamente.

Algunos dirán, desde el discurso del rechazo, que esta norma es maximalista y de grupos identitarios fundamentalistas urbanos, que quieren imponer su visión centralista y mascotista al resto de la sociedad, en especial a los sectores rurales. Omitiendo que Chile, a pesar de tener leyes de protección animal (ley 20.380 y ley 21.020) está muy al debe en comparación a muchos países en el mundo, que han dejado de concebir a los animales no humanos como bienes muebles o cosas.

Asimismo, quienes buscan ridiculizar esta norma, diciendo que de aprobarse la nueva constitución, se prohibirán los asados (5), es no entender que lo que se buscará con la nueva legislación, es transitar hacia una sociedad que se haga cargo del maltrato animal, tanto en las grandes ciudades como en el campo, a través de nuevas exigencias al sistema productivo, como a partir de un fuerte rol de políticas educativas centradas en la empatía y bienestar animal.

Para finalizar, este reconocimiento de los animales no humanos en la nueva constitución de Chile, en tanto sujetos de derecho, quizás puede ser el primer paso para volver a concebirnos nuevamente como animales, mamíferos y primates, que es lo que hemos sido siempre, pero que ciertos discursos de poder nos han hecho creer de que no lo somos.

Andrés Kogan Valderrama
Sociólogo
Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable
Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea
Con cursos de Doctorado en Estudios Sociales de América Latina
Profesional de la Municipalidad de Ñuñoa
Integrante de Comité Científico de Revista Iberoamérica Social
Director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org
 
1: https://www.chileconvencion.cl/news_cconstitucional/derechos-de-la-naturaleza-y- una-vida-libre-de-maltrato-para-los-animales-seran-parte-de-la-nueva-constitucion/
2:https://cierrenmundomarino.blogspot.com/p/declaracion-de-toulon.html?m=1
3. http://www.animalesenlaconstitucion.info/animalistas/
4: https://www.youtube.com/watch?v=3aZkGnkefcY5: https://www.youtube.com/watch?v=xd11cb8-pfsg

Los dos tercios y el miedo a más democracia en Chile

La posible ratificación del quórum de dos tercios para aprobar las normas de la nueva carta magna en Chile, por parte de la Convención Constitucional, es una mala noticia para la democracia del país y el proceso constituyente en curso.

Sostengo esto, ya que los dos tercios fueron uno de los pilares fundamentales del llamado Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, firmado el 15 de noviembre del 2019 por buena parte de la clase política, la cual se vio obligada a sentar las bases para la redacción de una nueva constitución, pero fundada desde el miedo.

Un miedo de parte de la clase política frente al desborde de la revuelta social, la cual fue capaz de interpelar los cimientos de la institucionalidad neoliberal en Chile por 30 años, en donde la Constitución de 1980 de Pinochet fue la piedra de tope para realizar transformaciones democráticas profundas en el país.

De ahí que la derecha no le haya quedado otra opción que ceder al plebiscito por una nueva Constitución, pero poniendo la condición del quórum de los dos tercios, el cual supuestamente garantizaba la representación de la derecha en la Convención Constitucional y el boicot así de planteamientos transformadores, con solo un tercio de los constituyentes elegidos.

El problema para la derecha es que subestimó el nivel de politización de la sociedad chilena, reflejada no sólo en el enorme triunfo del apruebo, sino también al no ser capaz de lograr el ansiado tercio de sus constituyentes.

Frente a este escenario, de derrumbe del mundo conservador en Chile, parecía ser el momento óptimo para que las fuerzas transformadoras, elegidas en la Convención Constitucional, cambiaran el quórum de los dos tercios a mayoría simple, ya no para derrotar a la derecha, sino para ampliar la democracia existente en el país.

Lo dramático de todo esto, es que algunos sectores de izquierda de la Convención Constitucional prefieren mantener los dos tercios, apelando a argumentos conservadores, señalando que este quórum permite generar acuerdos más amplios y mayor estabilidad política para el país, repitiendo así una retórica de los acuerdos, que finalmente terminó beneficiando a una elite política y económica por 30 años, que poco y nada le interesó construir una democracia participativa.

Además, aquellos sectores de izquierda han planteado, como es el caso del convencional Agustín Squella, de que cambiar este quórum de dos tercios pondría en riesgo la misma Convención Constitucional, ya que se había definido así desde un comienzo por el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, no entendiendo así que este proceso es también de carácter destituyente.

Habría que recordarle a Squella que el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución fue más que nada un salvavidas para la clase política actual, completamente desprestigiada y deslegitimada, y que no tuvo ningún tipo de participación de la ciudadanía, ya que fue generado a puertas cerradas por partidos políticos y un congreso que se negó históricamente a cambiar la constitución de manera democrática.

Asimismo, apelar a que estos dos tercios no son lo mismo que los dos tercios de la Constitución de la Dictadura, ya que es a partir de una hoja en blanco, es conformarse a escribir una Constitución hecha a la medida de las alianzas de partidos políticos.

Por el contrario, lo que se trata es justamente de abrir la discusión política, no de cerrarla a través de pactos estratégicos. Por eso no es suficiente el plebiscito de salida, para aprobar la nueva constitución, ya que lo que se demanda desde la ciudadanía es mucha más participación.

En consecuencia, la aprobación de este quórum de dos tercios no es otra cosa que una respuesta poco democrática a un proceso constituyente inédito en Chile, que no solo es de quienes fueron elegidos como convencionales para redactar la nueva constitución, sino que pertenece a todas y todos que somos parte del país.

En otras palabras, quienes votamos por el apruebo y por la Convención Constitucional el 25 de octubre del año 2020, votamos por una nueva Constitución redactada de la manera más democrática posible, y no por un quorum de dos tercios. Creer lo contrario, es pensar que existe este proceso constituyente gracias al parlamento y no por la gigantesca movilización social del 2019.

Por suerte, existen muchas y muchos convencionales que sí han optado por cambiar este quórum de dos tercios por mayoría simple y que también propusieron la idea de plebiscitos dirimentes vinculantes, en donde la ciudadanía pueda votar por normas constitucionales cuando no se lleguen a los dos tercios en la Convención, democratizando de esta manera los mecanismos de participación.

Fuente: www.cooperativa.cl

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